El peso mexicano se comportó peor que la mayoría de las divisas principales, reflejando las vulnerabilidades internas y los crecientes temores a una recesión, excepto frente al dólar estadounidense.
Este último continuó su caída tras dos días de ganancias, ya que los operadores siguen considerando los riesgos relacionados con el comercio.
A nivel nacional, la inflación general se aceleró hasta el 3,96% en la primera quincena de abril, mientras que la inflación subyacente subió hasta el 3,90%.
Estas presiones sobre los precios podrían limitar la flexibilidad de Banxico tras los recientes recortes de tipos, ya que se ciernen riesgos de recesión técnica tras un descenso de la tasa de crecimiento del PIB en el cuarto trimestre. En este sentido, los operadores podrían estar atentos a la publicación del PIB preliminar de la próxima semana.
Mientras tanto, se prevé que la carga de la deuda de México aumente hasta el 55% del PIB en 2025, en un contexto de menor crecimiento y mayor déficit fiscal, lo que podría ejercer una presión adicional sobre el peso.
De cara al futuro, la atención se centra en el informe de actividad económica del viernes. Es probable que las señales de desaceleración económica pesen aún más sobre la moneda.”
- Análisis de Quásar Elizundia, Estratega de Investigación de Mercados- Pepperstone
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