En el 2012 un Presidente panista entrega a un priista un país con un crecimiento menor al 4%. Los panistas recibieron el país en el 2000 con un crecimiento del 6.6%. En ese dato se basan algunos analistas para afirmar que el PAN entregará una peor economía a la que recibió. En el 2000 los Estados Unidos, principal motor de la economía mexicana, creció cerca del 4% mientras en el 2012 apenas rebasará el 2%, y según Standard & Poor’s, al país que más afectan los bajos crecimientos de los EUA es a México.
Pero a pesar de la recesión del 2009, considerada la más profunda en los últimos 80 años, el nuevo Presidente, Enrique Peña Nieto, recibirá una economía en crecimiento, generando empleos y con un porcentaje menor de pobres. Hay indicadores que muestran que los gobiernos de los dos últimos sexenios entregarán una economía mejor a la que recibieron.
La inflación en el año 2000 fue del 8.9%, en 2012 será de aproximadamente 4.2%, la mitad. En el 2000 la tasa de interés promedio a las pequeñas empresas era del 18% actualmente, según datos de NAFIN, menores al 5%. El promedio de tasa de crédito hipotecario en el 2000 era del 18%, actualmente de alrededor del 12%. Las tasas de tarjeta de crédito, que en el 2000 promediaban el 43%, andan por el 24% en 2012. La deuda externa se redujo un poco en relación al PIB, de 12 a 11%. Las reservas internacionales se incrementaron del 33.5 mil millones de dólares, a más de 162 mil millones, crecieron 5 veces.
Las exportaciones totales, que en el 2000 fueron de 166 mil millones de dólares, se calculan en 370 mil millones en el 2012, más del doble. En el 2000 se crearon 545 mil empleos, en el 2012, a pesar de la recesión mundial, 865 mil.
Del 2000 al 2010, el número de pobres se redujo del 50% al 45% y la clase media aumentó del 43% al 48%, por primera vez en México hay más clase media que pobres, los ricos se mantuvieron en el 7%. México cuenta con uno de los sistemas financieros más sólidos del mundo y un crecimiento, aunque bajo, más alto que el de todos los países europeos, Estados Unidos y Brasil, a pesar de que en los dos últimos sexenios, el Congreso no aprobó las reformas estructurales, necesarias para lograr un mayor crecimiento y más empleos.