De acuerdo con la investigación, el 59% de los profesionales tiene dificultades para “desconectarse” del trabajo, y un 27% afirma haber perdido horas de sueño debido a mensajes o tareas laborales.
Además, un cuarto de los encuestados señaló que siente una incapacidad para relajarse o reiniciarse, lo que puede tener consecuencias significativas en su bienestar.
Alfredo Araneda, Country Manager de Robert Walters en Chile, comentó que la incapacidad de desconectarse del trabajo puede “generar una variedad de efectos negativos para los profesionales”.
“Las cargas laborales excesivas, los plazos exigentes y la supervisión constante de los gerentes dificultan que los profesionales logren desconectarse plenamente del trabajo. Esto puede derivar rápidamente en una menor concentración y motivación, e incluso en una disminución de la productividad y el compromiso,” explicó Araneda.
Por su parte, Alejandro Paz, Country Manager de Robert Walters en México, señaló que esta tendencia no es exclusiva de una región. “En países como México, donde la cultura de largas jornadas laborales sigue siendo predominante, la presión por estar siempre disponibles se intensifica. Esto no solo afecta la calidad de vida de los profesionales, sino también su desempeño a largo plazo.”
Uno de los principales factores de esta situación es la expectativa de disponibilidad constante. Según el estudio, el 66% de los encuestados afirmó que esta presión ha aumentado en el último año.
Además, más de la mitad (54%) admitió revisar correos o responder llamadas laborales fuera del horario de oficina, mientras que un quinto indicó que su empleador los contacta “frecuentemente” fuera del horario laboral.
Araneda destacó que el uso cada vez más frecuente de herramientas como Microsoft Teams o Slack ha facilitado que los gerentes puedan monitorear y contactar a sus equipos en todo momento.
“Una cultura laboral de ‘siempre en línea’ desdibuja los límites entre las horas laborales y el tiempo personal, además de fomentar expectativas poco realistas de disponibilidad constante. Si esto no se controla, puede llevar rápidamente a un aumento en los casos de agotamiento laboral,” advirtió Araneda.
Ambos expertos coincidieron en que los empleadores corren el riesgo de crear una “fuerza laboral zombie”, lo que podría poner en peligro la productividad y la satisfacción de sus colaboradores.
“Esto podría traducirse directamente en un aumento de casos de ausentismo dentro de las organizaciones,” concluyó Paz.
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