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Los contrapesos en el mundo

Alejandro Moreno | Presidente Nacional del PRI

Última actualización el 21 de agosto de 2025

Tiempo de lectura: 2 minutos

Acabamos de ser testigos de cómo algunas de las grandes potencias mundiales se relacionan en estos tiempos inéditos que vive la humanidad para abordar, entre sus dirigentes, los conflictos que actualmente se generan en varias regiones del planeta, como el caso de la guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto entre Israel y Palestina o la guerra civil en Yemen.

Muchos analistas cuestionan la falta de funcionalidad de los desgastados organismos internacionales de mediación, cuya función debería ser promover la cooperación entre las naciones para abordar los desafíos globales y encontrar soluciones a aquellos problemas comunes que amenazan la paz y la seguridad, el desarrollo sostenible y la protección a los derechos humanos.

Lo que hemos visto, tras la reunión del viernes pasado entre los líderes de Estados Unidos y Rusia en una base militar en Alaska, nos lleva a pensar que un mundo sin contrapesos necesariamente nos conducirá a la debacle mundial y a la falta de acuerdos necesarios para lograr todo lo anterior, como ya se evidenció con la reunión Trump-Putin: luego de tres horas de conversaciones, la esperada cumbre concluyó sin un acuerdo esperanzador, aunque se insista en que hubo “avances”.

Lo que sucede en México, guardadas las proporciones, también es resultado de la falta de diálogo y contrapesos en el ámbito político y público, lo que poco a poco se encamina a regímenes muy parecidos a los que se desarrollaron en el siglo pasado y que permitió la permanencia durante 70 años de un partido único, al que costó trabajo desmantelar para dar paso a una incipiente democracia que hoy sufre nuevamente sensibles retrocesos.

Recientemente, el líder del principal partido opositor al movimiento oficialista recorrió varias regiones del mundo para denunciar lo que ocurre en la vida pública del país. Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, estuvo en África, Asia y finalmente “cerró” su gira por Washington, en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA), para presentar denuncias en contra de varios representantes del oficialismo mexicano.

Independientemente de ser una acción testimonial de gran valía, lo que hay que preguntarnos es qué acciones podrían surgir a nivel internacional para evitar lo que sucede en países donde los regímenes autoritarios han socavado las garantías individuales de sus habitantes y donde se prohíbe la crítica bajo amenazas diversas, incluso apropiándose del Poder Judicial hasta enfrentar las acciones violentas del crimen organizado, como ya vimos sucedió en Colombia con un político opositor asesinado.

Indudablemente que el respaldo internacional es muy importante; obviamente las críticas del régimen a dichas acciones no se han hecho esperar. Desde la descalificación a las denuncias presentadas hasta el uso de una “falsa soberanía” que nada tiene qué ver con el deterioro democrático que se observa. Ese es el problema del poder absoluto: que corrompe absolutamente.

La pregunta más bien va en el sentido de qué tanto, hoy día, las organizaciones mundiales que velan por la paz, la concordia, la seguridad, el fomento al desarrollo económico y social, así como la protección a los Derechos Humanos y la promoción de la cooperación internacional en todos sus ámbitos, serán capaces de velar por las garantías del respeto y la preservación de los valores democráticos e institucionales que sean propicios para la mejor convivencia posible, donde todas las voces sean escuchadas y tomadas en cuenta. Al final del día, las sanciones o “castigos” de la comunidad internacional a los gobiernos autoritarios las termina pagando el pueblo, los más vulnerables.

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