Por Rogelio Varela
En los últimos meses se ha venido gestando una tormenta perfecta para la economía mexicana que hará más difícil recuperar el crecimiento.
Una serie de políticas erráticas del gobierno federal llevaron el año pasado a un estancamiento que ha traído como consecuencia la pérdida de la confianza, y el consecuente desplome de la inversión privada.
Enumerar la serie de malas decisiones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en lo económico ya resulta ocioso.
En 2019 cuando Estados Unidos creció 2.5 por ciento en México el PIB cayó 0.1 por ciento, es decir por vez primera en muchos años a nuestro principal socio comercial le fue bien, y a nosotros mal.
Lo lamentable al iniciar 2020 es que el escenario internacional se ha deteriorado rápidamente a raíz del surgimiento del coronavirus en China que sólo en el primer bimestre ocasionó que las exportaciones del gigante asiático cayeran más de 17 por ciento.
En pocas palabras, el virus frenó a la gran fábrica del mundo, y ahora se revisan a la baja los pronósticos de crecimiento de todo el planeta, incluido por supuesto a nuestro vecino Estados Unidos.
Esto ocasionó la semana pasada que la Reserva Federal de Estados Unidos redujera de manera sorpresiva su tasa de interés en 50 puntos base, y ahora el mercado anticipa que en su reunión del 17 y 18 de marzo próximos volverá a reducir su tasa, lo que anticipa que ven una caída en la oferta y demanda de servicios al otro lado del rio Bravo, y de este lado el gobierno federal impertérrito.
Empero, las primeras señales de un mayor ajuste económico ya se han dado al rebasar el tipo de cambio interbancario la barrera psicológica de los 20 pesos. Adiós al peso fortachón.
Lamentablemente durante el fin de semana que acaba de concluir las malas noticias siguen en aumento.
En Estados Unidos, Alemania, Francia y Corea del Sur sigue en alza el número de contagiados por el COVID-19, y Arabia Saudita tras el fracaso de la reunión de la OPEP y el llamado a Rusia para reducir su cuota de producción de crudo ha iniciado una guerra petrolera.
El país árabe anunció que en abril ampliará su producción a 10 millones de barriles diarios, y en una de esas la catapulta a 12 millones de barriles, además que ha anunciado descuentos a sus principales clientes lo que a decir de los analistas podría llevar a los crudos marcadores a niveles de 20 dólares por barril.
Sobre el precio del petróleo usted me dirá con justa razón que la secretaría de Hacienda de Arturo Herrera Gutiérrez se apuró a contratar coberturas que permitirán aliviar la caída en ingresos ya que el PEF se diseñó con un precio de la mezcla petrolera mexicana de 49 dólares, pero esa compensación no se verá hasta finales del año, antes no.
Esto comprometerá los ingresos públicos, y los de propio Pemex, y como el PEF se hizo pensando en un crecimiento del PIB de 2 por ciento la pérdida de ingresos tributarios es evidente.
Ojalá México no encare su primera crisis económico-financiera después de cuatro sexenios, pero lo cierto es que la coyuntura exigirá al gobierno federal tomar decisiones impopulares y sobre todo, hacer a un lado atavismos ideológicos porque mucho de la solución estará en retomar las mal llamadas políticas neoliberales.