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Don Alfonso, el horno no está para bollos

Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Jose Antonio Chavez

La tan difícil tarea que enfrenta el Presidente Andrés Manuel López Obrador por el coronavirus, la caída del precio del petróleo y la catástrofe económica con desempleo mayúsculo y más, parece que a su partido Morena no le importa que le echa más leña al fuego.

Su líder Alfonso Ramírez Cuéllar, el mismo que entró a caballo a la Cámara de Diputados cuando defendía al Barzón en diciembre del 2002 en el sexenio de Vicente Fox, se aventó la puntada de soltar impulsar una reforma Constitucional para dar facultades al INEGI que les permita ingresar a cualquier domicilio para medir el patrimonio inmobiliario y financiero.

Es decir, conocer cuánto dinero tienen porque según Cuéllar es la mejor manera de acortar la brecha de la desigualdad de ricos y pobres.

Dicen los que saben que es una verdadera tontería que solo desnuda su frustración de partido, pues los mexicanos hoy estamos pasando una verdadera pesadilla por la pandemia que está afectando la economía y el propio patrimonio de millones de familias que están al borde del desempleo, del cierre de sus negocios o pequeñas empresas.

Es decir, que Alfonso Ramírez Cuéllar perdió la brújula de los tiempos que se están viviendo y con esto solo incrementa la inconformidad y enrarece el ambiente político-social.

Ricardo Monreal, como líder del Senado que preside la morenista tabasqueña, Mónica Fernández, reveló que es un manifiesto que todavía no se discute con las bases políticas del partido.

Que ese partido de Morena tiene el compromiso de discutir y revisar con prudencia cualquier iniciativa con la participación de todos los sectores porque la pandemia traerá un nuevo  orden mundial que se debe diseñar y avalar entre todos.

Es decir, Monreal si bien no lo dijo, podemos interpretar que ellos en el Congreso nomás no están de acuerdo con estas ocurrencias. Le puedo adelantar que el propio Mario Delgado como mandamás de los diputados, tampoco esté de acuerdo, salvo que desde Palacio Nacional se de la orden.

Los efectos sin  duda son negativos para una administración que hoy por hoy todavía no consolida su liderazgo en el país,  si bien la lucha contra la corrupción le daba números negros a López Obrador, la realidad es que  el escenario se le complicó con esta pandemia aunado a los yerros cometidos por sus cercanos con las compras favorecidas que han salido a la luz pública.

Los efectos de la pandemia aún no se sienten en su justa dimensión, apenas comienzan a brotar los primeros efectos de desempleo y en la antesala el cierre de cientos de negocios que se verán reflejados una vez que pase la tempestad entre mayo y junio.

No pierda de vista que los efectos provocaran al menos un millón de desempleos, mientras que el cierre de pequeños negocios y empresas se sumarán al descalabro de la economía, que se agiganta con la millonarias pérdidas al sector turismo que agrupa hoteles, aerolíneas, prestadores de servicios, restaurantes incluso de poblaciones completas que dependen de esa actividad como la Isla de Cozumel que recibe los Cruceros.

En este sentido, el Presidente sin pensarlo desde temprana hora, en su tradicional mañanera decidió pronunciarse que esa postura de Morena de fiscalizar a los ricos, no es nada correcta.

Que se tienen que mantener en privado lo que significan patrimonios de empresarios y de todos los mexicanos. Eso sí, que la obligación de dar a conocer los bienes patrimoniales, es exclusivamente para los servidores públicos.

Para medir la desigualdad, el Presidente señaló que es que el gobierno ayude que la mayoría de los mexicanos vayan ascendiendo en la escala social y, obviamente no se permitan negocios ilícitos cuya corrupción es lo que produce la desigualdad.

 El mensaje es claro, si el ex barzonista Ramírez Cuellar y los que mandan en el Congreso, Monreal y Delgado descifran con toda claridad la lectura, podemos adelantar que no habrá tal iniciativa.