Por: Michelle Arévalo-Carpenter VP of Purpose en Betterfly
“El bienestar emocional tiene un rol central en el sector privado, es fundamental para la innovación y colaboración”, dijo Zach Macharia, Managing Partner de Dalberg Advisors, frente a más de 1000 personas, de decenas de países, que se dieron cita en la ciudad española de Bilbao la primera semana de junio.
El encuentro global “The Wellbeing Summit” o Cumbre del Bienestar, juntó a las mentes más influyentes en la intersección de la salud mental, el bienestar integral y el rol de los líderes transformadores del sector privado y la sociedad civil. Desde el Dr. Barry Kersin, médico personal del Dalai Lama, pasando por Zainab Salbi quien fundó Women for Women International, hasta la neurocientífica Sará King, los ponentes presentaron el reto al que nos enfrentamos como sociedad de frente al bienestar integral y la salud mental.
La OMS define a la salud como “el estado de bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de enfermedad” y a la salud mental como “el estado de bienestar en el que cada individuo logra su potencial, se enfrenta a los estreses normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente, y puede contribuir a su comunidad”. Sin embargo, la pandemia y la transición a la nueva normalidad presentan retos sin precedentes para la humanidad en términos de salud mental. En los últimos dos años, la estimación conservadora de suicidios está en 700,000 personal anuales; sin explicaciones alternativas, los médicos continúan atribuyendo más y más enfermedades al estrés.
Si el número previo nos genera una fuerte impresión, al llevarlo a un lapso más concreto, cada hora del día, se suicidan 81 personas en el mundo; y a ello, también encontramos el fenómeno aterrador de school shootings, los feminicidios, los enfrentamientos por causas raciales, y más.
Se estima que la mala salud mental le cuesta a la economía mundial entre $3 y $5 trillones de dólares al año en productividad reducida. Tras casi 30 meses, lamentablemente nos enfrentamos a una segunda pandemia, más silenciosa, pero contundente.
Sin embargo, la salud mental continúa acarreando un tabú en el mundo empresarial Latinoamericano, se lo habla poco, pero se siente su efecto cada vez más seguido. En el mejor de los casos, se lo aborda de manera tangencial, solamente cuando los impactos se hacen visibles. Pero los diagnósticos de patologías de salud mental son sólo el primer paso dentro de un proceso no corto, y que se suma a un mundo de opciones, prácticas, servicios y acciones tangibles que se pueden tomar desde el lado preventivo.
El Wellbeing Summit presentó una excelente combinación de ponentes, desde artistas, pasando por científicos hasta monjes, quienes han determinado de manera interdisciplinaria que la crisis de bienestar se puede resolver en nuestra generación.
Uno de estos ponentes, el neuro-científico Richard Davidson, presentó una colección de hallazgos científicos sobre lo que él llama la “neuroplasticidad’ del cerebro – su cualidad de ser moldeable mediante repetición y prácticas que reconfiguran cómo está programado. La tesis principal de que la compasión y felicidad es una habilidad que se puede aprender, entrenando al cerebro:
- El cerebro de un monje en estado meditativo – Anderson propone que la habilidad de estar presente, consciente de sus propios pensamientos es un camino de prevención buscando el bienestar mental. En un estudio del 2004 (Lutz et. al) se midieron las oscilaciones gamma, que predicen niveles de claridad de percepción, en el cerebro de un monje budista con años de experiencia en meditación. Las oscilaciones de las ondas en el cerebro de los monjes en estado meditativo eran significativamente más amplias. Es decir, cuando el cerebro se encuentra presente y perceptivo, las ondas gamma se abren. En estados de miedo o incertidumbre se contraen. Lo importante, es que los monjes tienen la capacidad de controlarlo con práctica, y que la incorporación de hábitos de manera consistente puede crear el mismo efecto en la población general.
- La capacidad de conexión con otros re-configura el cerebro – Un estudio del 2013 (Weng et.al) trabajó con un grupo de personas ofreciéndoles capacitación en técnicas meditativas de cultivar compasión. En sólo dos semanas, los neurocientíficos encontraron diferencias tangibles en imágenes de escaneos cerebrales de quienes habían participado – sus niveles de “conectividad DPLFC-Nacc”, que se asocia con comportamiento altruista (un indicador de salud mental), se muestran claramente dilatados en los scans.
- El sentido de propósito, salud mental y la longevidad – Un metaanálisis de estudios de la última década (Cohen et. al, 2016) determinó que el sentido de propósito (incluso en las actividades diarias más mundanas) es un predictor potente de longevidad y prevención de eventos cardiovasculares. Los efectos del bienestar son reales – un estudio del 2019 de Evans y Soliman presentaron una fuerte correlación entre la expectativa de vida promedio y el bienestar en 151 países: aquellos con percepción de bienestar más alta tienen hasta 30 años más de vida en promedio que quienes viven en países bajos niveles de bienestar emocional.
Hace un siglo, el hábito de tomarse tres minutos después de cada comida para lavarse los dientes no existía a nivel global. Sin embargo, como sociedad, lo incorporamos como una acción de importancia para nuestra sobrevivencia como especie. Este principio de incentivar hábitos, promoviendo una mente más saludable, puede tener efectos enormes en las distintas crisis que enfrentamos. La diferencia es que esta vez contamos con avances de tecnología móvil y de wearables (relojes inteligentes, tracking devices, etc) que nos permiten acelerar la incorporación de buenos hábitos de manera exponencial.
Por esta razón, no sorprende que el Dr. Barry Kerzin, el médico personal del Dalai Lama, se apoya en una aplicación móvil para hacer prácticas de meditación más accesibles a la población, o que Betterfly, la start-up unicornio Latinoamericana que incentiva buenos hábitos meditativos recompensando a los usuarios con medallas que facilitan la donación a causas. El potencial de generar impacto positivo mediante modelos de negocio que innovan con propósito es enorme.
Los retos más grandes que enfrentamos como humanidad siempre han presentado oportunidades para el empresariado que quiere marcar una diferencia. La crisis de salud mental y bienestar son sin duda uno de los problemas más urgentes para líderes públicos y privados a nivel global. Las buenas noticias son que podemos entrenar nuestros cerebros para crear bienestar mental, documentado gracias a avances científicos y que podemos promover estos hábitos gracias a los avances de la tecnología móvil. Con una oportunidad como esta, es cuestión de tiempo para que el sector empresarial tome el liderazgo para escalar la construcción de una sociedad más conectada consigo mismo y con su propósito. Así es cómo el mantra intangible de que “la paz interior puede crear paz para el mundo”, se convierte cada día en algo más tangible y viable conforme esta intersección única de maestros de meditación, científicos y empresarios convierten sus voluntades en una nueva realidad.