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A propósito del 14 de febrero

Fecha: 12 de febrero de 2013 | Autor:

El 14 de febrero se celebra el Día de San Valentín cuyo origen data de la época del Imperio Romano; en el año 270 de nuestra era, el emperador Claudio II prohibió que los jóvenes se casaran y vivieran en matrimonio porque pensaba que solteros y sin familia serían mejores soldados al no tener compromisos a la hora de ir a la guerra. Un sacerdote llamado Valentín consideró injusto el decreto por lo que comenzó a celebrar en secreto los matrimonios de los jóvenes enamorados; la “rebeldía” del cura fue descubierta por lo que se le encarceló y sentenció a ser decapitado el 14 de febrero. Con motivo del Día de San Valentín, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presenta un conjunto de indicadores asociados a la nupcialidad.


Tendencias observadas en el contexto internacional

En los años sesenta del siglo pasado empieza a presentarse en los países de Europa noroccidental y Estados Unidos una disminución en la tasa de uniones legales y un aumento en la tasa de divorcios, al tiempo que las uniones consensuales y los nacimientos fuera del matrimonio legal comenzaron a ser una alternativa entre las nuevas generaciones.

Ron Lesthaeghe y D.J. Van de Kaa fueron los pioneros en el estudio de estos temas y utilizaron el término de segunda transición demográfica para explicar estos cambios, que de acuerdo a Sobotka “han sido ampliamente relacionados con numerosos cambios estructurales (modernización, crecimiento de la economía de servicio y la expansión de la educación superior), culturales (secularización, aumento de los valores individualistas y la realización personal) y tecnológicos (la adopción de métodos anticonceptivos modernos y los avances en la reproducción asistida)”.1] El preludio de estos cambios son la baja fecundidad (inferior a la de reemplazo) y el incremento de la sobrevivencia, ambas tendencias son el resultado de la primera transición demográfica que experimentaron los países del norte y occidente de Europa durante el periodo de posguerra, y que a decir de los especialistas, no sólo han moldeado las tendencias de la nupcialidad antes mencionadas (disminución de las uniones legales, aumento de los divorcios y las uniones consensuales), sino también, han tenido una fuerte influencia en los cambios asociados al calendario de la fecundidad (postergación de los hijos) y en la formación de los arreglos familiares (en los que destaca un incremento de los hogares monoparentales).


Indicadores demográficos en países seleccionados de Europa 1960 y 2010

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Los demógrafos argumentan que la prolongación de la esperanza de vida y la posibilidad de regular la fecundidad han sido verdaderas revoluciones que están moldeando nuevos estilos de vida, toda vez que la autonomía entre la vida sexual y la procreación (consecuencia del uso de métodos anticonceptivos) han debilitado las formas institucionales de la unión.  No obstante, hacen hincapié en que el uso de métodos anticonceptivos es tan sólo un medio que ha facilitado los cambios sociales y culturales en los que encuentra inmersa la segunda transición demográfica,Van de Kaa (citado en García y Rojas) argumenta que entre cambios más importantes están “la continua secularización e individualización que llevaría a las personas a romper con los comportamientos largamente establecidos; la tendencia hacia una mayor autorrealización […] lo que ha llevado a tendencias progresistas (entendidas como la propensión a abrazar lo nuevo, la igualdad y la libertad)”. Otros autores como Lesthaeghe (1995, 1998)construyen un esquema multicausal más completo y añaden a este contexto, las transformaciones experimentadas en materia de escolaridad y una mayor participación económica y política de la mujer. 

Lo anterior plantea un escenario multifactorial en el que las decisiones individuales se ven inmersas en cambios sociales y culturales bastante complejos, los cuales “no son comparativos con la realidad latinoamericana, aunque en algunos países de la región empiezan a vislumbrarse y pueden ser, hasta cierto punto, anticipadoras de tendencias y comportamientos que en las próximas décadas podrían generalizarse”

 

Situación conyugal

Información del Censo de Población y Vivienda 2010 indica que en el país 43.9% de la población de 15 años y más está casada y 15.6% está en unión libre, en conjunto, seis de cada diez se encuentra unida. La población soltera representa 29.9% y sólo una de cada diez (10.4%) está separada, divorciada o viuda. Esta configuración cambia conforme al curso de vida de la población, por lo que es común encontrar una alta proporción de jóvenes (15 a 29 años) que aún están solteros (61.2 por ciento); en los varones del mismo grupo de edad dicho porcentaje aumenta a más de dos terceras partes (67.3%), en tanto que sólo tres de cada diez están casados o en unión libre. En edades más avanzadas predomina la población casada o en unión libre: 81.6 y 75.7% de la población masculina de 30 a 59 y de 60 años y más se encuentra en esta situación; en este último grupo de edad, se advierte una alta proporción de hombres (19.1%) separados, divorciados o viudos.

