Por Rogelio Varela
Si a finales del año pasado alguien le hubiera dicho que a menos de tres meses de las elecciones federales el dólar estaría cerca de romper el piso de los 18 pesos sin duda le habría contestado que pecaba de optimista.
La historia de las últimas tres elecciones ha marcado presiones para el tipo de cambio que hasta el momento no se han presentado. Quizá sea otro el panorama cuando estemos más cerca del 1 de julio.
El dólar tampoco ha subido a pesar de las ríspidas negociaciones del TLCAN con un gobierno de Donald Trump que un día sí y otro también ataca a México.
De hecho, la recuperación de nuestra moneda –que llevó ayer en la apertura al tipo de cambio a niveles de 18.0520 pesos– obedece a que se ha abierto una ventana de oportunidad para concluir en este mes la revisión del acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá.
Al parecer la letra de cambio es una subida a 85 por ciento en las reglas de origen para la industria automotriz, tal y como lo exigió Trump a los negociadores y a las armadoras de automóviles.
El caso es que en los tres primeros meses de 2018 el peso ha ganado cerca de 3 por ciento al pasar de 19.202 en diciembre a 18.6367 al cierre de marzo pasado, y como le digo, en esta semana el dólar ha amagado con romper la barrera psicológica de los 18 pesos.
Hace unos días el gobernador de Banco de México, Alejandro Díaz de León dijo que la depreciación de nuestra moneda de los últimos dos años y la subida en la tasa de referencia del banco central de 2017 le da un margen relevante al peso ante la volatilidad de un año electoral y las presiones del exterior. No se ha equivocado.