La salida de Luis Videgaray de Hacienda fue tan dolorosa para el Presidente Enrique Peña Nieto como aquella que ocurrió del caso “lady Profeco”, cuando no le quedó otra al Primer Mandatario que renunciar también a su amigo y guía político, Humberto Benítez Treviño.
Videgaray fue identificado como brazo fuerte de Peña Nieto, su amigo entrañable y quien incluso tenía la manga ancha para opinar en sus decisiones, pero también sabían que era insostenible mantenerlo como Secretario de Hacienda.
Para nadie es secreto, la fuerza que poseía junto con Miguel Angel Osorio Chong, titular de Gobernación. Desde su llegada se convirtieron en los inamovibles por su cercanía y confianza. Brazos derechos los dos, no existió nunca el brazo izquierdo.
Que el error que se le atribuye es haber pasado por encima la propuesta de la Secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu de no invitar al candidato presidencial de Estados Unidos, Donal Trump, visita que operó a espaldas de la funcionaria y, obviamente desató la crisis con un golpeteo político al Presidente que lo obligó tomar esa decisión de separarlo.
Basta recordar que en el Senado del verde ecologista, Pablo Escudero y la Cámara de Diputados del panista, Javier Bolaños, los legisladores de oposición se dieron vuelo para criticar al Presidente por recibir a un candidato que ha ofendido a los mexicanos con esos discursos xenofóbicos y agresivos contra el pueblo de México.
Ahora, si bien en el gobierno federal están convencidos que las reformas estructurales que se aprobaron en el Congreso de la Unión, son herramientas que permitirán sentar las bases para el crecimiento que requiere México, bueno la pregunta es: ¿qué está pasando entonces?.
Son reformas que el mismo Videgaray contribuyó su construcción y de las que en algunas, no todas, se desprenden resultados favorables pero que no han sido capaces de poder difundir, pues no hay duda que sí hay ya beneficios que se sienten en la gente y el empresario.
Entonces su renuncia tal vez no es por el manejo en los recursos públicos, sino por el caso Trump a sabiendas de las recomendaciones que no quisieron escuchar para evitar invitarlo. Se van con Videgaray sus brazos fuertes, Fernando Aportela y Aristóteles Núñez.
Andrés Manuel López Obrador ayer reviró al líder priista, Enrique Ochoa que simplemente no atenderá debatir con el porqué no está de su estatura, que esta tierno y alocado dirían los pejistas de San Lázaro que encabeza su coordinadora Rocío Nalhe. Lo desairó como ha desairado al líder panista Ricardo Anaya. Para nadie es secreto que es un político más que recorrido, con grandes tablas y que desde luego no va a quemar con el priista. Que busca uno de su estatura.
No pierda de vista que para enfrentar a López Obrador se necesita más que juventud, se requiere maldad y vagancia política, sino pregúntele a Manlio Fabio Beltrones que cuando fue líder del PRI le atizó “un estate quieto” al responderle que si quería debatir sería pero en la Castañeda, un inmueble que por muchos años recibió para atender a enfermos de loquera.
La llegada de Luis Miranda como Secretario de Desarrollo Social, desató desconfianza en los panistas y perredistas pues a decir del mandamás en el Senado de los amarillos, Miguel Barbosa ese cambio huele a proceso electoral con mayor fuerza para el Estado de México el próximo año.
En ese sentido, la senadora Laura Rojas adelantó que pondrán bajo lupa al funcionario para evitar que utilicen esos programas a favor de votos en esa entidad que gobierna el PRI con Eruviel Avila. La líder perredista, Alejandra Barrales secundó a la panista, pues incluso califico como un operador electoral y que claro que para ellos es preocupante.
Mañana en Querétaro, el gobernador Francisco Domínguez será anfitrión de la Conferencia Nacional de Gobernadores para celebrar una sesión más enfocada al fomento a la industria. No pierda de vista que con la presencia de los gobernadores, anuncie el paquete de cinco importantes inversiones que detonarán el desarrollo económico acompañado con la generación de empleos.
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