El incremento de 14% en promedio con respecto al mes anterior en el precio de las gasolinas, realizado el 1 de Enero de 2017, representa un cambio fundamental en la estructura del mercado.
Este no fue el incremento tradicional que año con año se daba en las gasolinas: con este cambio, el gobierno está, efectivamente, dando inicio a una nueva etapa en la determinación de los precios de los hidrocarburos en nuestro país. Cómo hemos comentado anteriormente, México transita así hacia la liberalización del precio de las gasolinas, en donde el precio final al consumidor estará determinado por el costo de la referencia del hidrocarburo más un impuesto fijo. Al igual que en otros países, la volatilidad en las condiciones del mercado de las gasolinas ahora será asumida directamente por los consumidores, mientras que el gobierno fortalecerá sus ingresos por este concepto a la vez que serán más estables. (Previamente, con los precios controlados sucedía lo contrario: el gobierno enfrentaba ingresos volátiles, mientras que los consumidores asumían precios estables.) En la etapa de transición hacia la liberalización de las gasolinas, el gobierno establecerá precios máximos en 90 regiones del país en lugar del precio nacional que prevalecía previamente1. Esto representa un cambio radical que reconoce que las condiciones de mercado varían a lo largo del país, que la infraestructura no es homogénea y que las señales que transmiten los precios son el mejor incentivo para incrementar la inversión y para ajustar las decisiones de consumo. Con este cambio, el precio administrado evolucionará de manera similar a lo que lo hará el precio de mercado. En resumen, México no sólo incrementó el precio de las gasolinas al comienzo de 2017 sino que estableció las condiciones necesarias para dejar de intervenir en el precio de estas (como lo hizo años atrás al dejar de controlar los precios del azúcar, café, tortilla, maíz, telefonía, entre muchos otros).
El incremento en el precio de las gasolinas tendrá impactos, pero estos serán transitorios. Por supuesto a ningún consumidor le gusta enfrentar un incremento de 14% en el precio de cualquier producto. Es también cierto que el descontento público en nuestro país se ha incrementado a la par de la reducción en la popularidad del Presidente Peña, y de la percepción de mayor corrupción e inseguridad, por lo que este incremento en el precio de los hidrocarburos ha servido como catalizador para expresar dicho descontento. El consenso del mercado ahora espera una mayor inflación para 2017 que nosotros creemos terminará el año en 5.0% y el consumo podría verse afectado ya que la gasolina representa cerca del 9% del gasto familiar en promedio en el país2. Sin embargo, el buen desempeño de las remesas provenientes de Estados Unidos, aunado al reciente incremento del salario mínimo, aminoraran este efecto. Aun así, el más reciente incremento en el precio de la gasolina no es atípico comparado con incrementos que se han dado desde hace décadas, y el precio relativo de la gasolina se sigue manteniendo bajo en un comparativo internacional. Para poner este incremento en contexto, el precio de la gasolina se ha incrementado en promedio un 9.1% anual en el periodo de 1998 a 2017; y en el periodo 1998-2000 se incrementó en promedio 18.5% anual. En Estados Unidos, en donde el precio está liberalizado, es común encontrar periodos (como en 2009 y 2011-12) en donde el precio tiene fluctuaciones de 19% a lo largo de un año. En un comparativo internacional, México se encuentra a la mitad de la tabla en el precio de la gasolina. Incluso al controlar por el nivel de ingresos de los países, el precio en México se encuentra en donde indicarían los fundamentales (ver gráfica 1). La trayectoria que esperamos para el precio de la gasolina dados los futuros en el mercado y la expectativa para el tipo de cambio (ver gráfica 2) es consistente con nuestro pronóstico de cinco incrementos de 25pb en la tasa de política monetaria establecida por el Banco de México. De no existir mayores disrupciones en el abasto o efectos de segundo orden en los precios, la economía mexicana puede asimilar el incremento en el precio en los próximos meses sin que modifiquemos nuestro estimado de crecimiento de 1.8% del PIB este año debido a este impacto.
A pesar de ser una medida claramente impopular, el gobierno tomó una decisión responsable al ajustar el precio de los hidrocarburos para que reflejen su costo real. Al igual que en cualquier otro lugar, el establecer un precio controlado para la gasolina resulta una de las decisiones más complejas de política pública para el gobierno. Durante décadas, el precio al público de los hidrocarburos no se ha establecido por el mercado sino que ha estado administrativamente determinado de acuerdo a condiciones del mercado global de petróleo, a consideraciones políticas y de finanzas públicas. Lo anterior generó en ocasiones distorsiones importantes en el mercado y una afectación importante para las finanzas públicas. Con los incrementos en el precio del petróleo de la segunda mitad de la década del 2000, México no incrementó el precio al público en la misma proporción, resultando en un subsidio considerable a la gasolina que alcanzó 1.8% del PIB en 2008 (gráficas 3 y 4). Dicho subsidio representa una mala decisión de política pública al ser asignado en su mayor parte a la población de mayores ingresos y generando incentivos perversos respecto a consideraciones ambientales y de debilitamiento de las finanzas públicas entre otros factores. Con la liberalización propuesta de las gasolinas, México está transitando a un mercado libre en donde el precio al público reflejará las condiciones de demanda y oferta de la gasolina y se incentivará la inversión en el sector. Así como México dejo atrás los precios controlados por el gobierno en una variedad de productos, la liberalización del precio de los hidrocarburos eliminará la asignación ineficiente de recursos en el sector, promoverá la inversión y fortalecerá las finanzas públicas de Pemex y del Gobierno Federal.
Con la liberalización del precio de las gasolinas, se incrementa la probabilidad de lograr un superávit primario en el 2017, de fortalecer los fundamentales y de mantener la estabilidad macroeconómica ante un entorno complicado. Aunque los impactos de corto plazo no son menores, el reciente incremento en el precio de la gasolina acabará por ser positivo al preservar la solidez ante lo que se percibe como un año con mayor volatilidad financiera para nuestro país. En última instancia, episodios de mayor debilidad de las finanzas públicas y de posibles reducciones en la calificación crediticia suelen afectar de manera más profunda a la economía familiar, causando disrupciones más costosas hacia adelante.