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Panorama perredista hacia el 2018

Fecha: 20 de mayo de 2016 | Autor:

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Mientras que unos están preocupados, y muy ocupados, por los próximos comicios del 5 de junio, esos, sobre los que la Arquidiócesis de México advierte que “se percibe el tufo del narco”, y en los que estarán en juego 1365 cargos de representación proporcional (12 gubernaturas, 965 alcaldías, 239 diputaciones de mayoría relativa y 149 de representación proporcional), otros andan con la mente puesta ya en el 2018 y, trabajando.

Y es que, aun y cuando todavía es temprano para madrugar, de acuerdo a la ortodoxia del siglo pasado, en los tiempos del partido casi único; la experiencia histórica reciente, la del nuevo milenio, parecería justificar el acelere de aquellos que, sin más, han levantado la mano en su autopromoción.

Las muy anticipadas precampañas presidenciales en 2000 y 2006, de quienes al final resultaron proyectos políticos exitosos, rompieron con la tradición disciplinaria de esperar al banderazo de salida de sus partidos para hacer proselitismo. En esos casos, los aspirantes se anticiparon a su partido y se impusieron sobre la voluntad de quien o quienes, seguramente, planeaban organizar y dirigir una sucesión en otros términos y con otros prospectos. A final de cuentas, a su dirigencia partidista no le quedó más remedio que aceptar los hechos y avalar las candidaturas que tendrían un final feliz.

Ahora, un día sí y otro también, se saben de pronunciamientos de quienes aspiran a la silla presidencial, con o sin partido, pero también de quienes, movidos por intereses diversos, buscan estimular las aspiraciones presidenciales de algún personaje, como medida para salvar de la catástrofe a su instituto político. Independientes y no tanto, algunos aspirantes han encontrado una puerta para participar en el proceso anticipado de la sucesión, sin la monserga de tener que acatar disposiciones estatutarias partidistas.

Al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, lo presionan algunos miembros distinguidos del PRD, no para que haga pública su intención de participar en la carrera presidencial, porque esto ya lo ha confirmado en diferentes ocasiones, sino para que acepte ser el candidato del Sol Azteca, porque según el propio dicho del coordinador de la bancada de este partido en la Cámara de Senadores, Miguel Barbosa, si él no es su candidato “el partido estará a la deriva” y perderá hasta la gubernatura de la capital del país.

El ex procurador, que llegó a la Jefatura de Gobierno como candidato externo del PRD, deshoja la margarita y se da a querer, ante la impaciencia de algunos perredistas, porque sabe que mientras se mantenga en su indefinición, entre aceptar la propuesta perredista o caminar como independiente, estará a salvo, al menos un poco, del fuego amigo. Consciente de que, por el divisionismo que prevalece en ese partido y los intereses que lo mueven, cualquier cosa se puede esperar de las diferentes corrientes que lo integran.

El propio presidente del partido amarillo, Agustín Basave, ha sido cauto en secundar la propuesta del senador Barbosa. Él reconoce la difícil situación por la que atraviesa su partido, y la falta de prospectos sólidos para competir en la presidencial, pero no parece estar muy convencido de que el Jefe de Gobierno sea su mejor o única opción.

Por ahí se perciben algunos suspiros hacia Morena, confiado en los antecedentes de una buena relación con el dirigente y candidato único de ese partido, Andrés Manuel López Obrador. Claro que esta posibilidad se ve remota, toda vez que el tabasqueño ha dejado bien claro que no quiere saber nada del PRD. O mejor dicho, de algunos de sus dirigentes, y ésta es la diferencia que le alienta ciertas esperanzas.

La otra opción que ha planteado el líder del Sol Azteca, para evitar que su partido se pierda en el proceso electoral de 2018 y quede desplazado a un cuarto o quinto lugar entre las fuerzas políticas del país, es buscar una alianza con el PAN, obviamente, sumándose al candidato que postule ese partido. Claro que ésta no resulta ser la fórmula ideal, por varias razones. Porque distorsiona la identidad ideológica del partido, crea confusión entre su militancia y simpatizantes, tanto de uno como de otro partido hay resistencia a aceptar el costo de que izquierda y derecha unidas, jamás serán vencidas y, además, históricamente sus alianzas con Acción Nacional, cuando han sido exitosas, los únicos beneficiados han sido los panistas.

Estas son las fichas con las que cuenta el PRD, al menos hasta el momento, para estar presente en la carrera presidencial, porque las aspiraciones del gobernador de Morelos, Graco Ramírez, que ya ha alzado la mano, parecen más una ocurrencia que una posibilidad real.

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