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Tiempo de reacomodos

Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Miguel Tirado Rasso

Tiempos de ajustes, acomodos y reacomodos en los terrenos de los diferentes partidos políticos con posibilidades de postular candidato presidencial en 2018, porque en estas épocas las lealtades, los acuerdos políticos y los apegos ideológicos no comprometen el futuro de nadie, ante la posibilidad de encontrar acomodo en las filas de quien resulte más atractivo y conveniente para los intereses personales, sin importar de quien se trate.

Es, sobre todo en el caso del PRD, en donde los chapulines están a la orden del día. Urge que en ese partido alguien se ponga las pilas antes de que la realidad acabe con él. Lo último que leímos en estos días es el respaldo absoluto a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, que dos ex presidentes nacionales del Sol Azteca, Leonel Godoy y Pablo Gómez, anunciaron, junto con el líder de la corriente perredista Patria Digna, Carlos Sotelo, aunque, eso sí, sin renunciar a su militancia perredista, por el momento.

Lo anterior, guardando la debida proporción por el peso de los personajes de que se trata, es una más de las muchas muestras de simpatía hacia el líder de Morena que dentro del PRD están causando estragos, porque sólo es cuestión de tiempo, y no mucho por cierto, para que la fuga hormiga de militantes se formalice con la renuncia correspondiente y su incorporación a las filas de Morena, se haga oficial. Algo que era previsible, desde que el tabasqueño fundó un partido para su causa y proyecto personal.

A este pronunciamiento de los dos ex presidentes perredistas ya se les había adelantado el entonces coordinador de la bancada del PRD en el senado, Miguel Barbosa, quien en febrero pasado había hecho un llamado a todos los perredistas del país para que apoyaran al fundador de Morena en su proyecto para 2018, en un franco desafío a la dirigencia de su partido. Y aunque su insurrección le costó la coordinación, dejó desmembrada la bancada del PRD, al llevarse a nueve senadores del Sol Azteca que se incorporarían a la bancada del Partido del Trabajo, convirtiéndola en la tercera fuerza en el Senado, a costa de la del PRD, que quedaría desplazada a un cuarto lugar.

Y es que al interior de este partido y sus anexos, hay oposición a la propuesta de formar una frente con el PAN, lo que ha dividido aún más, si esto fuera posible, a este instituto cuya unidad nunca se ha caracterizado por su solidez. La idea de un frente amplio opositor es bien vista por propios y extraños, pero cuando se habla de sumar izquierda y derecha, de uno y otro lado surgen resistencias, más abiertamente en la izquierda cuyo ideal sería el de formar un frente solo de izquierdas o lo que se interprete como tal, lo que en la práctica no se ve fácil, a menos de que estén dispuestos a respaldar la postulación del decano candidato presidencial.

Los reacomodos perredistas en las filas de Morena, podríamos suponerlos parte de una estrategia preconcebida desde el momento de la fundación de aquel partido. Los dimes y diretes entre quienes históricamente se han disputado el control del PRD, ha sido un efectivo obstáculo para el surgimiento de una figura sólida y, en la búsqueda por explotar los recursos de la franquicia, poco o nada les ha importado el futuro del partido, que cada vez tiene menos que ofrecer, lo que explica su necesidad de buscar una alianza para sobrevivir. Esto, seguramente advertido desde Morena, ha permitido que sus caballos de Troya sean efectivos en su labor de proselitismo entre la militancia perredista.

Para colmo, además de su crisis política, que no es menor, la Secretaría de Finanzas del PRD, ha anunciado medidas emergentes ante una virtual quiebra, en la que se encuentra este partido, al grado de no tener presupuesto para celebrar sus elecciones internas para la renovación de su dirigencia, eso dicen. Lo que el sospechosismo nos lleva a pensar más en un plan con maña, que otra cosa.

Pero así se las gastan en el partido del Sol Azteca que alguna vez llegó a tener un brillo casi esplendoroso.