¿Te ha pasado que vas a comer o cenar a un restaurante con familiares o amigos y al final del consumo todos buscan en sus bolsillos y se miran preguntándose cuánto dejarán de propina?
Si tú eres de los que tiene la cultura de dejar cero de propina, estas expuesto a que te llamen tacaño, lacra, agarrado, codo y que tengas que avergonzarte ante ellos por no tener la posibilidad de dejar una buena propina. Es ahí cuando tratas de quedar bien ante los ojos de tus amistades y del qué dirán, pagando un extra por el consumo que hiciste.
La realidad es que tú pagaste una cuenta y la obligación de “completar” el salario de meseros, capitanes, cocineros no es tuya, sino del patrón restaurantero y si los demás comensales lo hacen con el argumento de que los meseros ganan muy poco, sería necesario hacer consciencia y pensar que también ganan poco los cajeros, las enfermeras, los albañiles, el de las tortillas y, por ende, será imposible ir dejando nuestro salario en propinas. ¿Te imaginas cuánto puedes dejar de tu sueldo en ese gasto al mes? Bien, ahora multiplícalo por un año y verás que es una pequeña fortuna.
La propina tiene un pasado racista que viene de Estados Unidos. Comenzó a extenderse entre los ricos de EU tras la guerra de secesión, a mediados del siglo XIX. La propina que había sido inventada por los aristócratas europeos en el siglo XVII, se convirtió en un hábito popular de los acaudalados americanos en su trato con los esclavos negros recién liberados.
Una investigación realizada por la autora Saru Jayaraman y Teófilo Reyes, del restaurant Opportunities Centers United, revela cómo los propietarios racistas de esos restaurantes usaban las propinas como una forma de emplear a los negros sin tener que pagarles ningún salario. Los clientes acabaron aceptando la nueva práctica porque creían que era natural dar propina a sus inferiores.
En México, muy pocos son acaudalados y mucha gente simplemente vive de la apariencia: “cuánto tienes, cuánto vales”. En la actualidad los salarios de los profesionistas oscilan entre los 20 y 15 mil pesos, pero hay en el otro extremo quienes sus ingresos mensuales no llegan ni siquiera a los 10 mil pesos.
La realidad es que todos pagamos, hipotecas, renta, despensa, vestido, servicios, colegiaturas y, además, también se tienen que presupuestar las monedas para el viene viene, el limpia parabrisas y cuando se tiene la oportunidad de comer fuera de casa, además de que el pago del platillo puede ser poco económico, tienes que pagar del 10 al 25% de propina. De hecho, algunos lugares abusivamente, lo cobran en automático en la cuenta.
Lo único importante que debes observar es que en México, la propina no es obligatoria. Así lo respalda la Ley Federal de Protección al Consumidor, ninguna ley lo exige. El pago de propina o cualquier otro cargo adicional en establecimientos o restaurantes no es obligatorio e incluso la Profeco exhorta a los consumidores a no dejarse presionar y levantar la queja correspondiente por este hecho.
El artículo 10 de la Ley Federal del Consumidor, señala que los proveedores no podrán aplicar métodos o prácticas comerciales coercitivas y desleales, ni cláusulas o condiciones abusivas o impuestas en el abastecimiento de productos o servicios.
Recuerda que disfrutar de un acontecimiento, un gusto por una gran comida y un buen servicio no te obliga a dar una gratificación. Dejar o no la propina es a consideración tuya y de tus posibilidades.