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Babatz, ¿premio a talento o a favores concedidos?

Tiempo de lectura: 4 minutos

scotiabank– Obras billonarias en ingeniería 

 

La noticia financiera más importante que se dio a conocer ayer fue la designación del expresidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Guillermo Babatz, como integrante de la Junta Directiva de Scotiabank, con lo que se especula que en unos meses más podría erigirse como el próximo director general del banco, aunque también se maneja para ese puesto al exdirector general de Banamex, Enrique Zorrilla, quien también ocupa un cargo directivo en ese grupo financiero.

Babatz se une al grupo de exfuncionarios públicos de alto nivel que son reclutados por grandes empresas, en su mayoría trasnacionales. Tenemos los casos del expresidente Ernesto Zedillo, que es consejero de la compañía ferrocarrilera Kansas City Southern; el exsecretario de Hacienda y Crédito Público y exgobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz en Grupo Financiero Banorte; el también exsecretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, director general de Telefónica; Javier Arrigunaga, exdirector del Fobaproa y hoy director general de Grupo Financiero Banamex y presidente de la Asociación de Bancos de México, entre muchos otros, sin olvidar a los hermanos Werner y la exsecretaria de Energía, Georgina Kessel y el exsubsecretario de Hacienda, Gerardo Rodríguez Regordoza.

Sin embargo, la designación de Babatz destaca porque se trata del entonces poderoso regulador y supervisor de la banca durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón. Evidentemente pondrá al servicio de Scotiabank todos sus conocimientos e información confidencial que recopiló en su gestión sobre los bancos que ahora son su competencia.

El conflicto de interés es obvio y refuerza la tesis de la connivencia entre los bancos y las autoridades financieras en turno, al permitir actuar en un marco legal y operativo pro monopólico y concentrador, generador de enormes ganancias en perjuicio de las altas tasas de interés y comisiones que se cobran a las empresas y clientes mexicanos.

Esto comprueba una vez más que los funcionarios financieros públicos ven en los bancos sus futuros puestos de trabajo, una vez que su grupo político en el poder termina su periodo y no son acogidos por los nuevos regímenes en la repartición de cargos, de ahí su permisividad con las prácticas bancarias tradicionales.

Pero en el caso de Babatz el conflicto de interés es doble pues su esposa, Lorenza Martínez, actualmente es directiva en Banxico, que si bien es un organismo autónomo del Gobierno Federal, tiene una alta injerencia en el desarrollo y operación del sistema nacional bancario y de pagos.

Scotiabank es un banco sin identidad corporativa, carente de buena imagen y un mal manejo de su difusión, que sufrió una desastrosa administración por parte de la primera directora general mujer de un banco en México, Nicole Reich, incluyendo casos de corrupción interna y otros escándalos externos relacionados con la política.

Un detalle que no se debe pasar por alto, es que Guillermo Babatz fue el director general de la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF) en el sexenio del expresidente Vicente Fox, es decir es uno de los constructores de ese gran boom de vivienda que, durante los sexenios panistas, fueron considerados como grandes éxitos gubernamentales.

Hoy, para la administración del presidente Enrique Peña, ese boom resultó un fracaso total  que ha terminado en un gran caos y crisis económica financiera en el sector de la construcción de vivienda.

En cuanto a su tarea como regulador y supervisor bancario tampoco se ve avalada por la actual administración pública, si ponemos atención a las críticas del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, de que la banca en México a pesar de que es de las mejor capitalizadas a nivel mundial, no distribuye el crédito a tasas accesibles para la empresas ni en niveles acordes a nuestro Producto Interno Bruto.

En virtud de esto, surge la pregunta: ¿premio por los favores concedidos o por su talento gerencial?

 

Humo blanco en el CICM

Este jueves saldrá humo blanco en el Colegio de Ingenieros Civiles de México, y tal como se ven la cosas el nuevo ungido con la silla presidencial de ese organismo será Víctor Ortíz Ensástegui, ingeniero de trato amable y candidato de unidad que quiere recuperar para el Colegio la influyente posición de antaño, cuando era un órgano de consulta para la toma de decisiones en el país en materia de desarrollo y construcción de infraestructura.

Al menos esa es una de las férreas intenciones de la planilla que representa el ingeniero Ortiz, la única registrada para el proceso electoral por ser de unidad, según se nos dijo.

De entrada nos platicó que, a ojo de buen cubero,  las obras de ingeniería que se realizarán en la ciudad de México y en otras ciudades como los ferrocarriles Transpeninsular, que correrá de Yucatán a Quintana Roo y los que saldrán de la capital del país a Toluca y Querétaro; la ampliación del  tren ligero hasta Zumpango, y la del suburbano de Guadalajara dejarán una derrama de flujos de capital superior al billón de pesos. De ese monto de inversiones esperado, el sector público aportará el 50%, y el resto el privado.

En vísperas de ser elegido presidente del CICM –encabeza la única planilla para aspirar al cargo–, Ortíz Ensástegui llamó a los aproximadamente 3 mil ingenieros civiles colegiados, a votar este jueves 20 de febrero porque, dijo, en unidad, con la opinión y propuestas del gremio se pueden lograr los objetivos planteados en el plan de trabajo del Consejo Directivo para el período 2014-2016.

“Queremos ser una entidad gremial más propositiva de la infraestructura del país y en la vida de la ciudad de México, estrechar relaciones con el gobierno del Distrito Federal y sus delegaciones, cabildear con el Poder Legislativo y dar seguimiento a las propuestas del Colegio de Ingenieros Civiles de México. Pero en esa tarea se requiere del concierto de todos los agremiados”. O sea, ser un órgano consultor influyente en la toma de decisiones y ya no sólo observador.