Por: Miguel Tirado Rasso
La bomba de la reforma a la Ley del Banco de México detonó en la Cámara de Diputados, con lo que se alteró el plan para que, la modificación propuesta, fuera aprobada al vapor sin más trámites que la aplicación del peso mayoritario de la bancada de Morena y sus aliados que, en la cámara baja, hacen y deshacen a placer, gracias a una sobre representación meta legal.
El Senado les había marcado la ruta, al haber aprobado la reforma, en fast track, sin mayores debates y con apoyo de la oposición, para no correr riesgos y asegurar el número de votos necesario. Un buen cabildeo, sin duda, de parte del presidente de la Junta de Coordinación Política, Ricardo Monreal, que supo convencer y desarmar al supuesto bloque opositor, al conseguir votos de senadores del PRI, del PAN, de Movimiento Ciudadano y del PRD, lo que le permitió una cómoda y rápida mayoría.
Las críticas y comentarios adversos a la reforma se volcaron, ante la alarma que significó la facilidad con que el Senado había aprobado la iniciativa, a pesar de no contar con el control de la mayoría de votos, lo que hacía suponer que, en la Cámara de Diputados, en donde Morena cuenta con los votos suficientes, la reforma sería aprobada sin mayor problema. Era pues, imperativo evitar que el trámite legislativo continuara, sin antes escuchar la opinión de expertos y de representantes del sector financiero y empresarial, sobre los riesgos y consecuencias que conllevaría la aprobación de esta iniciativa.
Ante el escándalo mediático generado, cupo la sensatez en alguien con autoridad para suspender el proceso legislativo de la reforma, planteándose retomar el tema en el próximo período de sesiones. En febrero de 2021, pues, si es que las ansias por reventar al banco central no provocan una sesión extraordinaria en enero. Y es que, el detalle de haberla incluido en la agenda de esta cámara, el último día del período de sesiones, permite imaginar cualquier cosa. El aplazamiento, por lo pronto, detuvo el acelerador que, inexplicablemente, se le había impuesto a este proceso legislativo.
Se dice que uno de los objetivos de la reforma es apoyar a nuestros paisanos que reciben dinero del exterior para facilitarles el cambio de sus dólares en instituciones bancarias, algo que actualmente se les dificulta por las medidas anti lavado; además de protegerlos para mantener el valor del dinero al tipo de cambio vigente, evitando que los comercios se los reciban a un valor inferior.
Y, si bien, estos problemas suceden, habría que señalar que de los 30 mil millones de dólares que los migrantes mexicanos envían a sus familias, el 99 por ciento lo hacen por vía electrónica y sólo menos del uno por ciento (0.67%), es en efectivo, producto del flujo migratorio, según informa Banxico. Por este porcentaje de remesas, valdría la pena buscar una solución que no arriesgue al Banco de México a convertirse, involuntariamente, en una lavadora de dinero.
Tampoco se justifica el argumento sobre la acumulación de excedentes de efectivo en moneda extranjera en las bóvedas de instituciones financieras, ante su incapacidad para repatriarlos o para ingresarlos en el mercado, debido a la regulación de medidas de anti lavado, principalmente.
De acuerdo al banco central, de enero a septiembre de este año, las instituciones que captaron dólares lograron colocar en el país y repatriar el 98 por ciento del total captado y, únicamente, el 2 por ciento, equivalente a 102 millones de dólares, son los excedentes que quedaron en sus bóvedas, en ese período. Un monto menor, que no justifica el riesgo en que se colocaría a las reservas del banco central, que ahora ascienden a 194 mil millones de dólares, ante la posibilidad de contaminarse con divisas de procedencia ilícita, con gravísimas consecuencias.
La reforma, además, a decir del gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, vulnera la autonomía de la institución en el ejercicio de sus funciones al imponerle, el legislativo, la obligación de adquirir dólares en efectivo.
Existe, por otro lado, la sospecha de que esta reforma tenga dedicatoria. Que esté hecha a modo para una institución bancaria que, de acuerdo con un reportaje de la revista Proceso, ha tenido problemas con la Comisión de Bolsa y Valores de los EUA (SEC) y, consecuentemente, dificultades para repatriar dólares y, cuyo propietario, curiosamente, es el único banquero impulsor de esta enmienda. Un traje a la medida, pues, para firmas como Banco Azteca, una de las principales receptoras de remesas en el país, que, según Proceso, tiene en Sinaloa, en donde Banxico ha confirmado un activo mercado informal de divisas, una de sus mayores coberturas.
Y no habría que olvidar que, en época de vacas flacas, las reservas del Banco de México resultan un gran atractivo, una peligrosa tentación.
En fin, que, en el caso de la reforma a la Ley del banco central, hay más negativos que positivos. Además, sus buenos propósitos seguramente se podrían alcanzar sin necesidad de poner en riesgo las reservas, a no ser que existan otros datos.
Por lo pronto, y con motivo de la conclusión de este pandémico año, deseo a nuestros respetables lectores un 2021 lleno de salud, bienestar y prosperidad, en compañía de sus seres queridos.