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Marcelo Ebrard o la pobreza inexplicable

Fecha: 12 de marzo de 2015 | Autor:

marcelo2Que nuestro país atraviese por una crisis de incredulidad y desconfianza, no es novedad. El propio Presidente Enrique Peña Nieto, habría de reconocerlo, hace sólo unas semanas, en una entrevista concedida al diario británico  Financial Times, al señalar que “ hoy hay, sin duda, una sensación de incredulidad y desconfianza…ha habido una pérdida de confianza y, esto, se ha demostrado en la sospecha y en la duda…” Y sí, en efecto, el tema es, a no dudar, uno de los principales retos que le deben de estar quitando el sueño al Jefe del Ejecutivo.

El problema es que a esa desconfianza, que se expande por todos los rincones de la sociedad, han contribuido muchos y diversos personajes de nuestra clase política, porque para ser justos, en este tema no hay exclusividades. Nuestro folclorismo político es pluripartidista, en el mismo sentido que lo pretende ser nuestra democracia, porque cada día nos encontramos con que los conceptos de responsabilidad, compromiso, vocación de servicio, congruencia ideológica, honestidad, ética, etc. resultan más un estorbo que una cualidad, en el quehacer político y en el acceso al poder.

Esto ha quedado en evidencia ahora con motivo de la auto promoción desplegada por varios de los aspirantes a participar como candidatos para alguno de los cargos que estarán en juego en el proceso electoral del próximo siete de junio. Y es que la desesperación por participar en este proceso ha llevado a los suspirantes a romper con todo protocolo, abandonando cargos para los que fueron electos, ignorando responsabilidades y compromisos adquiridos y haciendo a un lado cualquier principio de lealtad.

Esta etapa del proceso nos ha permitido conocer mejor a algunos personajes de nuestra clase política, lo cual, lejos de contribuir a disminuir esa desconfianza e incredulidad de la que habla el Jefe del Ejecutivo, la acentúa. Y dígame usted, si no.

Va como ejemplo el caso del ex Jefe de Gobierno de esta ciudad, Marcelo Ebrard. Resulta que a don Marcelo  le urge un blindaje que lo libere de toda investigación relacionada con el desastre de la Línea 12 del Metro. La mega obra de su administración en la que, además de las múltiples fallas técnicas que obligaron a la suspensión de su funcionamiento, se han detectado irregularidades en el proceso de licitación, anomalías en la asignación de la obra, costos injustificadamente elevados y cifras que no cuadran.

Así que, el ex Jefe de Gobierno vio en una diputación el fuero que le resolvería sus preocupaciones, sólo que como estos ya no son sus mejores tiempos y sus bonos con la dirigencia perredista están muy devaluados, el PRD no le brindó el cobijo solicitado. Así que, después de renunciar a ese partido, recurrió a su plan B y ahora es candidato plurinominal a una diputación por el partido Movimiento Ciudadano. Pero igual la hubiera aceptado de cualquier otro partido que se la hubiera ofrecido.

El caso es que para mejorar su imagen pública, al menos así lo ha de haber pensado, Ebrard decidió cumplir con la ley de transparencia, haciendo pública su declaración patrimonial y, para sorpresa de todos, resulta que este ex funcionario, que durante su gestión fue declarado el Mejor Alcalde del Mundo, ahora tendría que ser reconocido como el ex alcalde más pobre del mundo, o casi.

Pues resulta que después de una carrera en la administración pública de alrededor de 30 años, ocupando puestos destacados en la administración federal como el de Subsecretario de Relaciones Exteriores; en el Gobierno del Distrito Federal, como Secretario General, Secretario de Seguridad Pública, Secretario de Desarrollo Social y Jefe de Gobierno; en el PRI, como Secretario General, y en el Congreso, como diputado federal, en dos ocasiones, declaró no ser dueño de ninguna propiedad. Su casa, la renta y su auto, también. Ningún bien inmueble, y ya de joyas, obras de arte y cuentas de inversión, ni hablar.

O sea que este político, vive al día, dando consultorías y conferencias que le significan ingresos por 150 mil pesos mensuales, de los cuales dedica poco más de la mitad al pago de la renta de su departamento. Lo anterior, para los mal pensados que lo suponen involucrado en posibles manejos turbios con dineros de la Línea Dorada.

No cabe duda que a Marcelo Ebrard se le pasó la mano y se fue al otro extremo con ánimo de lucir una pobreza que resulta inexplicable. Y así, en contraste con el impresentable presidente municipal de San Blas, Nayarit, el Layín, que declara que robó poquito, Ebrard declara que no le quedó ni poquito.

Como no va a haber incredulidad y desconfianza en la población con semejantes personajes.

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