No obstante que los estados financieros de Bachoco dicen otra cosa, la Secretaría de Economía resolvió que las importaciones de pierna y muslo procedentes de Estados Unidos “causaron daño a la industria nacional”.
Bachoco, empresa que concentra la producción y comercialización de carne de pollo en México, mostró en los últimos años un auge sin precedentes en sus ganancias y una considerable disponibilidad de recursos que le permitieron adquirir en noviembre pasado la empresa estadounidense OK Foods, considerada uno de los productores avícolas más grandes del mundo.
La dependencia que encabeza Bruno Ferrari no impondrá por el momento cuotas compensatorias, para dar oportunidad al desahogo de las pláticas conciliatorias que permitan un acuerdo al margen de la disputa legal y anunció que las partes cuentan con 30 días hábiles para presentar argumentos y pruebas complementarias.
Ello da un respiro temporal a los agobiados consumidores ante el incremento obligado que implicaría la imposición de cuotas compensatorias y que agravaría la cascada de incrementos de las últimas semanas a productos básicos como el frijol, arroz, leche, además del gas, luz y gasolinas.
En el caso de la determinación de la Secretaria de Economía, uno de los cuestionamientos más sólidos a la resolución preliminar tiene que ver con la metodología aplicada para calcular el precio de pierna y muslo que se exporta a México, pues la dependencia no aceptó el cálculo de costos de producción del pollo conforme a su precio de venta sino de acuerdo a su peso, no obstante que en Estados Unidos existen referentes válidos que pudieron ser utilizados como base para el cálculo del valor normal.
Atribuir los costos de producción al pollo conforme a su peso y no conforme al precio de venta va contra toda lógica de mercado, ya que los productores asignan a las diferentes partes de un animal un prorrateo en función del precio que el mercado reconoce a cada una de ellas. Esta metodología es utilizada por las empresas productoras de Estados Unidos y por el propio Bachoco para la venta de sus productos, pero en este caso la cuestionó.
Bajo este procedimiento resultaría equiparable el precio de un kilo de pechuga al de un kilo de mollejas, lo cual resulta absurdo, pues en la determinación del precio intervienen una serie de factores, entre ellos la demanda que tiene cada parte del pollo, de acuerdo con los gustos y la cultura alimentaria de los consumidores de cada país.
Si los funcionarios de Economía se dieran una vuelta por el mercado se darían cuenta que no es lo mismo la aplicación de ecuaciones macroeconómicas que la fijación de precios a nivel de piso.
De acuerdo con la Unión Nacional de Avicultores (UNA), la determinación de Economía deberá considerar éste y otros argumentos antes de una resolución definitiva. Sin embargo, la UNA considera que la mejor opción para la industria avícola es lograr un acuerdo en el que se beneficien todas las partes, incluyendo la apertura del mercado estadounidense a los productores nacionales.