La afirmación de la calificación refleja la extensa y diversificada economía de México, siendo la segunda más grande después de la de China entre sus pares de la categoría ‘A’, la ausencia de grandes desequilibrios macroeconómicos, y su elevada fortaleza fiscal que se encuentra prácticamente en línea con los pares de calificación ‘A’. Las débiles tasas de crecimiento y la fortaleza institucional más débil que la de sus pares continúan siendo debilidades crediticias para el país. El historial de México en mantener políticas macroeconómicas prudentes le ha permitido enfrentar choques durante la última década, incluyendo el choque de precios del petróleo y las renegociaciones del tratado comercial con Estados Unidos, mientras retuvo la confianza de los inversionistas locales y extranjeros.
Adicionalmente, la calificación de A3/Aaa.mx también está sustentada por un sistema bancario saludable y una mejor estructura de ingresos gubernamentales que ha reducido su dependencia en el ingreso petrolero como resultado del incremento en la recaudación de impuestos proveniente de la reforma fiscal de 2014.
QUÉ PUDIERA CAMBIAR LA CALIFICACIÓN AL ALZA
Aunque no es probable que se dé un alza de la calificación A3 en el futuro cercano, la perspectiva podría regresar a estable si se recupera la confianza en la habilidad del gobierno para establecer e implementar políticas predecibles. Un crecimiento más alto y sostenido, junto con un fortalecimiento considerable del balance general del gobierno pudiera con el tiempo dar lugar a un alza de la calificación de México.
QUÉ PUDIERA CAMBIAR LA CALIFICACIÓN A LA BAJA
Mayor evidencia de que el crecimiento a mediano plazo se encuentra en declive, ya sea como resultado de políticas públicas que directamente afectan el crecimiento o debido a la continua falta de predictibilidad de las mismas, generaría presiones a la baja en la calificación A3/Aaa.mx. Mayores déficits fiscales que ocasionen que la trayectoria de la deuda gire hacia el alza, ya sea debido al apoyo financiero a PEMEX o por cualquier otro motivo, también podrían ocasionar una baja de la calificación. El horizonte a lo largo del cual pueden materializarse estas tendencias es incierto. Si bien acciones de política (u omisiones) por parte de las autoridades pueden llevar a Moody’s a concluir que estos riesgos llegarían a materializarse, un período de hasta de 18 meses puede ser necesario para evaluar las consecuencias crediticias de la incertidumbre derivada de las tensiones inherentes entre la política gubernamental y la interacción de ésta con el sentir de los inversionistas.