Última actualización el octubre 18, 2024
Tiempo de lectura: 15 minutosEDUCACIÓN
En 2002 se publicó en el Diario Oficial de la Federación que la educación preescolar se debe cursar en forma obligatoria, y conforme a la Ley General de Educación, es obligación del Estado (Artículo 3) y de los padres (Artículo 4) hacer cumplir este derecho que tienen los niños de 3 a 5 años de edad. Especialistas en la materia concuerdan que con el trabajo educativo a este nivel, los niños pueden potencializar sus habilidades, y con ello, optimizar su aprendizaje en los subsiguientes niveles escolares. Datos censales de 2010 indican que 45% de los niños de 3 a 5 años de edad cuentan con algún grado de preescolar, esto significa que más de la mitad no están desarrollando sus habilidades escolares a este nivel, lo que puede repercutir en su aprendizaje y socialización futura.
La educación es fundamental para el desarrollo y el bienestar del niño y en nuestro país el Sistema Nacional de Educación ha hecho un gran esfuerzo por proveer un servicio educativo a todos los mexicanos, y aunque los avances han sido importantes, aún se observa que la cobertura en la educación básica no es universal. Conforme a los resultados del Censo 2010, 4.8% de la población de 6 a 14 años no asiste a la escuela. No recibir la educación elemental para que la población adquiera la habilidad de la lectoescritura atenta contra un derecho universal y los efectos resultan devastadores para quien lo padece: “…haciendo que las personas carezcan del reconocimiento social que merecen, presenten baja autoestima, autonomía y poca reflexión crítica; sean ‘víctimas de engaños’ y presenten limitaciones a la hora de conocer y de acceder a los derechos individuales que la ley les otorga, así como para participar activamente en la consecución de los derechos colectivos, que son esenciales para la dignidad del ser humano”.
A los siete años de edad, los niños deben tener la habilidad de la lectoescritura, ya que oficialmente a los seis años ingresan al primer año de primaria, en 2010, 3.6% de la población de 8 a 14 años no ha desarrollado esta habilidad, y de éstos, 29.6% no asiste a la escuela por lo que resulta probable que no adquieran esta habilidad o la adquieran tardíamente. Este es un problema estructural que se concentra en las regiones menos desarrolladas, al interior del país se observa que 62.4% de los niños de 8 a 14 años que no cuentan con la habilidad de la lectoescritura residen en los municipios de muy alta, alta y mediana marginación; habría que señalar que este índice se construye con nueve variables socioeconómicas, en las que se encuentra la población de 15 años y más que no sabe leer ni escribir, el hecho de que la mayor parte de los niños de 8 a 14 años que no cuentan con la habilidad de la lectoescritura residan en dichos municipios corrobora un rezago que tiende a trasladarse generacionalmente.
TRABAJO INFANTIL
El trabajo infantil constituye una violación de los derechos de los niños ya que impide su sano crecimiento y trunca su desarrollo escolar, de acuerdo con el UNICEF “en cualquier país el trabajo infantil es un obstáculo para el desarrollo social y económico, ya que socava las competencias de su futura fuerza laboral y favorece la transmisión intergeneracional de la pobreza, al tiempo que perpetúa las desigualdades existentes”. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “cerca de 215 millones de niños trabajan en el mundo, muchos de tiempo completo, no van a la escuela y no tienen tiempo para jugar; más de la mitad de éstos se encuentran expuestos a las peores formas de trabajo infantil como trabajo en ambientes peligrosos, esclavitud, y otras formas de trabajo forzoso, actividades ilícitas incluyendo el tráfico de drogas y prostitución, así como su participación involuntaria en los conflictos armados.”
En México, la Ley Federal del Trabajo establece una prohibición en la utilización del trabajo de los menores de catorce años, así como los mayores de esta edad y menores de dieciséis que no hayan terminado su educación obligatoria, necesitando en estos últimos, la autorización de los padres o tutores.[1]De acuerdo con los resultados del Módulo de Trabajo Infantil 2011, en el país hay 1.2 millones de niños de 5 a 14 años que realizan una actividad económica, ello implica una tasa de ocupación de 5.6 por ciento. Una proporción significativa de los niños que trabajan no asiste a la escuela (14.6%) y los que asisten (85.4%) combina trabajo y estudio lo que puede traducirse en un bajo rendimiento escolar.
