Aquí en el Congreso
Por José Antonio Chávez
Pareciera que en Palacio Nacional andan muy apresurados o, con mucha prisa, para que los mexicanos acepten ya, como la nueva Presidenta a Claudia Sheinbaum.
Naturalmente que esa desesperación se refleja en las diferentes encuestas que le dan como triunfadora, con frases del coloquial ex Presidente Vicente Fox de este arroz ya se coció.
Van 20 días de campaña y la ciudadanía está bombardeada, no de propuestas sino de encuestas, todas, obviamente a favor de la candidata oficial.
Son las encuestas las protagonistas de este proceso electoral que es de los más importantes de la historia de México, pues se juegan la Presidencia de México, el Congreso de la Unión con los 500 integrantes de la Cámara de Diputados y los 128 senadores de la Cámara Alta.
Se juegan nueve gubernaturas y múltiples cargos a presidencias municipales y Congresos locales, entre las entidades en disputa está la gran Ciudad de México, que está muy cargada a los opositores con su candidato Santiago Taboada.
Desde luego que en el partido oficial que lidera Mario Delgado, su apuesta es, sin duda crear una percepción de triunfo adelantado en base a las encuestas que le dan una ventaja hasta de 24 puntos.
Sin embargo, para nadie es secreto a voces que las casas encuestadoras, la mayoría simplemente se venden al mejor postor.
Como dijera el propio Presidente en la campaña del 2018, cuando no le favorecían, que están, todas, muy cuchareadas.
Esa es la realidad de las encuestas, el que paga manda, es el negocio de esas empresas que se han vuelto una herramienta para ayudar a crear esa percepción bajo una metodología de mentira en su ejecución.
Las hacen reales u orgánicas, comprobables vaya, porque son sectorizadas a los núcleos de esos colores partidistas, de los seguidores o de las poblaciones donde están identificadas con esos partidos políticos o personaje político.
Es una estrategia de las viejas prácticas de los partidos en el poder del pasado que han aprendido muy bien los actuales políticos, sobre todo del partido que manda en Palacio.
Las encuestas tienen ese doble sentido y propósito, primero ganar dinero sus propietarios y, segundo, buscar generar la percepción de triunfo para desmoralizar a los adversarios.
No pierda de vista que hay antecedentes de esas malas prácticas de engaño, en el 2000, el partido en el poder le dio una paliza a Vicente Fox y lo registraba en las encuestas como el gran perdedor, todas le favorecían al candidato oficial.
La sorpresa fue que Vicente Fox arrasó en los resultados y dejó más que claro el negocio de las encuestadoras. Todas fallaron.
A ver en la Cámara de Diputados de Marcela Guerra y el Senado de Ana Lilia Rivera, que dicen los legisaldores si le entran hacer una reforma para regular la metodología o sus reglamentos de las encuestas para hacerlas confiables, o de plano se hacen de la vista gorda y las dejan pasar.