Las criptomonedas, al parecer, se verán beneficiadas por la llegada de Trump y su deseo de convertir a Estados Unidos en la «superpotencia del bitcoin»
Donald Trump llega y decide quitar ataduras a los desarrolladores de IA, sin importar los riesgos éticos que esto conlleva.
Llegó el día, y así este 20 de enero, Donald Trump asumió nuevamente la presidencia de los Estados Unidos en una ceremonia que, como era de esperar, no estuvo exenta de controversias, anticipando lo que será toda su presidencia.
No habían pasado ni 24 horas cuando el presidente estadounidense ya había firmado varias órdenes ejecutivas que abordan temas como la inmigración, la economía y el cambio climático. Sin embargo, como en esta columna hablamos de tecnología, nos enfocaremos en las que afectan directamente a este campo y, en particular, a la inteligencia artificial (IA).
Es así como el magnate neoyorquino revocó una orden ejecutiva de Joe Biden que buscaba mitigar los riesgos asociados con la IA. Esta orden exigía a las principales empresas de IA compartir información crítica con el gobierno, incluyendo pruebas de seguridad. Además, impulsó la creación del Instituto de Seguridad de la IA dentro del Departamento de Comercio, con el objetivo de establecer mejores prácticas en el uso de esta tecnología.
La administración de Trump, en cambio, parece inclinarse hacia una postura de no intervención, criticando la regulación de Biden como un obstáculo para la innovación tecnológica. Es decir, las compañías podrán desarrollar sus IA como mejor les venga en gana, sin importar nada, algo así como “Liberen al Kraken”. Trump ha nombrado a David Sacks como «Zar de la Inteligencia Artificial y las Criptomonedas de la Casa Blanca«, un conocido crítico de la regulación tecnológica. Este enfoque, sin embargo, genera muchas preocupaciones sobre la seguridad y la ética en el desarrollo de la IA.
La eliminación de las regulaciones que protegían la privacidad de los usuarios es alarmante. Sin supervisión, las empresas de IA podrían explotar datos personales sin el consentimiento adecuado, poniendo en riesgo la privacidad de millones de personas. Además, la orden ejecutiva de Biden obligaba a las empresas a notificar al gobierno sobre cualquier sistema de IA que pudiera suponer un riesgo grave para la seguridad nacional. Sí, algo así como que Skynet cobrara vida, lo cual puede parecer exagerado, pero solo hay que recordar 2017, cuando Facebook, del hoy alineado a Trump, Mark Zuckerberg, creó un programa para negociar en inglés con humanos, pero la tecnología “decidió” crear su propio lenguaje y sus programadores no pudieron cancelar ese proceso y mejor “apagaron” el sistema.
Así, si lo vemos desde esa perspectiva, la revocación deja un vacío crítico en la protección contra amenazas potenciales, incluyendo ciberataques y el uso malintencionado de la IA. Sin la obligación de compartir resultados de pruebas de seguridad con el gobierno, las empresas de IA podrían operar sin rendir cuentas. Esto podría llevar a la implementación de tecnologías no probadas y potencialmente peligrosas en el mercado. La regulación de Biden incluía cláusulas para proteger los derechos civiles y resguardar a los consumidores. Su eliminación podría resultar en un entorno donde los derechos individuales son secundarios frente a los intereses corporativos.
Mientras Estados Unidos desmantela las regulaciones, la Unión Europea ha adoptado una postura mucho más estricta con la aprobación de la Ley de Inteligencia Artificial, la más completa hasta la fecha. Esta ley clasifica los diferentes usos de la IA según su peligrosidad y establece requisitos y obligaciones para todos los participantes en la cadena de valor. La revocación de la orden ejecutiva de Biden deja a Estados Unidos en una posición vulnerable, especialmente cuando se considera que los principales desarrolladores de IA están en este país.
El apoyo de Elon Musk a Trump añade otra capa de complejidad. Musk ha sido un defensor vocal de la regulación de la IA, afirmando que es crucial tener un «árbitro» para evitar el uso descontrolado de esta tecnología. Sin embargo, la reciente adquisición de Grok, un modelo de IA sin censura, parece contradecir las propias declaraciones del sudafricano. Esta dualidad en la postura de Musk refleja la tensión entre la necesidad de innovación y la responsabilidad ética.
La eliminación de las regulaciones podría acelerar el desarrollo de la IA en Estados Unidos, pero a un costo potencialmente alto. Sin una supervisión adecuada, los riesgos asociados con la IA, como los sesgos, la privacidad y la seguridad, podrían aumentar significativamente. La postura de Trump y sus aliados tecnológicos, aunque promueve la libertad de expresión y el florecimiento humano, también podría abrir la puerta a un uso irresponsable de la IA.
En última instancia, el futuro de la inteligencia artificial en Estados Unidos dependerá de encontrar un equilibrio entre la innovación y la regulación. La pregunta es si la administración de Trump podrá lograr este equilibrio sin comprometer la seguridad y la ética en el proceso.
Gemelos digitales
Por otra parte, la administración de Donald Trump ha mostrado un fuerte apoyo hacia las criptomonedas, prometiendo convertir a Estados Unidos en la «superpotencia del bitcoin«. Desde su llegada, se espera que las políticas pro-cripto impulsen el crecimiento del mercado, con un enfoque en reducir regulaciones y fomentar la innovación. En sus primeros días, ya se ha observado un aumento en el valor de varias criptomonedas, como Bitcoin y Ethereum, debido a la expectativa de un entorno más favorable para estas tecnologías. Sin embargo, este impulso también conlleva riesgos significativos, ya que la volatilidad y la falta de regulación pueden llevar a pérdidas para los inversores menos experimentados. Mientras que la administración de Trump podría acelerar el crecimiento del mercado de criptomonedas, también es crucial considerar los riesgos asociados con un enfoque menos regulado.
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