La energía solar se ha consolidado como un actor clave en el panorama energético mexicano, impulsada tanto por la necesidad de reducir costos operativos como por el compromiso empresarial de mitigar la huella de carbono.
En la última década, el país ha registrado un crecimiento sostenido en su capacidad instalada fotovoltaica, con irradiaciones promedio de 5.5 a 6.5 kWh/m² diarios que lo posicionan entre las regiones con mejor potencial solar del mundo.
Con información de Solar Change, empresa especializada en diseñar e instalar proyectos fotovoltaicos llave en mano para hogares, negocios e industrias, muestra que las instalaciones en techos de empresas y grandes parques solares han sido protagonistas de este auge. La Ley de Transición Energética fijó alcanzar un 35% de generación eléctrica con fuentes limpias para 2024. Además, la Agencia Internacional de la Energía proyecta que para finales de este año las energías renovables superarán al carbón como principal fuente de electricidad en el mundo, con más de un tercio de la generación total.
Industrias manufactureras, cadenas de retail y el sector hotelero lideran las inversiones. “La energía solar ya no es solo una opción para reducir costos; se ha convertido en una estrategia integral que permite a las empresas estabilizar sus gastos, incrementar su competitividad y avanzar hacia modelos de operación más sustentables”, explica Juan Miranda, CEO de Solar Change. Según Miranda, estos sistemas ofrecen retornos de inversión en un plazo de entre 3 y 6 años, beneficiados por la deducción acelerada del 100% en el ISR y el esquema de medición neta para instalaciones de hasta 500 kW.
Sin embargo, el ritmo de crecimiento encara desafíos regulatorios. Aunque México compite favorablemente con mercados como Brasil y Estados Unidos en términos de recursos solares y costos de equipo, la simplificación de permisos y la ampliación de incentivos son puntos pendientes. “El avance de la energía solar ha sido impresionante, pero su consolidación dependerá de que las regulaciones evolucionen para facilitar aún más la adopción”, advierte Miranda.
El esquema de medición neta, vigente desde 2017, ha permitido acreditar excedentes de generación en consumos futuros, mejorando la previsibilidad financiera de los proyectos. No obstante, las empresas solicitan una mayor capacidad permitida en generación distribuida y procesos más ágiles para los trámites de conexión a la red.
A largo plazo, analistas del sector coinciden en que la diversificación de incentivos —incluyendo esquemas regionales adaptados al recurso solar local— y la actualización de la normatividad serán determinantes. Con un entorno regulatorio en evolución y avances tecnológicos continuos, la solarización corporativa promete fortalecer la resiliencia operativa de las empresas mexicanas y aportar decisivamente a la transición energética del país.
Sé el primero en comentar