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A propósito del Dia Mundial sin Tabaco

Última actualización el octubre 18, 2024

Tiempo de lectura: 10 minutos

– El tabaco cuesta a la economía mundial 200 mil millones de dólares cada año.

 

– En 2010, la población adulta mexicana (de 18 a 65 años) gasta en promedio 6 días de salario mínimo al mes en tabaco.

 

– De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones 2011, casi la mitad de los fumadores iniciaron el consumo antes de los 16 años.

 

– 2012, la prevalencia de consumo actual de tabaco es más alta en hombres que en mujeres (31 en hombres y 9 mujeres).

 

– Durante 2011 en México, 29 de cada 100 muertes se deben a enfermedades relacionadas con el tabaco.

 

– En 2011, la población mexicana muere principalmente por enfermedades isquémicas del corazón, 45.3% en los hombres y 42.3% en las mujeres.

 

 

El Atlas del Tabaco (2012) de la Fundación World Lung estima que a nivel mundial, mueren cada año 600 mil personas debido al humo de cigarro de segunda mano (fumadores pasivos), de los cuales 75% son mujeres y niños y que cada segundo, fallece una persona a causa de alguna enfermedad relacionada con su consumo. El tabaco es responsable de la muerte de uno de cada 10 adultos (Organización Panamericana de la Salud [OPS], 2013).

Durante 2012, la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el tema “la interferencia de la industria del tabaco”, instó a los gobiernos a reconocer la “necesidad de denunciar y contrarrestar los intentos descarados y cada vez más agresivos de la industria tabacalera para socavar el Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud” (OMS, 2012a, ¶2), cuyo objetivo es concientizar a la población y a los hacedores de políticas públicas para reconocer las tácticas de la industria tabacalera; además de que consideren que el tabaquismo es una de las principales epidemias prevenibles y es nodal para una adecuada intervención en las poblaciones, control de las consecuencias y disminución de costos sociales.

En 1987, la Asamblea Mundial de la Salud marcó el 31 de mayo como el Día Mundial sin Tabaco con el objetivo de hacer hincapié en el problema que constituye el consumo del mismo. En conmemoración a esta fecha el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presenta un panorama general sobre los actuales efectos que tiene el consumo del tabaco en la población mexicana.

 

Gasto en y para el consumo

De acuerdo con la OPS (2013), el tabaco cuesta cada año a la economía mundial 200 mil millones de dólares; según el Atlas Mundial del Tabaco (Eriksen, Mackay y Ross, 2012), la industria tabacalera es millonaria y de 2000 a 2010, su producción aumentó 12%, fabricando cerca de 6 quintillones de cigarros al año, aproximadamente un millón cada cinco minutos. En 2010, el ingreso total consolidado de las seis principales compañías tabacaleras en el mundo (que incluye a Phillip Morris y a British American Tabaco, tabacaleras con presencia en el país) fue de 36 billones de dólares, semejante al ingreso conjunto de Coca-Cola, Microsoft y McDonald’s en el mismo año.

El Atlas de Tabaco (op. cit., 2012) señala que en México se necesita más de media hora de trabajo para comprar un paquete de cigarros, lo que significa que es poco costeable su consumo. Sin embargo, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2010, reporta que los hogares mexicanos de menor nivel de ingreso (decil I) son los que más gastan en tabaco (0.42%, respecto al gasto corriente monetario trimestral), seguidos de los hogares que pertenecen al decil IV (0.33%) y el VII (0.30%); en contraste, los hogares con ingresos más altos son los que menos gastan (0.16%, para el decil X).

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De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA) 2011, la población adulta (de 18 a 65 años) gasta en promedio 400 pesos mensuales en tabaco y los adolescentes (de 12 a 17 años) invierten al mes poco más de 300 pesos. Considerando que el salario mínimo más alto en México es de casi 65 pesos diarios –área geográfica “A”–, se estima que la población adulta invierte en promedio seis días de salario mínimo en cigarros y los jóvenes casi cinco días.

