Por Consultores Internacionales
• A seis meses de distancia, las variables económicas se han “establecido”, pero aún quedan aspectos por avizorar en el futuro; lo importante será mantener la estabilidad.
• Bien por la diversificación del comercio exterior, pero pendiente TLCAN y potencial guerra comercial con Estados Unidos. El reto: confianza en los mercados y señal de una economía competitiva para invertir.
• Proceso electoral sin contratiempos, aunque no hay que quitar el dedo del renglón: disciplina fiscal; inversión en infraestructura y fortalecimiento de la industria nacional, pero sobretodo, política educativa de futuro que dignifique el trabajo.
En la ciencia económica no existen las bolas de cristal, pero sí el ejercicio de proyectar y prospectar. En diciembre del 2017, nos referimos al año 2018 como un año de incertidumbre debido a factores externos como las delicadas renegociaciones del Tratado de Libre Comercio con América del Norte y el impacto de la reforma
tributaria aprobada en Estados Unidos; e internos, como la volatilidad del tipo de cambio, la elevada inflación y los resultados de las elecciones. A seis meses de distancia, el escenario económico marcó sus resultados, pero aún quedan aspectos por avizorar en el futuro.
En el contexto externo, en materia de comercio, se concretó la renegociación del Tratado de Libre Comercio de México con la Unión Europea (TLCUEM) y se ratificó el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) lo que beneficiará el acceso liberalizado al mercado europeo y de Asia Pacífico; si se
ajustara la política industrial y se establecieran las cadenas productivas para generar oferta exportable. Así mismo no se ha concretado la renegociación del TLCAN ya que hay asuntos pendientes como la temporalidad agrícola, las reglas de origen del sector automotriz y la cláusula de extinción quinquenal que se retomarán a partir del 26 de julio en medio de una disputa comercial con Estados Unidos por los
aranceles impuestos al aluminio y al acero proveniente de México y Canadá.
Sobre las inversiones en México, destaca que al primer trimestre de 2018, de acuerdo con el Banco de México, el balance en los flujos de inversión directa fue de 6,951 millones de dólares (mdd), monto menor al observado en 37% respecto del mismo periodo en 2017, en el que entraron 11,037 mdd. Este comportamiento es acorde con el previsto por el Instituto de Finanzas Internacionales, que prevé para el segundo semestre un panorama complicado en la inversión de cartera debido a la incertidumbre entre inversionistas motivado por el cambio de gobierno y el
fortalecimiento del dólar.
En los factores internos, el tipo de cambio se caracterizó por la alta volatilidad. La moneda nacional inició el año en 19.37 pesos por dólar, a mediados de abril avanzó a 17.97 pesos para después cotizar hasta en 20.71 pesos a mediados de junio. Recientemente peso ha recuperado terreno y en la actualidad se cotiza en 19.01 pesos por dólar.
Sin duda los altibajos cambiarios generaron presiones inflacionarias que lograron sortearse con dos movimientos de la tasa objetivo del Banco de México pasando de 7.25% a 7.75%, motivados por la tendencia internacional alcista de tasas, así como al anclaje de las expectativas. El año 2017 cerró con una inflación general de 6.77% anual y al cierre de junio se colocó en 4.65% respecto del mismo periodo de 2017; si bien hay avances, también áreas de oportunidad en la maduración y la regulación de los mercados energéticos, sobre todo en gasolinas y gas L.P. que
han presentado alzas significativas debido a la elevada importación y el tipo de cambio como contingente.
Finalmente, habría que señalar que el proceso post electoral no se ha completado de forma agresiva hasta este momento sin que ello represente que todo esté solucionado.
La madurez de la economía mexicana y sus fundamentos han sido base para mantener la estabilidad económica y aunque el gobierno electo ha iniciado sus planteamientos a tambor batiente, esto no significa que el gobierno constitucional establecido hasta el 1 de diciembre deje de funcionar de manera eficiente y como está previsto y
señalado básicamente aceptado por todos los actores políticos será una transición ordenada, respetuosa y que no proyectará rencores ni venganzas.
Los mensajes de reordenamiento en el gasto y disciplina fiscal y baja salarial así como los de austeridad y reubicación territorial del ejecutivo federal son medidas que piensa instalar el próximo gobierno, pero no se sabe cómo se logrará implementar y los efectos que tenga. Esto está en duda en la opinión de la ciudadanía.