El resultado de la negociación EU-México, de aplazar la imposición de aranceles, es muy buena noticia. Aunque no elimina la incertidumbre, nos permite mantener nuestra perspectiva económica y analizar escenarios.
· Aranceles, ardid de Trump
· Prevalece la incertidumbre
· Factores internos, afectan economía
· Infonavit, sabadazo legislativo
La negociación de última hora entre la presidenta de México Claudia Sheinbaum y Donald Trump, de Estados Unidos y pocas horas después entre Justin Trudeau de Canadá y Trump, derivó en el aplazamiento por 30 días de los aranceles de 25% a las exportaciones mexicanas y canadienses que llegan a los Estados Unidos.
Si bien este retraso en la aplicación de aranceles se tomó como una buena noticia para nuestro país y con optimismo, para muchos analistas, en especial para los del Grupo Financiero Banamex, esta situación no elimina la incertidumbre ni cambia el escenario de crecimiento de la economía mexicana previsto para este año, que se anticipa será de apenas 0.2%.
La incertidumbre respecto a si Trump respetará el tratado regional de libre comercio (TMEC) sigue ahí, pero se trata de un elemento que los especialistas ya habían incorporado desde el triunfo de Trump en las elecciones de noviembre pasado.
El escenario central de los analistas de la Dirección de Estudios Económicos de Banamex, destaca un crecimiento del PIB de 0.2% en 2025, no supone ningún arancel ni a México ni al mundo. En esto coinciden la mayoría de los especialistas del sector privado consultados por el Banco de México y que dio a conocer ayer mismo en su encuesta mensual sobre las expectativas de la economía nacional.
El crecimiento se vería afectado significativamente, desde el avance de 1.5% del PIB en 2024, por las elevadas tasas de interés, el menor impulso fiscal, la incertidumbre generada por el entorno político nacional -incluidos la eliminación de organismos autónomos que servían como contrapesos al Poder Ejecutivo y la reforma judicial-, y también por el regreso de Trump a la presidencia de EU y de sus promesas de campaña.
La decisión de Trump, el sábado uno de febrero, de firmar órdenes ejecutivas para autorizar 25% de tarifas a México y Canadá y 10% a China incrementa fuertemente la probabilidad de que en algún momento termine por concretar la amenaza, lo cual vuelve relevantes los escenarios sobre el impacto potencial de estos aranceles sobre la economía del país.
La negociación
En breves comunicados de Sheinbaum y Trump ambos refieren que México acordó reforzar su frontera norte con 10 mil soldados para reducir el paso de migrantes y el tráfico de fentanilo hacia EU. Ambos comunicados anuncian que la imposición de aranceles se pospone por un mes, durante el cual ambos gobiernos emprenderán esquemas de colaboración al más alto nivel para atender los problemas de seguridad y migración que el gobierno norteamericano señaló como motivos para imponer aranceles.
Sheinbaum refirió que EU se comprometió a atender el tráfico de armas de aquella nación a México, aunque Trump no lo mencionó. El nivel de incertidumbre en la relación bilateral, y en particular la ligada al TMEC, parecería mantenerse en los niveles previos al pasado fin de semana. Sería fácil derivar de este episodio que la amenaza arancelaria de Trump es, efectivamente, un ardid para negociar desde una posición de fuerza, pero que no se concretará, fundamentalmente porque el gobierno mexicano está dispuesto a acomodar una solución a sus demandas.
Pero no debe soslayarse que, al avanzar en la redacción de la orden ejecutiva, el presidente norteamericano señalizó su determinación de actuar. El aplazamiento sin criterios claros o indicadores de lo que sería necesario para una suspensión definitiva de la amenaza sólo mantiene la incertidumbre en un nivel elevado.
No se conocen cuáles serán las nuevas solicitudes de Trump en materia económica y de seguridad, ni si el gobierno mexicano las aceptaría. Por ahora, el escenario es que sí hay acuerdos Estados Unidos no impondrá aranceles.
Infonavit, sabadazo
Tal como lo anticipamos aquí en nuestra pasada entrega, el pasado sábado uno de febrero, aprovechando el revuelo y la distracción generada por la arancelmanía de Donald Trump, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó la iniciativa presidencial para reformar la Ley Infonavit y la Ley Federal del Trabajo, con lo que se modificará sistema de gobierno del organismo de vivienda.
Con las reformas aprobadas tanto por senadores como los diputados de Morena, PT, Verde Ecologista y agregados también los de Movimiento Ciudadano, el gobierno de Claudia Sheinbaum tendrá el control no sólo sobre las decisiones de organismo, sino también sobre los casi 2.5 billones de pesos que administra el propio Infonavit y que son recursos de los trabajadores.
Los diputados imprimieron ligeros cambios a la iniciativa original, enfocados básicamente a la estructura de gobierno de organismo, pero el manejo de los recursos que administra el Infonavit estará cargo del director general, o sea del afamado y multicuestionado agrónomo Octavio Romero Oropeza, ex director general de Pemex y amigo entrañable del expresidente López Obrador.
El dictamen establece que los recursos del Instituto o que estén bajo su administración, se podrán destinar a la construcción de vivienda, por conducto de una empresa filial que, por su naturaleza jurídica, no será considerada entidad paraestatal, y gozará de plena capacidad de gestión para el ejercicio de sus funciones, en términos del derecho privado.
Es decir, estará fuera del ámbito gubernamental, por lo que no podrá ser observada por la Auditoría Superior de la Federación, ni por ninguna otra autoridad. Así el sabadazo de los diputados morenistas y sus remoras del PT y Verde, incluidos ahora también los del Movimiento Ciudadano.
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