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Edad de inicio del consumo

Diversos estudios demuestran que el tabaco es precursor para iniciar el uso de otras sustancias (Herrera-Vázquez, Wagner, Velasco-Mondragón, et al, 2004). El consumo de tabaco a edades tempranas es multifactorial, para los jóvenes implica una conducta adulta, agradable y de moda (Soto y García, 2009). Entre los factores más importantes en el inició de consumo están que los padres, hermanos y amigos fumen (Kuri, Medina, Peña, Cravioto, y Villatoro, 2002; Ariza, López, Nebot, Valmayor, Tomás y Juárez, 2004), o la permisividad de reglas en casa (Arillo-Santillán, Thrasher, Rodríguez-Bolaños, Chávez-Ayala, Ruiz-Velasco, y Lazcano-Ponce, 2007), entre otros.

Un punto de convergencia entre las investigaciones y la industria tabacalera es que cuanto más se retrasa la edad de inicio del consumo del tabaco es menos probable que la persona se convierta en un fumador permanente (Soto y García, 2009); razón por la que las campañas publicitarias de las tabacaleras se orientan a fomentar el consumo en jóvenes, con lo que existe mayor probabilidad de tener un cliente de por vida.

De acuerdo con la ENA 2011, cinco de cada 100 fumadores activos actuales iniciaron su consumo antes de los 12 años de edad, 44 entre los 12 y 15 años, 36 entre los 16 y 19 años, para disminuir a 15 a partir de los 20 años y más

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2012 reporta que entre los varones adolescentes fumadores (de 10 a 19 años), 48.2% fuman uno o dos cigarros diarios, 24.9% entre 3 y 4, y 26.9% cinco cigarros o más; en tanto, 45.6% de las mujeres fuman uno o dos cigarros al día, 33% de 3 a 4, y 21.4% cinco cigarros o más; como se observa, la población femenina supera a los hombres que fuman de 3 a 4 cigarros diarios (8 puntos porcentuales).

 

Según los resultados de la ENSANUT 2006 y 2012, la prevalencia de consumo de tabaco actual (fumadores en el momento de entrevista y que fumaron al menos 100 cigarros durante toda su vida), no presenta cambios importantes en los últimos seis años. Mientras que en 2006, 30 de cada 100 hombres fumaban, en 2012 lo hacen 31; para las mujeres el comportamiento es similar, durante 2006 eran fumadoras nueve de cada 100 y en 2012, 10 de cada cien.

 

 

Morbilidad

 

Investigaciones relacionadas con los efectos del tabaco en el cuerpo han identificado que el factor adictivo a la nicotina es similar al del alcohol, la cocaína y la morfina (Medline, 2012); además, consumir tabaco aumenta el riesgo de padecer cáncer –especialmente en pulmones, boca, laringe, esófago, vejiga, riñón, páncreas y cuello del útero–, ataques cardíacos y apoplejías, y enfermedad pulmonar crónica (op. cit., 2012).

 

Las consecuencias de su consumo no se limitan al fumador, las personas que están expuestas al humo del tabaco tienen más riesgos de sufrir enfermedades coronarias y cáncer de pulmón. En los niños puede haber enfermedades del oído medio, síntomas respiratorios, limitación de la función respiratoria, síndrome infantil de muerte de cuna, enfermedades de las vías respiratorias bajas y bajo peso al nacer (Eriksen, Mackay, y Ross, 2012).

 

En las mujeres embarazadas, el contacto con el humo del tabaco aumenta el riesgo de placenta previa, ruptura prematura de membranas, parto prematuro, aborto espontáneo y embarazo ectópico; mientras que en el producto se afecta el desarrollo fetal, se reduce la función pulmonar, presenta cáncer oral, e incluso pueden llegar a muerte fetal –óbito– o síndrome de muerte súbita del infante (op. cit., 2012).

