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Sin sustento aranceles al acero mexicano: IDIC

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Los aranceles a la exportación de acero y aluminio que México realiza a Estados Unidos no tienen justificación económica:

 

    • En primera instancia porque Estados Unidos mantiene un superávit estructural con México en fundición de acero, productos manufacturados de hierro y acero y en aluminio y sus manufacturas.
    • En segundo término, porque la industria siderúrgica mexicana no recibe beneficios fiscales o de financiamiento por parte del gobierno.
    • Estados Unidos decidió interponer a los sectores del aluminio y el acero como mecanismos de presión.
    • Es falso que México atenta contra la seguridad nacional de Estados Unidos.
    • Apoyamos la respuesta del gobierno mexicano en estas medidas porque es claro que la negociación no es suficiente.
    • Esta determinación de Estados Unidos muestra la necesidad de contar con un proyecto de desarrollo industrial que favorezca el contenido nacional y la integración productiva de cadenas de valor para no estar sujetos a cambios unilaterales que puedan suscitarse de cualquier país. 
    • Tenemos que cuidar el comercio internacional, pero también la producción en nuestro país, por su relevancia en la generación de empleos, inversiones y crecimiento económico de México.
    • De acuerdo con la información del Census Bureau de Estados Unidos, durante 2017:
      • México exportó a Estados Unidos 1,972 millones de dólares clasificados como fundición de hierro y acero. Ello representó solo el 6.21% del total de importaciones norteamericanas en el rubro. El saldo comercial con México fue favorable para los norteamericanos por 2,766 millones de dólares. Con China el SUPERAVIT fue de 387 millones, su último déficit con el país asiático fue en 2015.
      • En el mismo periodo, México exportó 4,532 millones de dólares de manufacturas de hierro y acero a Estados Unidos, 11.6% del total. La balanza comercial fue positiva para la primera potencia del orbe por 665 millones de dólares. Como punto de comparación: Estados Unidos tuvo un déficit con China por 11.6 mil millones de dólares.
    • En aluminio y sus manufacturas Estados Unidos tuvo un superávit con México de 2,810 millones de dólares y con China un déficit de 2,050 millones de dólares. Además, la producción de hierro, acero y aluminio se ha encarecido en México por el incremento en el precio de energéticos, mayores costos de transporte, combustibles, insumos intermedios, maquinaria que se importan para fabricar y más inseguridad.
    • La presencia de competencia desleal que las empresas de este sector enfrentan por parte de las importaciones provenientes de otros países y ante lo cual no se han instrumentado medidas necesarias y suficientes.

 

  • El déficit de Estados Unidos no se genera en la producción y manufactura básica de hierro, acero y aluminio, sino en todos los productos manufacturados en otros sectores industriales. Representa el resultado de haber enviado las cadenas productivas al Este de Asia.

 

 

En ese sentido, Estados Unidos debe excluir a México de la imposición de aranceles que el presidente Donald Trump anunció.

 

  • De igual forma es indispensable que el gobierno mexicano instrumente una sólida defensa de la industria siderúrgica.

 

Como ocurrió en los casos de competencia desleal que se han presentado durante la última década, las empresas nacionales tienen argumentos para mostrar que su producción y exportación no representa un riesgo para Estados Unidos, por el contrario, complementa a la producción de algunas cadenas productivas.

Adicionalmente: empresas mexicanas hicieron inversiones en Estados Unidos que permitieron integrar mejor las cadenas productivas en América del Norte y con ello mantener el empleo de mexicanos y norteamericanos en la fabricación de bienes de hierro y acero, algo que los propios empresarios de Estados Unidos no realizaron.

Se debe ser claro: los aranceles que Estados Unidos impone en acero y aluminio corresponden a una Guerra Comercial que libra con China, de la cual México debe deslindarse.

El mundo, y particularmente México, está pagando una factura por haber tomado una posición de tolerancia ante la competencia desleal y la sobreproducción global de hierro, acero y aluminio. Las negociaciones de los últimos cuatro años no inhibieron la estrategia de China, nación que tiene el objetivo de desarrollar su economía y para lo cual ha implementado una ambiciosa estrategia de política industrial que ha privilegiado el crecimiento de su industria siderúrgica, del aluminio y el cemento, pilares fundamentales sobre los cuales también ha construido una enorme capacidad industrial de tecnología avanzada.

China pertenece a la Organización Mundial de Comercio (OMC), pero supedita las reglas de la organización a su Interés Nacional y a su estrategia de política económica. Al contrario de lo establecido en México, en donde el marco de política económica e industrial se subordinó a los acuerdos internacionales firmados. ¿Hacia dónde va la tendencia global? Las naciones líderes tienden a favorecer su Interés Nacional.

Donald Trump anuncia medidas que van en un sentido similar al de China, solo que en lugar de elaborar un programa de política industrial y de inclusión desea hacerlo desde el papel dominante de Estados Unidos, una estrategia de confrontación que el propio Trump racionaliza como una Guerra Comercial que es buena y fácil de ganar.

Seguramente que esto forma parte de su ruptura con los intereses comerciales de sus grandes empresas. De igual forma es un mecanismo de presión en la renegociación del TLCAN. Finalmente, esto traerá un endurecimiento diplomático norteamericano, lo cual se verá en el cambio de la embajadora en México, quien ocupe la vacante ejercerá mayor presión en el gobierno mexicano, legisladores y en las empresas. Buscará imponer el Interés Nacional de Estados Unidos.

Ante la falta de un pronunciamiento de la OMC, la OCDE (hoy reunidos en Paris), el FMI y el Banco Mundial, organismos multilaterales cuyas raíces son distintas al orden mundial que China y Trump están configurando, México deberá implementar una nueva estrategia de política económica, industrial y comercial. El Interés Nacional deberá marcar la nueva línea, el fin del idealismo del libre comercio ha terminado. El primer ejemplo de la defensa que se necesita deberá comenzar por el acero y el aluminio.