El peso mexicano continúa con una trayectoria de debilitamiento frente al dólar estadounidense, encadenando su segunda semana consecutiva de pérdidas.
El tipo de cambio se ubica en torno a 18.60 pesos por dólar, con una depreciación de esta semana de más de 1.30%. Esta presión se da a pesar de que el billete verde ha mostrado retrocesos en los mercados internacionales, lo que resalta la vulnerabilidad particular de la moneda mexicana frente a factores internos y externos.
La debilidad se explica, en parte, por la publicación de datos económicos menos favorables en México. En agosto, la actividad industrial registró una caída mensual de 0.3% y un retroceso anual de 3.6%, cifras peores a lo esperado. Estos resultados avivaron las preocupaciones de que el Producto Interno Bruto (PIB) podría registrar una contracción en el tercer trimestre, marcando un posible freno en la recuperación económica del país.
La incertidumbre proveniente de Estados Unidos también influye en los mercados. El cierre parcial del gobierno federal estadounidense ha impedido la divulgación de indicadores clave, lo que genera nerviosismo en los inversionistas. A la par, crece la expectativa de que la Reserva Federal se vea obligada a aplicar recortes de tasas de interés adicionales en lo que resta del año, debido a la desaceleración económica y la fragilidad del mercado laboral.
En este escenario, el peso mexicano se mantiene entre las monedas emergentes más golpeadas por la aversión al riesgo. A diferencia de otras divisas que han logrado cierto repunte gracias a la debilidad del dólar, la moneda local acumula retrocesos que reflejan una mayor sensibilidad a los factores internos. Analistas destacan que el diferencial de tasas de interés, que anteriormente jugaba a favor del peso, podría ir perdiendo atractivo si la economía mexicana muestra señales de enfriamiento más profundas.
Por otro lado, el índice dólar (DXY), que mide el desempeño del billete verde frente a una canasta de monedas globales, se encuentra bajo presión. El prolongado shutdown en Estados Unidos y la falta de avances en las negociaciones políticas han debilitado al dólar, aunque este retroceso no ha sido suficiente para aliviar la caída del peso mexicano.
Los inversionistas también están atentos a los comentarios recientes de la Reserva Federal. Algunos miembros han reconocido la necesidad de evaluar con mayor cuidado la política monetaria ante un panorama económico más complejo, lo que ha reforzado la expectativa de ajustes hacia un ciclo más laxo de tasas. Sin embargo, la incertidumbre política en Washington y la falta de datos oficiales limitan la capacidad del mercado para anticipar con claridad los próximos movimientos.
En el ámbito local, la atención se centra en los próximos reportes económicos que podrían confirmar si México enfrenta efectivamente una contracción en el PIB. De confirmarse, el panorama para el peso mexicano podría complicarse aún más, ya que se reducirían los incentivos para mantener posiciones en activos denominados en pesos, lo que ampliaría la presión sobre el tipo de cambio.
En conclusión, el peso mexicano enfrenta una combinación de factores adversos que van desde la debilidad interna de la economía hasta la incertidumbre política y financiera en Estados Unidos. Aunque el retroceso del dólar a nivel internacional podría ofrecer un respiro, la vulnerabilidad del peso se mantiene elevada. En el corto plazo, la moneda mexicana seguirá expuesta a los datos económicos locales, al rumbo de la política monetaria estadounidense y al desenlace del cierre de gobierno en Washington.”
- Análisis de Antonio Di Giacomo, Analista de Mercados Financieros para LATAM en XS.






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