Tasas de la población ocupada de 5 a 14 años por características laborales según sexo 2011
Conforme al tipo de ocupación, más de la tercera parte (34.3%) se ocupan en actividades agropecuarias; 24.9% son comerciantes y empleados de comercios establecidos y 14.6% son trabajadores industriales, artesanos y ayudantes. Por sexo, la tasa de ocupación es mayor en los niños (7.5%) que en las niñas (3.7%); los primeros realizan principalmente actividades agropecuarias (43.8%), en tanto que las niñas se emplean principalmente en comercios establecidos (37.7 por ciento). De acuerdo al módulo de trabajo infantil, 13.1% de los niños de 5 a 14 años que laboran tienen jornadas de más de 34 horas a la semana y 16.7% no tiene un horario regular de trabajo; 5.9% trabajan en lugares no apropiados o no permitidos; 21.4% están expuestos a riesgos en su trabajo y 2.5% tuvo un accidente, lesión o enfermedad que requirió atención médica. Otros aspectos que caracterizan el trabajo infantil es que 60.1% no recibe ingreso por su trabajo; de los que perciben ingresos, 82.1% recibe hasta un salario mínimo, 15.4% recibe más de uno y hasta dos salarios mínimos, y sólo 2.5% recibe más de dos. Tres de cada cuatro niños (75%) trabajan con un familiar y al preguntarles por los motivos por los que trabajan, 34% declaró que el hogar necesita de su trabajo, 19.5% necesita el dinero para pagar su escuela y/o sus propios gastos, 20.5% trabaja para aprender un oficio y 6.4% declararon que en su hogar se necesita de su aportación económica.
MALTRATO INFANTIL
Los niños tienen el derecho a ser protegidos de toda forma de violencia, la Convención sobre los Derechos del Niño establece en su Artículo 19 que “los Estados Parte deben adoptar todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio, abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un tutor o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo.” En México, la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes ratifica este compromiso y establece la obligación de los tutores (Artículo 11) y del Estado (Artículo 13) por velar el cumplimiento de este derecho.
A pesar de que es un derecho fundamental, los niños experimentan violencia en el hogar, la escuela y en su comunidad, es decir, en espacios que debieran ser de protección, afecto y estímulo para su desarrollo integral. Estimaciones realizadas por organismos internacionales señalan “que todos los años 275 millones de niños y niñas en el mundo son víctimas de violencia dentro de sus hogares y unos 40 millones de menores de 15 años sufren violencia, abusos y abandono, fenómenos que se reportan en distintos ámbitos: la familia, escuela, comunidad, calles y situaciones de trabajo.” Las denuncias dan sólo cuenta parcial de la magnitud del maltrato, ya que en muchos casos no se denuncia el hecho por miedo a represalias, por desconocimiento de las leyes o porque se asume que el castigo físico y verbal forman parte natural de la educación del niño. En nuestro país, la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia (incorporada al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia) señala que en 2009 se registró el maltrato de 21 mil 060 niñas y de 19 mil 089 niños.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) comenta que “la mayoría de las personas que golpean a sus hijos con la intención de corregirlos no son conscientes de que los golpes son poco eficaces para educar y que producen daño real o potencial sobre la salud, desarrollo, la dignidad y la autoestima del niño; cuando se afecta su autoestima, se perturba su capacidad de relacionarse, la habilidad para expresarse y sentir, deteriora su personalidad, su socialización y, en general, el desarrollo armónico de sus emociones y habilidades.”Especialistas en la materia comentan que la violencia sobre los hijos es más frecuente donde la mujer sufre violencia por parte de su pareja,según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, en 2011, 38.6% de las mujeres de 15 años y más unidas o alguna vez unidas (separadas, divorciadas o viudas) ejercían violencia física hacía sus hijos cuando ellas sufrían algún tipo de violencia (emocional, económica, física o sexual) por parte de su pareja en los últimos 12 meses; en las mujeres sin incidentes de violencia este porcentaje disminuye a 21.5 por ciento.