 

Distribución porcentual de la población de 15 años y más por sexo y grupos de edad según situación conyugal 

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En la población femenina se observa una estructura similar pero con intensidades diferentes; dado que éstas se unen a más temprana edad, la proporción de jóvenes unidas (40.9%) es mayor al de los varones con la misma edad (diez puntos porcentuales más). En las mujeres de 30 a 59 años también predominan las casadas o en unión libre (73.3%), pero conforme avanza la edad esta proporción disminuye dando paso a un importante contingente de mujeres que se encuentran separadas, divorciadas o viudas (llegando a ser de 46% en las mujeres de 60 años y más).

 Los datos censales indican un aumento paulatino tanto de las separaciones (legales o no) como de las uniones consensuales: en 2010, 5.6% de la población de 15 años y más declaró estar divorciada o separada, proporción que supera los tres puntos porcentuales respecto a 1990; un comportamiento similar se da en la población que se une en forma consensual, en 2010 la proporción (15.6%) supera los siete puntos porcentuales respecto a la observada veinte años antes.

Habría que señalar que estos eventos se dan en forma diferencial según la edad de la población, entre los que se unen consensualmente son los jóvenes los que muestran un mayor aumento: de 1990 a 2010 su proporción pasó de 7.8 a 17.4 por ciento; en tanto que los separados y divorciados tienen un mayor incremento en la población de 30 a 59 años, al pasar en el mismo periodo de 3.2 a 7.9 por ciento. En la población viuda, la proporción de 60 años y más es la que experimenta un mayor aumento respecto a otros grupos de edad, y su estructura en 2010 indica que el porcentaje de mujeres con esta situación conyugal (37.9%) es casi tres veces mayor al de los hombres (13.7%); lo que es consecuencia de una mayor sobrevivencia femenina y a una menor probabilidad de que la mujer se vuelva a unir.


Formación de nuevas uniones

La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2009 señala que 90.4% de las mujeres alguna vez unidas[1] de 30 a 49 años han formado una sola unión. Esta proporción tiene un comportamiento diferencial conforme a su situación conyugal actual: 68.2% de la población femenina del mismo grupo de edad y que se encuentran actualmente en unión libre han formado una sola unión, mientras que en las viudas de un matrimonio dicho porcentaje aumenta a 97.1 por ciento.


Distribución porcentual de las mujeres de 30 a 49 años alguna vez unidas por situación conyugal actual según número de uniones 2009

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Cohabitación premarital

La cohabitación premarital se define como el periodo de vida marital previo al matrimonio. Conforme a la ENADID 2009, 18.1% de las mujeres en edad fértil actualmente casadas cohabitaron premaritalmente con su pareja; 16.1% de las separadas de un matrimonio también registran este tipo de convivencia, el cual tiende a disminuir a 11.8 y 11.5% entre las divorciadas y viudas de un matrimonio.


Distribución porcentual de las mujeres de 15 a 49 años por situación conyugal actual según condición de cohabitación de su última unión 2009 

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Edad a la primera unión

La edad media a la primera unión se refiere a la edad promedio en la cual la población contrae matrimonio o se une consensualmente. Los resultados de la ENADID 2009 indican que la población femenina de 15 años y más se une por primera vez a una edad más temprana que los hombres, con una diferencia de 2.8 años (23.8 y 26.6, respectivamente).[1] Como parte de los cambios demográficos acontecidos en las últimas décadas, la población femenina ha postergado en forma paulatina su primera unión: en 1995 las mujeres de 15 años y más se unían por primera vez a los 19.9 años, es decir, cuatro años menos respecto a 2009; en los hombres se observa una reducción similar, toda vez que en 1995 se unían a los 22.9 años.


Matrimonios

De acuerdo con los registros administrativos, en 2011 se registraron 570 mil 954 matrimonios, es decir, se celebraron 4.9 matrimonios por cada mil habitantes. Cabe señalar que en diciembre de 2009 la Asamblea del Distrito Federal aprobó las reformas al Código Civil que legaliza el matrimonio entre parejas del mismo sexo: durante 2010 se registraron en el Distrito Federal 380 matrimonios en los cuales los contrayentes son hombres y 309 en los que son mujeres; en 2011 estos eventos fueron de 457 y 345 respectivamente. Las estadísticas en el último año indican que la edad promedio al casarse es de 37 años cuando ambos contrayentes son hombres y 35 años cuando son mujeres; en ambas casos, 80% de los contrayentes cuentan con estudios de nivel medio superior y superior.

