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El dilema económico de Argentina

Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Philippe Waechter – Economista en Jefe, de Ostrum Asset Management, filial de Natixis IM

El peso argentino continua con tendencia a la baja desde mediados del 2012, pero su depreciación se aceleró bastante desde mediados de abril del 2018. La razón de este reciente cambio es que las expectativas de la política monetaria cambiaron drásticamente luego de una muy estricta política fiscal implementada por la presidencia de EEUU. La Reserva Federal no tuvo otra alternativa que una política monetaria más restrictiva para evitar el desequilibrio.

Una de las consecuencias de lo anterior fue el fortalecimiento del dólar, lo cual derivó en una crisis emergente con fugas considerables de capital y una menor liquidez.

Las particularidades que Argentina comparte con algunos otros países como Turquía o Sudáfrica incluyen un enorme déficit en la cuenta corriente y una deuda externa denominada principalmente en dólares. Por tanto, un dólar más fuerte se asocia con un costo de la deuda más elevado.

La débil economía argentina se basa en el hecho de que Argentina debe desplegar al menor USD 50 mil millones (algunos afirman que 77) durante el resto del 2018 y en el 2019. Debido a que el mercado de deuda para Argentina carece de liquidez y a un peso más devaluado, el gobierno argentino solicitó al FMI la provisión de liquidez.

He aquí la parte complicada de la historia: el FMI exige una política económica más ortodoxa, capaz de combatir la inflación (31% en julio) y de restaurar la sostenibilidad de la deuda con un déficit publico menor al actual, de 1.3% del PIB.

Lo anterior no es un buen plan para el presidente Macri, quien espera reelegirse el año próximo. Una política económica demasiado estricta conllevaría a una recesión aún más profunda, comparada con la recesión que ya es inevitable. Macri no desea emprender medidas impopulares que podrían dañar a Argentina y su población.

Es esta incertidumbre la que genera una ambigüedad para Argentina. El país quiere mantenerse a flote y el FMI quiere imponer sus reglas. Este fue el motivo del mensaje de Macri la semana pasada. Este llamado desesperado hundió más al peso. La tasa más alta del banco central, en 60%, realmente no cambió el panorama.

La expectativa

Mientras Macri de indicios de que el destino de Argentina está en las manos del FMI, el peso seguirá debilitándose. Una mayor presión sobre el FMI podría acelerar la tendencia a la baja. Macri deberá cambiar la opinión de la gente tanto interna como externamente. Hemos visto que la tasa del banco central a 60% no modifica el panorama. Por tanto, Macri debe cambiar la percepción de los inversionistas sobre Argentina, lo cual es una tarea muy complicada, porque ya se han registrado transferencias de pesos a algunas cuentas bancarias de EEUU en dólares.

La única posibilidad en el corto plazo podría provenir de un firme compromiso del FMI pero con una fuerte condicional en la política económica como lo mencioné anteriormente. Adherirse a este proceso sería negativo para Macri y su posibilidad de reelegirse. En otras palabras, Macri deberá esforzarse con el fin de colocar a la economía argentina en la trayectoria más sostenible, pero con un alto costo para él, ya que no podría lograr una reelección.

Esta es la única forma de reconstruir la economía de Argentina y de prevenir una crisis significativa y persistente que igualmente sería fatal para él.