Laconvergencia de diversas tecnologías, como la conectividad y los sensores capaces de generar y procesar datos sobre su actividad, es uno de los más claros ejemplos del surgimiento de la tendencia conocida como Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Esto se traduce en redes inteligentes que permiten una mejor distribución de los servicios públicos, como los de agua y electricidad, por citar algunos ejemplos.
En términos generales, los alcances del IoT consisten en la comunicación Máquina a Máquina (M2M), es decir, la conexión entre dispositivos u objetos como automóviles o electrodomésticos. A su vez, el IoT también considera la comunicación Máquina a Persona (M2P) donde, por ejemplo, sensores envían información a las personas sobre sus actividades para ser analizadas.
Si a lo anterior agregamos la comunicación Persona a Persona (P2P), a través de plataformas digitales para la colaboración, el término Internet de las Cosas se amplía para convertirse en el Internet del Todo.1
Internet de las Cosas en México
Anteriormente se ha señalado que, en México, las redes de telecomunicaciones se encuentran en un proceso de transformación hacia la tecnología de cuarta generación LTE, a la cual se encontraron asociadas el 8% de las suscripciones móviles al cierre de 2015. La migración a estas tecnologías es una condición necesaria para el desempeño óptimo del IoT, es decir, para interconexión M2M y M2P.2 A pesar de la falta de infraestructura de cuarta generación, la demanda por IoT ha comenzado a posicionar.
De acuerdo con la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a través de un ejercicio de exploración de las direcciones IP de diferentes dispositivos, el volumen de IoT en México equivale a poco más de 8 millones de objetos conectados. Esto posiciona a México por debajo de 9 países en una muestra de 24.3
Esta métrica nos coloca por debajo de países como Corea del Sur y Brasil. Sin embargo, para que sea comparable conviene colocarlo en proporción de la población.
En este sentido, la penetración de dispositivos conectados equivale a 6.3% de la población mexicana, lo cual nos ubica en el lugar 18 respecto a la misma muestra de 24 países. En particular, la brecha se amplia al contrastar con Corea del Sur, un país con el que compartimos múltiples similitudes en cuanto a nuestra situación macroeconómica.
El IoT es una ventana de oportunidad hacia la mejora en calidad de vida y productividad de los individuos, empresas y gobiernos, así como a la mejor integración de estas tecnologías en nuestro día a día. Sin embargo, una innovación tecnológica de esta magnitud genera retos, no sólo en términos de la capacidad que tienen las redes para transmitir datos o en el acceso a dispositivos de conectividad, sino en cuanto a la forma de almacenar, administrar, analizar y asegurar las grandes cantidades de información generadas desde los dispositivos interconectados.