El sobreendeudamiento de estados y municipios se advierte como un freno para ampliar el campo de acción de la banca de desarrollo.
Ya le he comentado que si bien la deuda de estados y municipios, que alcanza unos 430 mil millones de pesos, no se ve como un riesgo para afectar las variables macro y el riesgo país de México si afecta la gestión de esas demarcaciones que para decirlo pronto no pueden contratar más préstamos para nuevas obras de infraestructura.
A tal conclusión llega la consultora Recsa que tiene como mandamás a Humberto Armenta, quien considera que una ley de responsabilidad fiscal para estados y municipios es necesaria, pero de la mano de reestructuraciones para buena parte de esos pasivos que permitan liberar flujos por participaciones.
Armenta señala que en los últimos dos años esas demarcaciones prefirieron contratar créditos con la banca comercial que les fueron concedidos con gran facilidad al ofrecer como garantía participaciones, desplazando de alguna forma a la banca de desarrollo.
La mala noticia, explica Armenta, es que buena parte de esa deuda se contrató para cubrir gasto corriente, pensiones y erogaciones que no iban a significar ingresos futuros, como puede ser una carretera ó bien un aeropuerto.
Recsa señala que al cierre del año pasado la cartera de la banca de desarrollo se ubicó en 465 mil millones de pesos, lo que implicó un alza de 78 por ciento respecto a 2007 y apenas un crecimiento de 14 por ciento con relación a 2011.
En ese sentido los créditos con la banca comercial al cierre del año pasado estaban en 177 mil millones de pesos, lo que significó una subida de 250 por ciento respecto a 2007.
Para Armenta la banca de desarrollo vía entidades como Banobras y el Fonadin deben recuperar su papel en el financiamiento a proyectos de infraestructura ó de inversión productiva, pero lamentablemente en el caso de las demarcaciones endeudadas se ha llegado a niveles de alarma donde se han hipotecado 82 centavos de cada peso de ingreso futuro vía participaciones.
Esto a partir que el 86 por ciento de la nueva deuda contratada ha tenido como garantía las participaciones.
El foco amarillo es que en 2008 esa deuda estaba garantizada con 50 por ciento de las participaciones y al ritmo actual no sería extraño que en el futuro la totalidad de las obligaciones financieras de estados y municipios tenga esa garantía, lo que definitivamente se ve como un freno para entidades como Banobras.
A nivel internacional la desintermediación que observa la banca de desarrollo es evidente, ya que en 2011 la cartera de crédito de la banca de desarrollo en Brasil rebasaba los 256 mil 400 millones de dólares, en tanto que la de México apenas representaba poco más de 40 mil 700 millones de dólares.
Otro indicador es que la cartera de la banca de desarrollo de Brasil como proporción del PIB era de 2.4 por ciento, mientras que la de México fue de apenas el 0.4 por ciento del PIB, lo que resulta preocupante si pondera que la pasada administración de autodenominó como el sexenio de la infraestructura.
En fin, Recsa concluye que el impulso que la banca de desarrollo pueda dar a la infraestructura en este sexenio no solo dependerá de la fortaleza de bancos como Banobras, Nafin y Bancomext sino a la capacidad de las entidades federativas y municipios para sanear sus finanzas e incrementar su capacidad de pago.