 

Las secuelas de esta adicción son múltiples, por eso las ciencias médicas y de la conducta aplican tratamientos para mejorar la calidad de vida de las personas que las sufren. Sin embargo, para lograr cambiar este hábito es importante el autocontrol, la motivación al cambio y las habilidades de afrontamiento (Froján y Becoña, 1999) y cuando se logra, dar seguimiento a los pacientes, para evitar recaídas –que se asocian a estados emocionales negativos, altos niveles de dependencia y escaso grado de apoyo social– (Quesada, Carreras y Sánchez, 2002).

 

La morbilidad hospitalaria permite conocer el número de egresos de un hospital, clasificados por la principal afección. En México, en 2011, de la población de 15 años y más que sale de un nosocomio, 6.1% egresa por algún padecimiento relacionado con el consumo de tabaco; de esta población son los hombres quienes presentan la mayor proporción de patologías vinculadas con el tabaquismo. La principal causa de morbilidad en los varones son las enfermedades isquémicas del corazón (31.7%), seguida de las enfermedades cerebrovasculares (21.8%) y la neumonía (16.5 por ciento). En las mujeres, la principal causa de egreso hospitalario por afecciones relacionadas con el tabaquismo es la ruptura prematura de membranas (35.3%), seguida de las enfermedades cerebrovasculares (15.2%) y las enfermedades isquémicas del corazón (13.4 por ciento).

 

 

Las tasas de morbilidad hospitalaria de la población masculina de 15 años y más por enfermedades relacionadas con tabaquismo, muestran que la neumonía es la principal causa de morbilidad entre la población de 15 a 39 años (10 de cada 100 mil hombres de 15 a 19 años, 14 para los de 20 a 29 años y 18 de 30 a 39 años). Para la población de 40 a 79 años son las enfermedades isquémicas del corazón (55 de cada 100 mil hombres de 40 a 49 años, 198 de 50 a 59 años, 361 entre los de 60 a 64 años, 490 para los de 65 a 74 años y de 604 de cada 100 mil de 75 a 79 años); finalmente, en los varones de 80 años y más, la tasa más alta de morbilidad hospitalaria es debida a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (787 de cada 100 mil hombres de este grupo de edad).

 

Para las mujeres embarazadas la ruptura prematura de membranas y la placenta previa se encuentran entre las principales enfermedades relacionadas con el tabaco. En la población femenina de 15 a 39 años, la ruptura prematura de membranas se ubica con las tasas de morbilidad hospitalaria más altas (234 mujeres en las de 15 a 19 años de cada 100 mil, 316 para las de 20 a 29 años y, 144 en el grupo de 30 a 39 años); las enfermedades isquémicas del corazón son la principal afección entre las mujeres de 50 a 74 años (79 de cada 100 mil mujeres de 50 a 59 años, 175 casos para las de 60 a 64 años y, 290 en las mujeres 65 a 74 años); finalmente, en las mujeres de 40 a 49 años y de 75 años y más predominan las enfermedades cerebrovasculares (24 de cada 100 mil en mujeres de 40 a 49 años, 508 en las de 75 a 79 años y, 791 casos para las de 80 años y más).

 

Mortalidad

 

La OMS (2012a) estima que el consumo de tabaco mata cada año a casi seis millones de personas y de seguir con esa tendencia, para 2030 aumentará a más de ocho millones al año; además señala que el consumo de tabaco es factor de riesgo para seis de las ocho principales causas de defunción en el mundo y responsable del fallecimiento del 50% de las personas que lo consumen (op. cit., 2012a). El Atlas del Tabaco (2012) menciona que las muertes asociadas al tabaco están directamente relacionadas con su prevalencia de consumo y a la exposición de la población al humo de segunda mano, en su hogar, trabajo y lugares públicos (Eriksen, Mackay y Ross, 2012).

 

 

Del total de defunciones que se presentaron en 2011 entre la población de 15 años y más, 29.5% de ellas fueron por enfermedades relacionadas con el tabaco. Así, las principales enfermedades por las que fallece la población fumadora mexicana de 15 años y más son las isquémicas del corazón (45.3% de los hombres y 42.3% de las mujeres), las cerebrovasculares (16.8% hombres y 22% mujeres), la pulmonar obstructiva crónica (14.1% población masculina y 13.7% femenina) y la neumonía (8.1% hombres y 8% mujeres).

