Recuerdo que cuando iniciaba en el periodismo, allá por 2002, en un portal llamaado notinet.com.mx, y en la década de 2010, el periodista era una figura respetada en el ecosistema de la comunicación en México.
Las agencias de relaciones públicas (RP) entendían que su trabajo encontraba eco y legitimidad a través de los medios tradicionales. Hoy, esa relación simbiótica se ha fracturado. En su lugar, ha emergido un nuevo protagonista: el influencer.
- Las agencias de RP priorizan influencers sobre periodistas, reduciendo la profesionalización del trato con medios, el periodismo especializado pierde terreno frente a contenido pagado sin profundidad ni credibilidad, los periodistas ahora crean contenido propio, pero exigen respeto y legitimidad en su labor.
La industria del periodismo en México atraviesa una crisis estructural. Según el Digital News Report 2025 del Instituto Reuters, solo el 36% de los mexicanos confía en las noticias.
Esta desconfianza, sumada a la precarización laboral y la concentración de medios, ha provocado el cierre de decenas de redacciones en los últimos años. Aunque no hay una cifra oficial consolidada, el informe señala una migración acelerada hacia plataformas digitales, muchas veces sin el respaldo económico necesario para sostener el periodismo profesional.
Mientras los medios se contraen, las agencias de relaciones públicas florecen. En México existen más de 500 agencias de RP, y el 87% opera de forma independiente. Solo en 2023, este sector generó una inversión estimada de 11 mil 400 millones de pesos, una cifra que refleja su creciente influencia en la narrativa corporativa y en las decisiones de comunicación estratégica.
Hoy, muchas agencias han reducido su labor a reenviar comunicados de prensa por WhatsApp. Ya ni siquiera se toman el tiempo de enviarlos por correo electrónico, mucho menos de investigar en qué medios especializados colaboramos los periodistas, qué tipo de contenido generamos o cuál es nuestro enfoque editorial.
Antes, al menos sabían qué fuentes cubríamos y qué perfil tenían nuestras entrevistas. Hoy, la profesionalización en el trato con medios parece haberse perdido, y eso afecta directamente la calidad de la comunicación.
Casos como el de Samsung México, cuya estrategia de comunicación se basa casi exclusivamente en colaboraciones con influencers, han marcado un precedente. A últimas fechas, también lo vemos con Honor, que ha replicado este modelo, dejando fuera a medios especializados y priorizando la visibilidad en redes sociales. El mensaje es claro: importa más el alcance que la profundidad.
Es importante hacer una distinción clara: no todo creador de contenido es influencer. Un creador de contenido, al menos en su definición más rigurosa, busca especializarse en un tema, investiga, estructura y aporta valor. Muchos periodistas nos hemos convertido en creadores de contenido por necesidad y vocación.
Pero también hay personas sin formación periodística que han logrado construir espacios de gran respeto y profundidad. El influencer, en cambio, suele hablar hacia las masas, sin especialización, y muchas veces repite un guion dictado por la marca. Su contenido es pagado, y su objetivo es claro: vender. No informar, no cuestionar, no profundizar.
Desde el punto de vista financiero, esta estrategia tiene lógica. Una campaña con influencers puede costar entre 30% y 60% menos que una campaña tradicional en medios de comunicación.
Pero este “ahorro” tiene un costo oculto: la pérdida de profundidad, especialización y credibilidad en la comunicación. Las marcas están invirtiendo menos en publicidad para medios, y más en contenido pagado para redes sociales, desplazando al periodismo profesional.
Lo más paradójico es que, cuando una marca necesita credibilidad, vuelve a buscar a los medios especializados. Entonces sí, el periodista vuelve a ser útil. Pero no como socio estratégico, sino como un recurso puntual. Esta lógica utilitaria no solo es injusta, sino insostenible. Las agencias de RP deben entender que la legitimidad no se compra con likes, sino que se construye con información verificada y voces confiables.
Los periodistas hemos aprendido a adaptarnos. Creamos contenido propio, construimos nuestras marcas personales y buscamos nuevas formas de subsistencia. En mi caso, colaboro con Hugo González en el proyecto N4.0, disponible en Diario de Confianza, donde también publico una columna semanal sobre tecnología. Junto a Aramis Flores, cofundé Global IT, una plataforma enfocada exclusivamente en tecnologías de la información empresarial. Además, publico contenidos especializados en ComputerWeekly.es.
Pero también exigimos respeto. Porque el periodismo no es solo un canal de difusión: es un filtro crítico, una voz informada y, muchas veces, el único contrapeso frente a la narrativa corporativa.
Es momento de que las agencias de relaciones públicas —especialmente aquellas con visión de largo plazo— retomen el valor del periodismo. No como un gasto, sino como una inversión en legitimidad. Porque sin medios, sin periodistas, lo que queda es solo propaganda.
Gemelos Digitales
Hoy no hay breve de gemelos digitales, solo una invitación a abrir el dialogo con las agencias y áreas de comunicación que estén interesadas en cambiar la narrativa actual y dar el equilibrio en el que pueden convivir todo lo que mencioné acá, porque el gremio periodístico estamos abiertos al diálogo y sabemos que también debemos evolucionar, y muchos para allá vamos desde hace años, solo es cosa que volteen a ver también a esa trinchera.










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