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Sin bancos, sin fronteras

Tiempo de lectura: 3 minutos

América Latina no necesita promesas tecnológicas; necesita soluciones prácticas.

Se trata de una región donde la inflación, la devaluación y las restricciones al acceso a divisas son parte del día a día, y por ello las stablecoins no son más una curiosidad financiera, sino herramientas fundamentales de sustento económico. El uso de estas monedas digitales, respaldadas 1:1 por activos como el dólar estadounidense, está creciendo con fuerza. Hoy, el 39% de los inversionistas cripto en la región las utilizan como refugio de valor, frente al 30% en 2023.

Las stablecoins no prometen hacerse ricas a las personas. Prometen algo más valioso: control. Control sobre el ahorro, sobre las remesas, sobre cómo se cobra y se paga. Tracy Jin, COO de MEXC, lo resume con claridad: “Las criptomonedas dejaron de ser concepto de nicho o limitado a expertos: son herramientas prácticas que resuelven problemas del mundo real”. En América Latina, donde las transacciones transfronterizas y el acceso a divisas son esenciales para millones, estas herramientas se han vuelto indispensables.

Ningún país ejemplifica mejor esta tendencia que Argentina. Según Chainalysis, el 61.8% de las transacciones cripto en el país se realizan con stablecoins, una cifra muy por encima del promedio global. Esto no es casualidad: en un país con más de una década de inflación alta, controles cambiarios estrictos y una moneda en constante devaluación, millones de ciudadanos usan stablecoins para preservar su poder adquisitivo. De hecho, el valor de estas transacciones, especialmente en el mercado minorista (menos de $10,000), crece más rápido que cualquier otro tipo de activo digital. Es una respuesta lógica ante un sistema financiero que ya no les brinda garantías.

Por su parte, México también está viendo cómo las stablecoins se integran a la economía diaria, especialmente a través del ecosistema fintech. El 62% de las empresas de tecnología financiera centradas en cripto ya utilizan stablecoins como método de transacción, y se espera que esa cifra alcance el 77% en el corto plazo, según Finnovista. El país cuenta con al menos 29 proyectos cripto activos, y es uno de los mercados más optimistas sobre los ingresos futuros del sector. Las fintech están adoptando stablecoins y, al mismo tiempo, están ayudando a democratizar su uso para pagos, remesas y ahorro.

Brasil, otro importante país de la región, es el segundo mercado de cripto más grande de América Latina en volumen, con transacciones que alcanzaron los $90,300 millones entre julio de 2023 y junio de 2024. Sin embargo, enfrenta un escenario de creciente regulación. El Banco Central de Brasil ha propuesto normas que restringirían el retiro de stablecoins como USDT a billeteras de autocustodia, lo que limitaría la independencia financiera de los usuarios. Aunque la ley aún está en consulta pública, podría marcar un retroceso en la libertad que ha caracterizado al uso de criptoactivos. Pese a esto, la demanda de stablecoins sigue siendo fuerte, impulsada por un mercado que busca estabilidad y acceso rápido a monedas fuertes.

MEXC, uno de los exchanges más destacados del mundo, ha jugado un papel clave en facilitar este acceso. Con operaciones en más de 200 países y soporte para múltiples stablecoins, la plataforma ha desarrollado una infraestructura que permite convertir, enviar y recibir monedas digitales de manera intuitiva y segura. Jin enfatiza: “Esto, además de ser innovación constante, es liberación financiera, es lo que llamamos ‘Cripto Cotidiano’”. MEXC también ha potenciado su oferta P2P para que usuarios en contextos de alta inflación, como Brasil y Argentina, puedan acceder directamente a stablecoins con su moneda local, sin intermediarios.

En América Latina la tecnología blockchain ya no es un lujo ni una moda. Es una necesidad. Y las stablecoins, con su estabilidad, bajo costo y facilidad de uso, son hoy una herramienta clave para enfrentar la volatilidad económica. Ahorrar en USDC, pagar con USDT o recibir una remesa en criptomonedas ya no es algo excepcional. Es parte de la rutina de millones de personas.

La revolución de las stablecoins no hace ruido ni acapara reflectores, pero cambia vidas todos los días. Está en el celular de un trabajador freelance que cobra en dólares digitales. En la billetera de una madre que envía dinero desde el extranjero sin perderlo en comisiones. En el pequeño comercio que acepta pagos cripto para sortear la inflación. Lejos de ser una burbuja o una moda, las stablecoins están demostrando que la tecnología financiera puede adaptarse a la realidad latinoamericana. Y en esa realidad, son mucho más que monedas digitales: son herramientas de autonomía, resiliencia y empoderamiento.

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