Última actualización el octubre 18, 2024
Tiempo de lectura: 3 minutos– Según datos de la ENADID 2014, 96.8% de la población del país forma parte de un hogar familiar.
– En 2014, los hogares nucleares tienen en promedio 3.6 integrantes y los extensos 5.2.
– En 2014, 73.6% de los hogares tiene como jefe a un varón y 26.4% a una mujer.
– De la composición de los hogares familiares en México, sobresale como principal forma de organización la del jefe, cónyuge y los hijos con 62.8 por ciento, seguida por los hogares constituidos por uno de los padres y sus hijos con 20.1 por ciento.
– Según datos de la ENOE, en 2015 la tasa de participación económica de las jefas de hogar es 53.4% superior a la tasa de participación económica del total de mujeres que es 42.4 por ciento.
La familia, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado, pues constituye el grupo social elemental en el que la mayoría de la población se organiza para satisfacer las necesidades más esenciales de las personas como: comer, dormir, alimentarse, etc. Además, constituye el ámbito en el cual los individuos nacen y se desarrollan, así como el contexto donde se construye la identidad de las personas por medio de la transmisión y actualización de los patrones de socialización.
En México, se declaró “Día Nacional de la Familia” el primer domingo de marzo mediante un decreto presidencial publicado en 2006. Para conmemorarlo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presenta una breve caracterización de la situación de las familias mexicanas, mediante algunos indicadores sociodemográficos y económicos seleccionados.
Tradicionalmente, los estudios sociodemográficos sobre la familia se centran en el análisis del hogar para abordar las formas en que los grupos domésticos se organizan para llevar a cabo la subsistencia cotidiana y para reproducirse en el transcurso del tiempo. El hogar representa una pequeña colectividad social en donde sus integrantes comparten una identidad común —sustentada generalmente en el parentesco— y cierto sentido de solidaridad derivado de una residencia y una economía común. Esto supone que los miembros de un hogar no solo están unidos por lazos de sangre, adopción o alianza, sino que establecen relaciones interdependientes para satisfacer sus necesidades, asignar y cumplir deberes y responsabilidades en función de características demográficas y sociales individuales.
Población en hogares familiares
En las últimas décadas, las sociedades occidentales contemporáneas han experimentado cambios de diferentes dimensiones tanto en lo económico, social y cultural. La familia como institución básica de reproducción social ha sido parte de estas transformaciones.
La familia mexicana ha experimentado cambios de gran relevancia en las condiciones sociodemográficas que influyen de manera directa en la conformación de los arreglos familiares, vinculadas principalmente con los patrones del crecimiento económico, el incremento de la fuerza de trabajo asalariada, la migración del campo a la ciudad y la consiguiente expansión de las principales ciudades del país; además se dieron avances importantes en materia de educación, salud y seguridad social.
De acuerdo con la investigación social contemporánea, cambios de orden demográfico (el comportamiento de la fecundidad, la mortalidad y la migración interna e internacional, una mayor inserción en el mercado laboral de las mujeres, variaciones en las tendencias de la nupcialidad y disolución conyugal, entre otros) han influenciado la evolución en la composición y estructura de la familia.
Pese a los cambios sucedidos en los factores que influyen en la estructura y dinámicas familiares, la convivencia en hogares de tipo familiar se mantiene como la forma de organización predominante de la población. De acuerdo con información de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2014, 96.8% de la población habita en hogares familiares, es decir, en grupos donde los miembros tienen alguna relación de parentesco con el jefe del hogar, mientras 2.7% de la población permanece sola y 0.5% reside en la misma vivienda con otras personas sin mediar una relación de parentesco.
La clasificación que se hace del conjunto de hogares familiares se divide en nucleares (que se componen usualmente de: el jefe, su cónyuge y/o sus hijos, un jefe con sus hijos o pareja sin hijos) que representan 67.6 por ciento; y los extensos (que se integran por un hogar nuclear al que se han agregado otros parientes o no parientes) concentran 21.5 por ciento. Los primeros agrupan a 68.6% de la población y los segundos a 31.3 por ciento.
Los hogares nucleares presentan una mayor proporción de menores de 15 años (29.1%), respecto a los hogares extensos (26.9%); mientras que los hogares extensos tienen una mayor proporción de adultos de 60 y más años (12.3%) que los nucleares (8.7%).
Los hogares nucleares presentan una similar proporción de hombres (49.7%) y mujeres (50.3%); mientras que los extensos tienen mayor presencia de mujeres (53.8%) que de hombres (46.2 por ciento).