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Temas Centrales – Candidatos en precampaña

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Tras un mes de (pre)campañas de los candidatos presidenciales del PRI, José Antonio Meade, del PAN, Ricardo Anaya y de Morena, Andrés Manuel López Obrador, reforzados en las coaliciones tripartidistas Todos por México, Por México al Frente y Juntos Haremos Historia, respectivamente, las encuestas no muestran cambios importantes en cuanto al posicionamiento de los aspirantes en las preferencias ciudadanas, respecto a estudios practicados antes del inicio de las precampañas. El candidato tabasqueño sigue a la cabeza en la carrera presidencial, seguido por el ex joven maravilla y, muy cerca de éste, el candidato tricolor.

Y es que habría que considerar estas cuatro semanas, como rounds de sombra, en particular para el priista a quien le toca incorporarse a una carrera en la que sus contrincantes le llevan ventaja en tiempo recorrido y exposición. Uno, con cerca de quince años de proselitismo a lo largo y ancho del país y el otro, con dos años de intensa exposición que ahora capitaliza, ya como candidato.

No habría, entonces, porque sorprenderse mucho por los resultados de las encuestas del momento, que, por lo pronto, son un reflejo que corresponde a los tiempos de actividad proselitista, cuando sólo han transcurrido 30 días de los 149, que contempla la ley para la promoción de los candidatos (59 días de precampaña y 90 de campaña).

Pero en esta lucha por el poder, los tres contendientes, ahora, que pueden convertirse en cinco o seis, si los aspirantes independientes logran salvar todas las pruebas que la ley les exige, están más preocupados por descalificar a sus oponentes que por fortalecer su posición. Así, tanto el mesías tropical como el candidato blanquiazul han coincidido en la estrategia de golpear al candidato priista, señalando que su candidatura no prende y que seguramente su partido lo va a sustituir.

Guerra de declaraciones, que analistas y comentaristas se encargan de respaldar, según los intereses que los mueven, y que contribuyen a crear una percepción entre la ciudadanía, esa es la intención, de que esa candidatura no crece, por lo que su partido tendrá que sustituirlo. Ya anteriormente, Andrés Manuel se “preocupaba” por el futuro candidato del PRI, haciendo recomendaciones sobre quién debería ser el postulado por el tricolor. Algo tendrá Meade que desde antes de ser postulado y ya como candidato, el tabasqueño ha buscado descarrilarlo, estrategia a la que se ha sumado el candidato panista. .   

Pero a fin de cuentas, estamos en campaña y las estrategias para reducir la competencia son variables. Lo que les importa es convertir la contienda en una competencia de dos. Una parejera para disputarse el voto útil, el de rechazo, el de castigo y el de los indecisos, porque como se ven las cosas, las tres coaliciones tenderán a equilibrarse conforme avancen las campañas, lo que nos puede llevar a un final de fotografía, con los riesgos que ya hemos vivido de elecciones cerradas en las que el perdedor no acepta su derrota y, como estrategia, alega fraude electoral.

Hasta el momento, el candidato de Morena lleva mano en imponer la agenda basada en ocurrencias, sin sustento ni responsabilidad. Las becas y salarios a estudiantes y a quienes ni estudian ni trabajan, implica un gasto multimillonario para el que no hay presupuesto que alcance; ofrecer garantía de admisión a todo aspirante a estudios superiores, cuando no existe la infraestructura suficiente, es un engaño, al crear falsas expectativas; cancelar la reforma educativa, es volver a  vicios y malas prácticas que han significado un grave rezago al sistema educativo del país; cancelar el nuevo aeropuerto de la CDMX y la amnistía a los delincuentes como estrategia para combatir la violencia sin más violencia, son  ejemplos de ofertas para destinatarios específicos, pensadas únicamente en función de ganar votos, sin medir consecuencias.

Ciertamente los candidatos del PAN y del PRI tendrán que pisar el acelerador y definir sus posiciones con ideas y propuestas razonadas y razonables, porque nos están debiendo su visión de futuro. Sus planes y programas para fortalecer al país, sobre bases realizables que es lo que permitirá a los electores decidir su voto, no por el candidato que prometa más, sin decir cómo, sino por el que muestre más solidez y seriedad en sus propuestas y dejar a un lado las descalificaciones como método que poco ayudan a tener el nivel de debate que el país se merece.