Por: José Antonio Chávez
El presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel decidió enfrentar a los senadores y diputados de Morena de Eduardo Ramírez y de Ignacio Mier, que le exigen se separa de su cargo y pida licencia para que pueda competir por la candidatura presidencial.
Bueno, Creel los retó que llamen a un extraordinario para que lo puedan destituir, que en efecto les va entregar su presidencia de los diputados, pero el 1 de septiembre, antes no.
Obviamente fue una respuesta con sarcasmo, o para pitorrearse de los morenos y sus aliados, pues les gritó, incluso, que no lo podrán hacer porque no tienen los votos suficientes de los dos tercios que se necesitan, es decir las dos terceras partes de los 500 diputados que suman 334, y que nomás no les alcanza.
Los legisladores de Morena le recordaron que Ricardo Monreal, uno de los aspirantes de su partido junto con las tres corcholatas, solicitó licencia para separarse de su cargo como presidente de la Junta de Coordinación Política.
Entonces porque Creel no, les insistieron. Si bien es legal, también es inmoral seguir gozando del cargo mientras se hace campaña, puede sospecharse el uso de recursos del erario.
Sin embargo, en el escenario de la carrera presidencial de Claudia Sheinbaum, Adán Augusto y Marcelo Ebrard, Monreal desnudó que el partido debería cuantificar y auditar las excedentes cifras de espectaculares que han tapizado en el país, si bien dijo que no interpondrá ningún recurso de inconformidad, si pidió que ojalá se les controle.
Esa parte es la que Creel retomó y criticó esos millonarios gastos que hacen y las llamó “corcholatas ricas”. No voy a estar a presiones o chantajes, les respondió y que pedirá su licencia cuando él lo considere.
Y para contrarrestar sus dichos, denunció lo que están gastando de forma grosera, por ejemplo, citó que un mitin de 20 mil personas cuesta 15 millones de pesos. Las pantallas de Led en el aeropuerto, cuestan unos 100 mil pesos mensuales de renta y por tres meses.
Que se han gastados cientos de millones de pesos las corcholatas Claudia, Adán y Marcelo, y que eso es un descaro, esto de los cinco millones de pesos que les asignó el partido, es para taparle el ojo al macho, tapar el sol con un dedo, porque lo que gastan en despliegue, el derroche de recursos es idiota, es absurdo en un país con esta pobreza.
Creel subió el tono para arremeter contra el propio Presidente, la idea será responderle, ahora con todo sus ataques que les hace en la conferencia mañanera. Y bueno, para rematar, el presidente de la Cámara de Diputados, no se aguantó para reclamar a López Obrador que su programa de abrazos y no balazos, simplemente es una pendejada. Y punto.
Sheinbaum y la última cena
Cercanos a Claudia Sheinbaum revelaron que está analizando no salir a comer o cenar en restaurantes porque corre el riesgo de ser increpada o insultada, como ocurrió en San Pedro, Nuevo León, el martes pasado.
La consentida de Palacio Nacional, al terminar de cenar en un restaurante, acompañada de dos de sus colaboradoras, al despedirse de los comensales con un “buenas noches”, que estaban en la mesa de enfrente, éstos le respondieron “hasta luego destructores de México, haciendo pobres, con el kks, que pierdan…Gracias, respondió y agachó la cabeza.
Obviamente Sheinbaum se vio sorprendida y al caminar se mostraba incomoda y solo soltó la mano de despedida cabizbajo. Desde luego que es sensible y no le va nada bien en esta carrera de campaña por la candidatura Presidencial, aunque es bola cantada que la instrucción del que manda en palacio, es que la ganará.
La popularidad de las corcholatas no está en todos lados, hay gente molesta que no está de acuerdo en la forma de gobernar de López Obrador y en consecuencia son los riesgos que enfrentarán si se placean en otros terrenos fuera de lo masivo.
El Presidente, hoy por hoy no goza de esa simpatía cuando comenzó a viajar por el país en aviones comerciales, que en los aeropuertos le aplaudían y lo acorralaban para las selfies, era la novedad ver a un Presidente caminar por las terminales aéreas. Hoy, a casi cinco años esa popularidad de caminar sin escoltas y en las terminales aéreas ya la perdió. Hay reclamos e insultos, gritos, y hasta confrontaciones, incluso en los pasajeros del propio avión donde se transporta. Difícilmente puede caminar como al principio.