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¿Presidenta en la SCJN?

Fecha: 18 de diciembre de 2014 | Autor:

scjnDe acuerdo a lo ordenado en el artículo 29 del Reglamento Interior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, durante los primeros cinco días del mes de diciembre, previo a la conclusión del encargo del Presidente en funciones, “los ministros interesados en sustituirlo presentarán a sus compañeros y compañeras, las líneas generales conforme a las cuales desarrollarían dicha función.”

En los siguientes artículos  (30, 31 y 32), dicho reglamento dispone que la elección se llevará a cabo en una sesión solemne, presidida por el ministro decano, quien designará a dos ministros para que desempeñen las funciones de escrutadores para el conteo de los votos; que la votación se hará por medio de cédula, y que para que un ministro sea electo presidente, se requiere que cuente, por lo menos, con seis votos.

Que en caso de que, en la primera ronda, ninguno de los ministros obtenga la mayoría que señala el reglamento, se celebrará una nueva votación, en la que sólo participarán como candidatos los ministros que hayan obtenido, en esa ronda, “el mayor número de votos.”  Si tampoco en la segunda ronda se alcanza esa mayoría, “se repetirá el mismo procedimiento las veces necesarias hasta que algún ministro obtenga la votación requerida.” Que el nuevo presidente tomará posesión inmediatamente después de su elección.

Y usted, muy estimado lector, se preguntará a qué viene la cita de este reglamento, precisamente en tiempos de las celebraciones navideñas, cuando se supone que la ocupación más importante es la de disfrutar esta época en compañía de nuestros seres queridos, relajados y compartiendo alegría y reflexiones, y procurar un descanso o al menos intentar alejarnos por un momento de ese bombardeo informativo que, gracias a la tecnología moderna, nos abruma y nos conmueve cada día más.

Bueno, pues lo que sucede es que, precisamente en estos tiempos, la Corte se encuentra en pleno proceso de sucesión de su presidencia, ya que para el próximo dos de enero, deberá contar con un nuevo o nueva titular en ese cargo. Como se ha publicado, en esta ocasión, son seis los ministros que manifestaron su interés en competir por la presidencia y, al efecto, cada quien presentó su programa de trabajo. No tengo la certeza, pero al parecer ésta es la primera vez que participan tantos aspirantes, lo que no simplifica las cosas.

La característica de este proceso es el alto nivel de los participantes. Podríamos afirmar que se trata de una elección de calidad entre pares, porque todos los ministros cumplen al máximo con los requisitos de capacidad, honorabilidad, trayectoria, méritos académicos, etc. Así que, la decisión no es sencilla.

Entre los candidatos, participa una mujer, Margarita Beatriz Luna Ramos, cuya trayectoria en el Poder Judicial ha sido brillante. En los casi 40 años de su carrera judicial, ha ocupado todos los cargos en el escalafón, desde mecanógrafa hasta ministra, pasando por jueza de distrito, magistrada de circuito, magistrada electoral y consejera de la Judicatura  Federal. Así que, en experiencia y conocimiento del Poder Judicial y sus entrañas, la ministra Luna Ramos se las sabe de todas, todas.

En el plano académico, la doctora Luna Ramos, ha recibido numerosos reconocimientos, entre los que se cuentan el Premio al Mérito de Impartición de Justicia, otorgado por la Asociación de Nacional de Doctores en Derecho y el Premio Nacional de Jurisprudencia que otorga la Barra Mexicana Colegio de Abogados y que por primera vez se le concedió a una mujer. Recientemente, la semana pasada para ser exactos, fue admitida, como integrante activa, a la Organización Europea de Derecho Público, capítulo México, por su trayectoria profesional y sus aportaciones al derecho público.

Así pues, a sus méritos profesionales y académicos de la ministra, habría que considerar que, en los casi 200 años de existencia de la Corte, únicamente ha habido 10 ministras y nunca ha sido presidido por una mujer. En una regla no escrita para la sucesión presidencial en la Suprema Corte, los ministros elegían a quien estaba próximo a concluir su cargo, quizás en reconocimiento a la experiencia y madurez adquirida en tan delicada responsabilidad.

En este supuesto se encontraría la ministra Luna Ramos, toda vez que, por concluir su gestión en 2019, ésta es su última posibilidad para presidir la Suprema Corte. Pero también este tribunal, se pierde la oportunidad para ser presidido por una mujer. Y es que tendrían que pasar, al menos, 8 o 12 años, antes de que se presente otra coyuntura  en que, la equidad de género, se vuelva una realidad en nuestro máximo tribunal judicial, y no se quede sólo como un discurso de buenas intenciones. 

Por ahí se ha mencionado como un obstáculo para que la Dra. Luna Ramos presida la Corte, el hecho de que un hermano suyo sea actualmente el presidente del Tribunal Electoral, lo que resulta más un pretexto que un fundamento jurídico, porque legalmente esta circunstancia no constituye ningún impedimento, por tratarse de dos tribunales independientes. Pero además, habría que aclarar que ese funcionario concluye su cargo como magistrado del tribunal electoral el 20 de abril de 2015,  por lo que sólo durante poco más tres meses, de los cuatro años del período de la presidencia en la Corte, coincidirían en los cargos. 

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