El miércoles 18 de diciembre, el gobierno del municipio de Guadalajara, encabezado por Verónica Delgadillo, dio el banderazo al nuevo sistema de recolección y gestión de residuos, después de que tomará la decisión de no renovar la concesión con Caabsa Eagle, la compañía encargada de ese servicio.
La historia del gobierno municipal estuvo cargada de optimismo y buenos deseos, y solo eso, y justo ese es el problema de la solución que se está planteando para resolver o medio atender la crisis de basura que padece la capital jalisciense. Hay varias cosas que hacen ruido, por ejemplo, a Caabsa se le pagaban 411 millones de pesos por el servicio de recolección, transporte y gestión de los residuos, el nuevo esquema del gobierno inició con mil millones de pesos, con una flota insuficiente y sin que se contemplen la gestión y almacenamiento de los residuos ni los salarios de los trabajadores.
El otro problema tiene que ver con la limpieza de la ciudad en sí. La campaña que la presidenta municipal ha estado promocionado desde el 18 de diciembre hace alarde a la necesidad de tener una ciudad más limpia, sin embargo, parece ser que, por lo menos en la primera jornada, las tareas de limpieza fueron parciales, porque solo se ocuparon de las avenidas principales, dejando de lado calles secundarias en donde sigue el acumulamiento de basura. No es buen inicio para el enorme desafío que se echó encima la presidenta de Guadalajara.
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