Es difícil describir el paquete de rescate que este fin de semana se ha anunciado para Chipre: un gravamen equivalente al 9.99% para quienes tengan más de 100,000 euros y del 6.75% para quienes no lleguen a esa cantidad. Ciertamente, esto no tiene precedente en Europa, por lo que es evidente que se está observando un importante cambio de paradigma.
Se trata de una violación de los derechos fundamentales de propiedad, dictada en un país pequeño por potencias extranjeras, lo que debe provocar un fuerte sentimiento de desconfianza a todo depositante bancario en Europa. Aunque los representantes del rescate trataron de presentarlo en la conferencia de prensa como un hecho aislado, no estaban dispuestos a descartar medidas similares en otros lugares –lo que no hubiera importado tanto como que la confianza se haya esfumado-. Ahora es difícil esperar algún tipo de limitación a las medidas que la Troika y la UE puedan tomar cuando la crisis realmente empiece a repercutir.
Si se hace esto una vez, se podrá volver a hacer de nuevo. Si es posible confiscar el 10% del dinero de un cliente de un banco, será posible confiscar el 25, 50 ó incluso el 100%. Seguramente vendrá lo peor a medida que aumente el pánico, con los políticos tratando desesperadamente de mantener el euro con vida.
Los depositantes de otros países con potencial para ser rescatados deben estar asustados. ¿Es seguro mantener el dinero en bancos italianos, griegos o españoles? No se sabe, debe ser la respuesta. ¿Es prudente tomar el riesgo? Es su decisión. Esto, muy probablemente, conducirá a una salida masiva de capitales de los países más débiles de la eurozona, justo lo último que necesitan en este momento.
Este es el mayor cambio de las reglas del juego y las consecuencias estarán presentes durante mucho tiempo. En consecuencia, este podría ser el principio del final para la eurozona, ya que ha sido un increíble golpe a la confianza.
Con respecto a la reacción del mercado, esta debería ser muy buena para el oro y para países refugio como Suiza, Singapur y economías más sanas fuera del euro como Noruega o Suecia. Por otro lado, es factible que el euro y los mercados asociados se vean afectados por la falta de confianza cada vez mayor cuando todas las implicaciones hayan quedado claras para los inversionistas.