La reciente decisión de política monetaria del Banco de México (Banxico), que redujo la tasa de interés en 50 puntos base para situarla en 9.5%, marca un momento relevante en el actual ciclo de normalización monetaria.
Si bien el consenso del mercado ya anticipaba un recorte, la magnitud de 50 puntos base refleja la confianza de la mayoría de los miembros de la Junta de Gobierno en que las condiciones económicas internas y externas permitían un ajuste de mayor escala. Cabe señalar que la votación no fue unánime, donde el subgobernador Jonathan Heath se inclinó por un recorte menos pronunciado de 25 puntos base.
Este movimiento está en línea con el mensaje que Banxico emitió en diciembre de 2024, cuando adelantó que, de mantenerse las tendencias favorables en la inflación y si las condiciones económicas lo permitían, se contemplaría acelerar el ritmo de los recortes. Es la primera vez en este ciclo que se reduce la tasa en 50 puntos base, luego de que durante 2024 se realizaron cinco recortes de 25 puntos base cada uno. La dinámica inflacionaria ha sido un factor clave: al ubicarse finalmente la inflación general por debajo del 4% —nivel que no observábamos desde 2021—, el banco central cuenta con margen adicional para aliviar la postura monetaria sin perder de vista la convergencia al objetivo de 3%.
Además de la buena noticia en materia de precios, la actividad económica mexicana muestra señales de debilidad. Durante el cuarto trimestre de 2024 se registró una contracción del PIB de -0.6% trimestral, la primera caída desde 2021. Sumado a ello, la confianza del consumidor volvió a descender, alcanzando 46.7 en enero de 2025, lo que evidencia mayor precaución en el gasto de los hogares. Estos factores, junto con la pausa temporal de los aranceles por parte de Estados Unidos, ofrecieron un entorno cambiario relativamente estable que hizo factible la decisión de un recorte más agresivo.
Mirando hacia adelante, gran parte de la efectividad de esta menor restricción monetaria para impulsar la economía dependerá en buena medida de la evolución de los riesgos externos, particularmente de las negociaciones comerciales con Estados Unidos. En este contexto, será clave monitorear si la inflación se mantiene dentro del rango meta y si el peso conserva la estabilidad cambiaria. De suscitarse nuevas presiones externas o un deterioro inflacionario, Banxico muy probablemente tendría que reevaluar el ritmo de los próximos recortes.”
- Análisis de Quásar Elizundia, Estratega de Investigación de Mercados- Pepperstone