Cuando el matrimonio se da entre un hombre y una mujer, se observa que en 67.7% de los matrimonios registrados en 2011, el hombre tiene una edad mayor respecto a su cónyuge, en 10.9% ambos tienen la misma edad y en 21.4% el hombre es menor que su pareja. Algunas características socioeconómicas indican que 19.6% de los matrimonios el hombre tiene mayor escolaridad, en 47.1% ambos tienen la misma y en 33.3% ella cuenta con mayor escolaridad.


Divorcios

En 2011 se registraron 91 mil 285 divorcios, es decir, por cada 100 enlaces matrimoniales se dieron 16 divorcios; esta relación muestra una tendencia creciente en los últimos años, en la que su punto más bajo se registró en 1993 (4.9 por cada cien), a partir de este año se observa un aumento paulatino que se debe a un efecto doble entre el incremento de los divorcios y la disminución de los matrimonios; de 2000 a 2011 el monto de matrimonios se redujo en 19.3% y el de los divorcios aumentó en 74.3 por ciento.

10.9% ambos tienen la misma edad y en 21.4% el hombre es menor que su pareja. Algunas características socioeconómicas indican que 19.6% de los matrimonios el hombre tiene mayor escolaridad, en 47.1% ambos tienen la misma y en 33.3% ella cuenta con mayor escolaridad. 

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En cuanto a su duración en el matrimonio, 27.2% estuvieron casadas cinco años o menos, 17.4% permanecieron unidas de seis a nueve años y poco más de la mitad (54.4%) proviene de un matrimonio con una duración social[1] de 10 años o más. La duración media de los matrimonios que disolvieron su vínculo de manera legal es de 13.4 años, esto es 2.6 años más que en el año 2000 cuando las parejas que se divorciaron duraron casadas aproximadamente 10.8 años.

 

Más de la mitad de los hombres divorciados (55.4%) tiene de 15 a 39 años, en tanto que en las mujeres esta proporción se da en casi dos de cada tres divorciadas (63.5%), es decir, las mujeres se divorcian más jóvenes que los hombres: al comparar la edad de los divorciantes se observa que en 65% de los casos los hombres tienen más edad que las mujeres, en 15.2% tienen la misma edad y sólo en 19.8% la mujer es mayor.

 

Tanto en los hombres como en las mujeres que se divorcian, uno de cada diez tiene como máximo la primaria terminada, en tanto que 46% de los varones y 45.7% de las mujeres declaran tener escolaridad de nivel medio superior y superior. Cabe señalar que 81.7% de los hombres que se divorcian declararon tener trabajo, condición que sólo se cumple en 54.6% de las mujeres.  

 

Los divorcios se clasifican en administrativos cuando son tramitados en el Registro Civil y judiciales cuando se tramitan en los juzgados; en los primeros la pareja no cuenta con hijos menores de 18 años, en  los segundos puede o no haberlos. En 2011, la mayoría de los divorcios son judiciales (85.5%) y de éstos: tres de cada diez no tiene hijos menores de 18 años, una tercera parte tiene uno y una cuarta parte tiene dos, sólo en uno de cada diez casos tienen tres hijos o más.


La pensión alimenticia es la suma de dinero pagada periódicamente al acreedor alimentario determinado por el juez después de realizado el divorcio; en los divorcios judiciales con hijos menores de edad, en 91% de los casos el acreedor son los hijos, 8.1% son la esposa y los hijos, y en 0.9% son los hijos y el esposo. 


Violencia en la relación de pareja

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares  (ENDIREH) 2011, 37.2% de las mujeres solteras de 15 años y más declaró haber tenido algún incidente de violencia por parte de su última pareja. Esta proporción se incrementa a 44.8% entre las mujeres casadas o en unión libre, de las cuales, 89.2% sufrió violencia emocional (este tipo de violencia incluye menosprecios, amenazas, y prohibiciones, entre otros); 56.4% padeció violencia económica (aquí la pareja le reclama cómo gasta el dinero, no le da gasto, se gasta lo que se necesita para la casa o le prohíbe trabajar o estudiar); 25.8% fue víctima de algún tipo de violencia física (empujones, patadas, golpes con las manos o con objetos, agresiones con armas, entre otros) y 11.7% tuvo algún incidente de violencia sexual por parte de su pareja.

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