En julio de 2025, el consumo privado mostró una caída de 0.3% mensual en cifras desestacionalizadas y de 0.1% anual, reflejando una tendencia de desaceleración en sus componentes.
El consumo de bienes y servicios nacionales mostró una contracción mensual de 0.5%, con caídas en bienes (-0.7%) y de servicios (-0.3%), mientras que el gasto en bienes importados se mantuvo al alza (+1.7% mensual).
En cifras originales, el consumo privado en el periodo enero-julio acumuló una caída de -0.4%, resultado de la debilidad en bienes importados (-3.7%), mientras que el crecimiento en los bienes y servicios nacionales (+0.5%) no logró compensar la contracción. Este desempeño confirma la debilidad de uno de los principales motores de crecimiento de la economía, que representa cerca de dos terceras partes del PIB.
Por su parte, la formación bruta de capital fijo creció 1.6% mensual en julio, aunque registró una caída de 7.2% anual. Al interior, la inversión en maquinaria y equipo avanzó 4.9% mensual, impulsada tanto por el componente importado (+5.9%) como por el nacional (+2.4%).
En contraste, la inversión en construcción retrocedió 1.3% mensual, reflejo de la contracción en el segmento no residencial (-1.9%), mientras que el residencial cayó (-0.4%). A tasa anual, la mayor caída se observó en construcción (7.5%), seguido por maquinaria y equipo (-5.9%), destacando el fuerte retroceso del transporte nacional (-11.4%).
En el acumulado enero-julio, la formación bruta de capital fijo cayó 6.8% anual en cifras originales. La construcción retrocedió 5.7%, con un marcado contraste entre el crecimiento del segmento residencial (+7.8%) y la fuerte contracción del no residencial (-16.1%). La inversión en maquinaria y equipo disminuyó 8.1%, reflejando la debilidad generalizada de la inversión productiva.
En conjunto, la demanda interna muestra una pérdida de dinamismo tanto en el consumo privado como en la inversión. Tras varios meses de resiliencia, el consumo ya registra tasas negativas, en parte afectado por la reducción en flujos de remesas, la persistencia de la inflación en servicios y la moderación del empleo formal. Por su parte, la inversión mantiene una tendencia descendente, con retrocesos en maquinaria, equipo y construcción, subrayando la debilidad de la inversión no residencial.
En este contexto, la demanda interna enfrenta un panorama complejo: hacia adelante, el consumo privado podría encontrar cierto apoyo en las promociones estacionales y en transferencias sociales que podrían amortiguar parcialmente el gasto de los hogares, evitando una caída abrupta, mientras que la inversión continuaría mostrando rezagos.










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