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Morena y sus expectativas

El pasado 18 de julio, el Instituto Nacional Electoral otorgó el certificado de registro como partido político al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), con lo cual se concretó uno de los dos deseos más anhelados de Andrés Manuel López Obrador: contar con su propio partido político. El otro, y más importante, es sin lugar a dudas, despachar en Los Pinos. Así pues, ahora cuenta con una organización bajo su control absoluto, sin ningún personaje que le dispute mando ni decisiones y con una militancia obediente y disciplinada.

Y es que, si bien, difícilmente se podría quejar de malos tratos durante el tiempo que perteneció al PRD, partido del que fue su dirigente y candidato presidencial en dos ocasiones, también es muy cierto que la figura del fundador del Sol Azteca, Cuauhtémoc Cárdenas, le significaba una sombra incómoda, difícil de hacer a un lado. Para el ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal, los espacios en ese partido no daban cabida para más de un liderazgo y, aunque sus decisiones eran casi órdenes, siempre existieron por ahí otras fuerzas políticas internas que también querían participar en el juego del poder. Una circunstancia más que lo incomodaba y le impedía dar rienda suelta a su estilo personal de dirigir.

A este personaje, su segunda derrota en la carrera presidencial, no le hizo perder el ánimo. Por el contrario, el repunte alcanzado al final del proceso, lo estimuló para no descartar un nuevo intento, el tercero; pero ahora con una estrategia y una organización política diferentes. La idea de fundar un partido a su imagen y semejanza, la tenía contemplada de tiempo atrás. De hecho, Morena, como asociación civil, se sumó a su campaña para las elecciones de 2012. No fue, por lo tanto, ninguna novedad que, tras su infructuosa incursión electoral, hiciera pública su decisión de abandonar formalmente el PRD, para promover el registro de su Morena.

Como mucho se ha repetido, para el ex candidato presidencial poco importó la histórica unidad de las izquierdas logradas con la constitución del PRD, ya que esa unidad no le garantizaba una automática e indisputada tercera candidatura. Así que, optó por fundar una nueva fuerza política, para repetir el esquema tan socorrido y perjudicial de las izquierdas de dividir y restar, en lugar de sumar fuerzas. Porque Morena acabará alimentándose de los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Movimiento Ciudadano, a los que necesariamente afectara en su militancia, poniendo en riesgo el registro y, consecuentemente, la existencia de los dos últimos.

De acuerdo a una encuesta realizada por el diario Reforma, recién obtenido su registro, Morena contaba ya con un 14 por ciento de las preferencias en el Distrito Federal, tanto para la renovación de la Asamblea Legislativa, como de las jefaturas delegacionales. Y, para el caso de los diputados federales, su posicionamiento se elevaba a un 16 por ciento, colocándose como la tercera fuerza política, por arriba del PAN.

Con ese arranque, al menos en la capital del país, Andrés Manuel asegura estar en la competencia, junto con los tres partidos mayoritarios PRD, PRI y PAN, por las 16 delegaciones y 66 curules de la Asamblea, que se disputarán el primer domingo de junio de 2015, con posibilidades de obtener triunfos en delegaciones como Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Magdalena Contreras, Coyoacán y Tlahuac.

La ciudad de México es el principal bastión del partido del Sol Azteca, y es en donde López Obrador tiene considerada su mayor apuesta, así que es de esperar una lucha fratricida entre Morena y el PRD, pues se estarán disputando los votos de la misma clientela. Esta circunstancia podría beneficiar al PRI y al PAN, que si decidieran unir fuerzas, seguramente le arrebatarían varias posiciones al Sol Azteca. Sin embargo, la posibilidad de una alianza entre esos dos partidos no se ve muy factible. De cualquier manera, de la magnitud de la colisión entre los partidos de Lopez Obrador y los Chuchos, dependerán sus posibilidades de avance en la capital del país.