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Trump contra Musk: Postverdad en Juego

Donald Trump y Elon Musk | Red Social X
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por años, Donald Trump y Elon Musk representaron una alianza improbable pero funcional: el poder político tradicional y el capital tecnodigital unidos por una visión común de desregulación, eficiencia y dominio mediático.

  • El distanciamiento entre Trump y Musk revela una fractura entre poder político y liderazgo tecnológico. Sus diferencias podrían redefinir el rumbo de la inteligencia artificial y la lucha contra la desinformación.
  • En un contexto de alta volatilidad económica, las stablecoins se consolidan como herramientas clave para el ahorro, las remesas y los pagos en América Latina. Su adopción crece como respuesta práctica a desafíos financieros cotidianos.

Y desde enero les comentaba que Stargate iba a representar un choque de visiones entre estos dos personajes, y solo unos meses después esta relación quebró.

El reciente quiebre entre ambos, que se ha visto marcado por acusaciones cruzadas, amenazas económicas y una guerra abierta en redes sociales, no solo es un drama entre dos grandes egos. Sin embargo es síntoma de algo más profundo: la fragilidad de las democracias frente al poder sin contrapesos de las élites tecnológicas y la desinformación algorítmica.

El conflicto estalló cuando Musk, tras meses de tensiones internas, criticó abiertamente la nueva ley presupuestaria de Trump, calificándola de “abominación fiscal”. Trump respondió desde su plataforma Truth Social con ataques personales, y Musk contraatacó insinuando vínculos del presidente con el caso Epstein. El resultado fue inmediato: una caída del 14% en las acciones de Tesla, el anuncio del desmantelamiento de la nave Dragon de SpaceX —clave para misiones de la NASA— y la amenaza de Trump de cortar todos los contratos federales con las empresas de Musk.

Pero más allá de las pérdidas económicas, lo que está en juego es el futuro de la inteligencia artificial y la verdad misma.

Musk ha sido una figura central en el desarrollo de IA, tanto como impulsor de tecnologías avanzadas como por su papel en debates éticos sobre su regulación. Su distanciamiento del gobierno podría frenar colaboraciones clave en áreas como defensa, salud y automatización pública. Además, su influencia en plataformas como X (antes Twitter) y su participación en proyectos de IA generativa lo convierten en un actor crucial en la forma en que se produce y distribuye información.

Por su parte, Trump ha demostrado cómo el poder político puede moldear la realidad a través de narrativas digitales. Su uso de redes sociales para deslegitimar instituciones, atacar adversarios y construir una versión alternativa de los hechos es un ejemplo claro de la era de la postverdad.

En este contexto, el enfrentamiento con Musk no es solo una disputa personal: es una batalla por el control del relato, por quién define lo que es “real” en un mundo mediado por algoritmos.

La ruptura entre estos dos personajes nos lleva a preguntarnos: ¿qué ocurre cuando quienes controlan la infraestructura digital y la narrativa pública entran en guerra? La respuesta no es alentadora. Sin mecanismos de rendición de cuentas, sin marcos éticos sólidos y sin una ciudadanía informada, el riesgo es que la tecnología deje de ser una herramienta para el bien común y se convierta en un arma de poder personal.

En estos tiempos donde la inteligencia artificial puede generar discursos, manipular imágenes y amplificar mentiras con una eficiencia sin precedentes, el conflicto Trump-Musk es más que un espectáculo. Es una advertencia.

Gemelos Digitales

En América Latina, la inestabilidad económica ha impulsado la adopción de stablecoins como una herramienta financiera cotidiana. Estas monedas digitales, respaldadas por activos como el dólar, ofrecen una alternativa frente a la inflación, la devaluación y las restricciones cambiarias. Según datos recientes de la plataforma MEXC, el 39% de los inversionistas cripto en la región ya las utilizan como refugio de valor. Argentina lidera esta tendencia: el 61.8% de sus transacciones cripto se realizan con stablecoins, reflejo de una búsqueda de estabilidad ante un sistema financiero volátil. En México, el ecosistema fintech impulsa su uso, con un 62% de empresas cripto que ya las integran en sus operaciones. Brasil, aunque enfrenta propuestas regulatorias restrictivas, mantiene una alta demanda. Diversas plataformas han facilitado el acceso a estas monedas, promoviendo su uso en pagos, remesas y ahorro. En este contexto, las stablecoins no representan una promesa futurista, sino una respuesta concreta a necesidades reales. Su crecimiento silencioso está transformando la economía digital de la región.

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