Bajo el lema “Avanzando hacia una agenda renovada”, los debates y sesiones de la décima edición del World Economic Forum Latinoamérica (WEF Latam 2015), celebrado la pasada semana en Riviera Maya, han puesto de manifiesto la encrucijada en la que hoy se encuentran las economías de la región, que, tras más de una década de vigoroso crecimiento, muestran tendencias divergentes y, en algunos casos, desalentadoras.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que América Latina y el Caribe crezcan este año un 0.9%, en contraste con el 2.9% registrado hace solo dos años; pero el panorama se muestra muy distinto en las diferentes regiones que componen el mapa latinoamericano, en función de la exposición de los diferentes países a los descensos en los precios de las materias primas.
Los países exportadores de materias primas de América del Sur han sido los más perjudicados por el cambio de tendencia en el precio del petróleo. Brasil se encuentra inserto en la que se ha calificado como la peor recesión en más de dos décadas, con un descenso previsto este año del 1% en su PIB. Las economías argentina y venezolana también encaran retrocesos a cierre del año. En contraste, Chile y Perú avanzarán por encima del 2.5%. Mientras, los vientos soplan más favorables para América Central y el Caribe, gracias al abaratamiento en las importaciones de ámbito energético y las buenas previsiones de crecimiento para Estados Unidos.
En este contexto e impulsado por sus buenas relaciones comerciales con Estados Unidos, México sobresale por sus mejoradas perspectivas. El país anfitrión de este WEF Latam 2015 y segunda economía de la región ha desarrollado una intensa agenda de reformas que, según el Fondo Monetario Internacional, llevará al país a crecer 3% este año y 3.3% en 2016.
Tras aprobar la reforma del sector de telecomunicaciones el pasado año, el gobierno actual encuentra en pleno desarrollo de otro de los grandes retos de su mandato: la reforma del sector energético. El Plan Nacional de Infraestructura 2014-2018 contempla una inversión aproximada de 560.000 millones de dólares en este periodo, de los que 260,000 estarán destinados al ámbito energético, mientras que el resto se distribuirá en otros sectores como la salud o el turismo.
La reforma permitirá la entrada de nuevos competidores para la realización de proyectos de producción, distribución y venta de hidrocarburos y electricidad, aunque las oportunidades se extienden más allá de este ámbito. Empresas de ingeniería, construcción o transporte, todos ellos sectores en los que las empresas españolas se encuentran bien posicionadas a nivel internacional, encontrarán importantes oportunidades en los planes del gobierno.
Tampoco hay que olvidar en este nuevo panorama latinoamericano las renovadas esperanzas que trae el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, un asunto que fue tratado en una de las sesiones del Foro. Ante las múltiples oportunidades de inversión que abren las perspectivas de liberalización de la economía cubana, el Gobierno español ya ha anunciado medidas para dinamizar las relaciones, mientras el empresariado también ha ido acrecentando sus esfuerzos por acercarse a la isla.
España, como segundo mayor inversor en Latinoamérica, tiene, sin duda, mucho que aportar en la región. En los momentos de dificultad, las multinacionales españolas se han convertido en puntales de estabilidad, manteniendo su compromiso con los países en los que están presentes, contribuyendo al empleo y al crecimiento económico. Estoy convencido de que, mientras la estabilidad y la seguridad jurídica se mantengan, esta cooperación seguirá perdurando e incrementándose en el tiempo.
En definitiva, son muchos los desafíos que América Latina debe enfrentar en esta nueva etapa postcrisis: el descenso en los precios de las materias primas aumentará la presión sobre los principales países exportadores mientras los riesgos financieros persisten. La encrucijada actual requiere que los países latinoamericanos se centren en mantener un crecimiento económico sostenible a largo plazo, reforzando la eficiencia y transparencia de sus instituciones, pero también continuando con una agenda de reformas que favorezca la atracción de inversiones y el desarrollo de un ecosistema empresarial más innovador, emprendedor y competitivo.