Por Miguel Tirado Rasso
En nuestro escenario político electoral, participan 9 partidos políticos con registro legal, cuyos intereses, no necesariamente relacionados con su plataforma ideológica o su compromiso social, los han llevado a conformar alianzas para contender en el proceso electoral para la presidencia de la República de 2018.
En una circunstancia en la que está visto que ninguna de estas organizaciones, por sí sola, tendría posibilidades de triunfar en la carrera hacia Los Pinos, las principales fuerzas políticas, PRI, PAN, Morena y PRD, buscaron fortalecer su posición con la incorporación de los partidos que, no obstante su escasa presencia nacional, puedan aportarles los puntos necesarios para ganar una elección que se ve muy reñida.
La primera alianza electoral en registrarse ante la autoridad, fue la del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, bajo la denominación de Por México al Frente, alianza que, ya se había trabajado algún tiempo atrás, bajo el nombre de Frente Amplio Opositor, que luego tornó en Frente Amplio Democrático, con el objetivo, declarado por sus fundadores, de derrotar al PRI-gobierno.
Posteriormente, con la incorporación del Partido Movimiento Ciudadano, éste se convertiría en Frente Ciudadano por México, cuyo mayor reto constituía la designación de su candidato presidencial sin que la alianza se deshiciera en el intento. Y, contra lo que muchos suponían que no se iba a lograr, por los intereses en juego, finalmente se resolvió con una negociación de reparto de posiciones, lo que satisfizo intereses y eliminó la exigencia de algunos para que la candidatura presidencial se sometiera a un proceso democrático, transparente y abierto.
Pero los dados estaban cargados desde el principio, así que, con su auto destape como candidato presidencial, el proyecto personal del dirigente del PAN, Ricardo Anaya, se hizo realidad. Y, aunque en el camino hacia su candidatura, el queretano dejó lesionados, agraviados y resentidos, dentro y fuera de su partido, su auto postulación como candidato del PAN y su registro como candidato presidencial del Frente transcurrieron sin incidentes y con el apoyo de panistas y frentistas o, al menos, así se percibió. Quizás más adelante, cuando el reparto de las candidaturas se materialice, haya quién en el blanquiazul no esté muy conforme y reclame por los costos que ese partido aceptó pagar a cambio de esta candidatura y también brinquen algunos perredistas, no muy convencidos en votar por un candidato panista. Porque este acuerdo cupular, no asegura la aceptación automática de las bases.
Se habla de que el PRD tendrá derecho a proponer candidatos (a diputados federales) en más de 100 distritos electorales, sobre 30 para el Senado y en cuatro o cinco de las 9 gubernaturas en disputa. Algo inimaginable para el Sol Azteca, cuyo posicionamiento político anda por los suelos. Claro que todavía está por verse que sus candidatos ganen la elección, pero al menos, el riesgo de perder su registro en algunos estados, parece haberse alejado.
En condiciones similares está Movimiento Ciudadano, a quien, guardando la debida proporción, también le resultó muy conveniente subirse al tren del Frente. Este partido tampoco está en sus mejores momentos, por lo que la alianza le abre insospechadas posibilidades a las que difícilmente podría aspirar de otra manera. ¿Y el PAN?, pues alguien tenía que repartir y, en consideración a su mayor peso político, si bien, le tocó proponer la máxima candidatura, también le corresponde asumir los costos de la negociación.
Morena, por su parte, sin conflicto ni competencia para elegir a su candidato presidencial, pues desde su creación, Andrés Manuel López Obrador, su fundador, ya se había auto postulado, sumó a los partidos del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES), para formar la alianza denominada Juntos haremos historia, para sorpresa de los que suponían que, por su origen hidalguense, además de otras razones, Encuentro Social se le veía más próximo al PRI.
Finalmente, al igual que el Partido del Trabajo, Encuentro Social optó por irse con quién, hasta hoy, aparece a la cabeza en las encuestas de opinión, lo que les garantiza a estos dos institutos la conservación de su registro, que es lo que constituye su mayor preocupación. Ya el PT, hace poco tiempo, vivió una agonía de la que lo rescató el PRI.
El tricolor también formó una alianza de tres institutos, al sumar al Partido Verde, su aliado de los últimos años, cuya contribución en votos es cada vez más raquítica, y al Partido Nueva Alianza que, si bien, anduvo coqueteando con el Frente Ciudadano por México, ante la indiferencia mostrada por sus dirigentes, optó por dialogar con el candidato priista, José Antonio Meade, para incorporarse a su proyecto.
Definidos los candidatos de los partidos políticos, sólo queda esperar a que, quienes optaron por la vía independiente, cumplan con los requisitos para su registro, que, para estas fechas, pareciera que sólo dos, Jaime Rodríguez, el gobernador con licencia, y Margarita Zavala, pudieran lograrlo. Entonces, el escenario electoral para la silla presidencial estará con el elenco completo, con tres candidatos partidistas y uno o máximo dos candidatos independientes o ciudadanos. Como los quiera usted llamar, si bien, poco tienen de independientes y todos somos ciudadanos.
Por lo pronto, el día de hoy arranca el período de las precampañas y el bombardeo de inmisericorde de casi 60 millones de spots, para lo que sirvan.