 

 

Como se mencionó, las enfermedades isquémicas del corazón son las que cobran más vidas en los mexicanos de 15 y más años, padecimiento por el que fallecen 5 de cada 100 mil hombres de 20 a 29 años, 105 para los de 50 a 59 años, 420 en los de 65 a 74 años y 2 001 para el grupo de 80 y más años; la segunda causa por la que muere la población fumadora masculina de 30 a 79 años son las enfermedades cerebrovasculares, 4 de cada 100 mil en los de 30 a 39 años, 159 casos para el grupo de 65 a 74 años y 356 en los de 75 a 79 años; mientras que para la población masculina de 80 años y más la segunda causa son las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (953 casos de cada 100 mil de ese grupo de edad).

 

 

De igual manera, entre las mujeres, las enfermedades isquémicas del corazón son la principal causa de mortalidad observada (fallecen 11 de cada 100 mujeres de 40 a 49 años, 234 casos entre las de 65 a 74 años y 1 889 para el grupo de 80 años y más), excepto en las jóvenes de 15 a 19 años, quienes mueren por enfermedades cerebrovasculares y neumonía (una de cada 100 mil de ese grupo de edad, respectivamente). La segunda causa la ocupan las enfermedades cerebrovasculares, con tres de cada 100 mil para el grupo de 30 a 39 años, 55 casos de las de 60 a 64 años, 326 entre las de 75 a 79 años, hasta incrementarse a 872 de cada 100 mil de las que tienen 80 años y más.

Tomando en cuenta que las enfermedades relacionadas con el tabaquismo no son agudas (de inicio súbito y duración breve), sino que se desarrollan lentamente como consecuencia del daño que causa el consumo del tabaco, que derivan en enfermedades complejas como la pulmonar obstructiva crónica, que en la mayoría de los casos se diagnostica después de los 40 años y requiere en sus últimas etapas de atención especializada –medicamentos, rehabilitación pulmonar, oxigenoterapia, constantes hospitalizaciones por complicaciones, posibles cirugías, entre otros– (National Heart, Lung, and Blood Institute, 2012), es importante considerar el alto costo social, familiar e institucional que conlleva esta adicción, en la aplicación de políticas públicas para concientizar a la población sobre los daños que causa a su salud y de esa forma retrasar o evitar el inicio del tabaquismo.

 

 

Conclusiones

El consumo de sustancias como el tabaco, el alcohol y las drogas, para quienes las consumen, implica una inversión monetaria, que impacta en su ingreso y puede llevar hasta su empobrecimiento al asumir también a largo plazo, los gastos de atención de alguna enfermedad relacionada con su consumo. Como parte de las actividades que realiza la OMS para controlar el impacto de la industria tabacalera está la inclusión de imágenes sanitarias; vigilar el consumo de tabaco; proteger a la población del humo de segunda mano; ofrecer ayuda para dejar este mal hábito; hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio del tabaco; y aumentar los impuestos sobre el mismo.

 

En México, existen imágenes en las cajetillas sobre los efectos nocivos del tabaco y los impuestos que se aplican a cada cajetilla de cigarros que se compra son altos, pero se está lejos de tomar decisiones como en Australia, en donde la cajetilla tiene una imagen impactante y a pesar de los recursos interpuestos por las compañías tabacaleras, el gobierno australiano mantuvo su decisión al no ceder ante la presión (OMS, 2012b).

 

Otro ejemplo de las decisiones gubernamentales para el control de tabaco que hay en otros países, es la decisión de que la Copa Mundial de Futbol, Brasil 2014, será un evento libre de tabaco, en el cual no estará permitido fumar en los eventos deportivos, no se venderán cigarrillos u otros productos del tabaco, además de que no se permitirá publicidad, promoción o patrocinio de las tabacaleras (OPS, 2013).