La Sader promueve una agricultura sustentable; avanzar en la autosuficiencia conduce a la soberanía alimentaria, señaló el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria, Víctor Suárez Carrera.
Afirma el científico Édgar Quero que aprender a usar la energía solar, los microorganismos y la materia orgánica permite duplicar rendimientos sin usar fertilizantes químicos.
Producir en México los alimentos básicos que consumimos, como maíz, frijol, trigo panificable, arroz, leche, huevo y carnes, semillas, fertilizantes químicos y biológicos, los medios de resistencia y regulación de plagas y enfermedades, así como los conocimientos y tecnologías implícitos, es la base para alcanzar la autosuficiencia alimentaria nacional, afirmó el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Víctor Suárez Carrera.
Su producción conduce a la soberanía alimentaria, subrayó durante la primera edición de las Conferencias Mensuales “Autosuficiencia alimentaria e innovaciones tecnológicas con prácticas sustentables”, realizada en la sede de la Sader en la Ciudad de México.
Destacó que la soberanía alimentaria y la soberanía energética son los dos pilares de la soberanía nacional, visión con la que trabaja la Sader apoyando la producción y las capacidades de los agricultores, con especial énfasis en los de pequeña escala, las comunidades indígenas, las mujeres y los jóvenes.
Aseguró que una tarea principal es inducir una transición a sistemas agrícolas sustentables, pues “buscamos un cambio sistémico, un cambio de paradigma. No más revolución verde. Es preciso pasar de una agricultura de insumos a una Agricultura de Conocimientos Integrados y Manejo Integrado de Cultivos Inducidos (ACCI-MICI)”, con incidencia en las pequeñas y medianas unidades de producción, que es donde se encuentra el mayor potencial de incremento de productividad y que por décadas estuvieron en el abandono.
El modelo ACCI-MICI, que está aún en construcción y es impulsado por científicos como Juan José Valdespino y Édgar Quero, así como por organizaciones campesinas de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo (ANEC), implica prácticas sustentables e interacción de científicos con campesinos.
Los resultados son, entre otros: un impulso significativo y en el corto plazo de la productividad agrícola, una reducción drástica de costos de producción con aumento de rentabilidad, producción de alimentos sanos y con mayor calidad nutricional para el autoconsumo y el mercado nacional, revalorización del trabajo campesino y modos de vida rurales, reactivación de la economía agrícola y rural, más empleo e ingresos dignos para los jóvenes en el campo y amortiguamiento del cambio climático, entre otros.
El subsecretario subrayó que se trabaja en alianza con instancias educativas, científicas y medioambientales para modificar la currícula de carreras técnicas agropecuarias hacia una visión sustentable y para difundir entre jóvenes y campesinos prácticas sustentables, incluidas las de ACCI-MICI. Todo ello, en busca de un sistema agroalimentario justo, sustentable y saludable, que es un reto de la Cuarta Transformación, agregó.
El director del Centro Nacional de Innovación y Transferencia Tecnológica de Hidalgo (CNITTH), Édgar Quero Gutiérrez, afirmó que productores de ese estado están obteniendo cosechas de maíz de 20 toneladas por hectárea, a partir de que han aprendido a capturar energía solar por medio de las plantas, a oxidar sus suelos y a usar microorganismos. Antes de ello, estos productores obtenían ocho toneladas por hectárea, añadió.
“No se trata de ir a la tienda de agroquímicos y aplicar kilos de nitrógeno y fósforo; se trata de usar lo que tenemos”: la materia orgánica, la energía solar, los microorganismos, todo ello deriva en la producción de maíces con alto rendimiento y más nutritivos a menores costos, explicó.
Destacó el hecho de que la tortilla es el mejor y más completo alimento que podemos tener, pues el maíz integra todos los elementos: fósforo, hierro, calcio, potasio, silicio y zinc. “Cuando comemos un elote estamos consumiendo una gran cantidad de nutrientes, además de antioxidantes”. Y nuestros maíces nativos son mucho mejores en términos de nutrición humana que cualquier otro, como los híbridos y transgénicos, dijo.
Señaló que el CNITTH nació de un sueño en 1977, “cuando veíamos que en la agricultura teníamos una gran dispersión de conocimientos y recursos, y en medio de los cuales estaba el suelo”. Son recursos con los que tenemos que generar los mínimos de bienestar en economía, organización, salud y ciencia, observó.
El CNITTH se hizo posible gracias a la inversión realizada por los propios productores miembros de la Fundación Produce y cuenta con una serie de aparatos de diagnóstico y análisis, entre ellos un espectrómetro de rayos X que mide 99 por ciento de los elementos de la tabla periódica; con él se realizan diagnósticos del agroecosistema, se observa la condición de los suelos, comentó.
Hay más de 60 elementos de la tabla periódica presentes en los suelos (por lo general existen siempre 30) y muchos migran a la planta, entonces el CNITTH trabaja en fórmulas para activar los suelos, y una principal es aprovechar la energía procedente del sol, que entra por medio de las plantas y es movida en el suelo por la biota microbiana, señaló.
Édgar Quero, quien es parte de un grupo de científicos que “no solo trabajamos en el laboratorio, sino también en el campo, de la mano de los productores”, señaló que es indispensable saber cómo cosechar la energía solar, pues tradicionalmente sólo se captura cinco por ciento.
Asimismo, dijo, “debemos aprender cómo funciona cada uno de los elementos. Uno de ellos, el silicio, presente en las hojas del maíz, debe ser disuelto en el suelo por la materia orgánica en presencia de oxígeno sólido y de microorganismos. Ayuda a proteger la planta de insectos y enfermedades y permite la resistencia a cambios de temperatura, de radiación solar, de humedad y de sequía”, expresó.
El productor de maíz, amaranto, alfalfa y quinua, entre otros cultivos, Everardo Lovera, señaló que ha entregado muestras de maíces nativos (negro, azul, morado y diversos blancos) al CNITTH y su análisis detectó que el maíz palomero es el más nutritivo de todos, debido a que en su evolución se quedó más cercano al teocintle, la planta silvestre milenaria que dio origen al maíz.
Aplaudió la voluntad que muestra el Gobierno federal para avanzar en la autosuficiencia alimentaria; “ciencia, más experiencia, más voluntad son igual a productividad; lo que nos faltaba era la voluntad”, refirió.
Destacó la necesidad de restablecer en el pueblo de México nuestra dieta tradicional. “Mi madre, con 96 años, que tuvo 11 hijos y los amamantó, no ha perdido un solo diente y sigue activa; su alimentación ha consistido siempre en maíz, frijol, quelites y calabazas, nada de refrescos, lácteos o azúcar”.
El subsecretario invitó a la sociedad a asistir o ver por transmisión en línea las Conferencias Mensuales, mismas que se realizan en un formato que integra como ponentes a funcionarios, científicos, productores y representantes de organizaciones civiles.