México empezó el 2014 con muy buenas perspectivas económicas, ancladas por la percepción de los inversionistas nacionales y extranjeros de mejoras estructurales que ampliarían las oportunidades de negocio y las posibilidades de incrementar el valor agregado, lo que lograría una menor dependencia del entorno externo. Una realista probabilidad de consolidación de importantes reformas estructurales habían puesto a México otra vez en el ojo del mundo. Con ello, existía la posibilidad realista y probable de crecer cerca del 4.0% en el año.
Sin embargo, la dinámica económica al inicio del año ha estado lejos de cubrir las expectativas, principalmente por los siguientes factores:
1. Retraso en la discusión política de la reformas: Después de varios meses continúa la discusión del Congreso para la aprobación de los paquetes de leyes secundarias de las principales reformas estructurales (energética y telecomunicaciones). Ello ha estancado la inversión, por la incertidumbre sobre su implementación, y la contundencia de los cambios por venir.
2. Retraso en la reactivación de las exportaciones: Las fuertes nevadas y el intenso frío que azotó buena parte de EU en los primeros meses del año frenó de forma brusca la actividad económica en el primer trimestre. Su PIB sufrió una caída con respecto al trimestre anterior, el ritmo más bajo desde 2011. Ello, limitó la reactivación en las exportaciones mexicanas a nuestro principal socio comercial.
3. Retraso en la reactivación del mercado interno: Sectores clave relacionados con el mercado interno se mantienen débiles y probablemente sigan así por algunos meses más (comercio, servicios empresariales y financieros). La confianza del consumidor y del productor se han ido mermando desde el inicio de la actual administración pública, al no verse cumplidas las promesas de campaña. La reforma fiscal de este año provocó que los hogares tengan un ingreso personal disponible menor y que enfrenten precios mayores, mientras que las empresas tienen ahora menor incentivo para invertir, ya que no pueden deducir la totalidad de su gasto.
4. Retraso en la reactivación del sector construcción: Los cambios de reglamentación (política de obra pública y vivienda) y la falta de un buen manejo en el gasto público siguen retrasando la detonación de proyectos de infraestructura y edificación que se contemplaron desde el año pasado. El problema en la construcción de vivienda es estructural, muy relacionado con el agotamiento de un modelo de negocios y de financiamiento público que fue muy exitoso hace algunos años, pero que provocó la construcción de casas en lugares lejanos a los centros urbanos, con limitado y caro acceso a servicios públicos. El Gobierno ha intentado cambiar las cosas, pero le ha costado mucho trabajo implementarlas y sus ajustes provocaron un fuerte freno al sector. En los últimos meses, se nota que comienzan a destrabarse los recursos y los proyectos, por lo menos el gasto público se ha acelerado a partir del primer trimestre.