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La CNTE, va de nuez

Con la novedad de que en el inicio del segundo mes del año, nos encontramos con el anuncio de los maestros de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores dela Educación (CNTE) sobre los paros que llevarán a cabo, en este mes de febrero, como parte de su jornada de movilizaciones nacionales en contra de la reforma educativa y, por supuesto, para exigir justicia por los desaparecidos de Iguala. 

Una vez más, los maestros de Oaxaca, uno de los tres estados con los más bajos desempeños educativos, de acuerdo al Índice de Desempeño Educativo Incluyente (IDEI), los otros dos son Michoacán y Guerrero, dan la nota, pero no una positiva que muestre su decidida intención de luchar por mejorar los niveles de educación, sus condiciones de trabajo o las de las instalaciones de los planteles en donde deberían estar impartiendo clases.  

No, el anuncio se refiere al acuerdo a que han llegado estos docentes para suspender, por enésima ocasión, las clases los días 9, 10 y 11 de febrero. Tres días que se suman a otros dos más, en el mes de enero, de clases suspendidas. Así comenzamos el año. El motivo sigue siendo el mismo: la reforma educativa, que ciertamente los ha preocupado por las disposiciones que los obliga a someterse a exámenes de evaluación para efectos de admisión y promoción, a realizar un censo para, finalmente, conocer la realidad de la plantilla de maestros y a pagar sólo a los maestros que efectivamente trabajen, entre otras modalidades que, ellos, consideran inaceptables.

Aunque parezca increíble, a estas fechas, en el siglo XXl, no es posible conocer con precisión el número de maestros con que cuenta el país. Y es, precisamente, en los estados en donde la CNTE controla al magisterio, en donde los vacíos de información parecen imposibles superar. No necesitaríamos tener grandes dotes de investigador para deducir las razones por las cuales estos maestros se oponen con tanta virulencia a cualquier censo. Sólo habría que señalar, que estos “grandes” defensores de todas las causas sociales, no resultan tan eficientes ni tan comprometidos cuando de cumplir con sus responsabilidades de trabajo se trata.

Con el paro anunciado, 13,500 escuelas se verán afectadas y sobre un millón 300 mil alumnos se quedarán, una vez más, sin clases en Oaxaca. Entre las acciones que llevarán a cabo para expresar su inconformidad contra lo que sea, en contra del gobierno, se habla de tomas de carreteras y gasolineras  por regiones; continuar con el plantón en el zócalo de la capital del estado, además de tomar el Congreso del estado, el día de hoy, para “exigir una mesa de negociación para liberar a los presos políticos.”

El pliego de peticiones de los educadores incluyen: el pago a maestros que quedaron fueran de la nómina federal. Este tema se refiere a aquellos docentes que no pudieron ser censados, porque seguramente no existen y alguien se está beneficiando con esos pagos a fantasmas. La devolución de escuelas que están en poder de opositores. Son las escuelas en las que no operan los paros y continúan dando clases. La liberación de los maestros recluidos en penales por diversos delitos. Algunos de estos, son secuestradores sujetos a juicio. La contratación automática de normalistas. Esto es, ni hablar de exámenes de admisión. Y así por el estilo son las demandas de estos próceres de la educación.

Oaxaca ocupa el segundo lugar, a nivel nacional, como entidad con la mayor proporción de  población en situación de rezago,16, de cada 100 personas de 15 años y más, no saben leer ni escribir, además de registrar uno de los mayores niveles de deserción en el país,. Con estos números, que reflejan la terrible realidad que se vive en esta entidad, los maestros de Oaxaca continúan más preocupados por temas que nada tienen que ver con mejorar los niveles de educación, pero sí con preservar su condición de  privilegio.

El daño que estos docentes están causando a sus alumnos es irreparable. No es fortuito el hecho de que la más baja calidad de la educación sea el que se registra en aquellos estados en donde cualquier excusa es válida para que los maestros impongan paros eternos, con la consecuente suspensión de clases. El gobierno tendrá que actuar con firmeza, pues este estado de excepción en el que viven estos maestros activistas, resulta ya insoportable y no puede ni debe continuar, por el bien del país.