El peso mexicano arrancó octubre con un desempeño favorable frente al dólar, reflejo de un entorno global cargado de incertidumbre política y señales de desaceleración económica en Estados Unidos.
La divisa mexicana logró perforar el nivel de $18.30 unidades por dólar y alcanzó hasta la zona de $18.24, lo que ha llevado a algunos analistas a considerar la posibilidad de una mayor apreciación hacia la zona de $18.20 en el corto plazo. El impulso proviene principalmente del debilitamiento del dólar a nivel internacional, afectado por factores políticos y económicos que han minado la confianza de los inversionistas.
Uno de los catalizadores principales del retroceso del dólar ha sido el cierre parcial del gobierno estadounidense, provocado por la falta de consenso presupuestario en el Congreso. La paralización afecta a cientos de miles de empleados públicos y podría generar costos millonarios diarios para la economía. Este escenario, lejos de ser un evento aislado, se suma a una serie de tensiones políticas recurrentes que han comenzado a erosionar la percepción de estabilidad institucional en Washington.
El cierre gubernamental no solo implica retrasos administrativos, sino que también complica la toma de decisiones de la Reserva Federal. Con la suspensión temporal de la publicación de datos económicos clave, como los indicadores de empleo y actividad manufacturera, el banco central tendrá menos herramientas para evaluar el rumbo de la política monetaria. Esto abre la puerta a una postura más cautelosa por parte de los funcionarios, lo que podría frenar temporalmente nuevas alzas en las tasas de interés.
A la par de la crisis política, el mercado laboral estadounidense ha mostrado señales de debilitamiento. El reporte de la firma ADP reveló una pérdida de 32,000 empleos en septiembre, una cifra muy por debajo de lo previsto por los analistas. Aunque se trata de un indicador privado y no oficial, su lectura negativa ha encendido las alarmas entre los inversionistas, que ahora temen que el enfriamiento del empleo se confirme en los datos gubernamentales.
Los mercados financieros han reaccionado con volatilidad ante esta combinación de factores. Los rendimientos de los bonos del Tesoro han retrocedido ligeramente, mientras que los inversionistas han incrementado su demanda por activos de refugio como el oro y el yen japonés. En contraste, las divisas emergentes con buenos fundamentales, como el peso mexicano y el real brasileño, han sido favorecidas por flujos de capital en busca de rendimiento.
En el ámbito local, la fortaleza del peso también encuentra sustento en las elevadas tasas de interés de referencia del Banco de México y en la percepción de estabilidad fiscal. Si bien persisten riesgos relacionados con el proceso electoral de 2025 y con la desaceleración industrial en Estados Unidos, el tipo de cambio ha mostrado una resistencia notable frente a episodios de aversión al riesgo global.
Hacia adelante, el comportamiento del peso dependerá en gran medida de la duración del cierre gubernamental en Estados Unidos y de la postura que adopte la Reserva Federal en sus próximas reuniones. Un deterioro mayor en los datos laborales o una prolongada parálisis institucional podrían generar movimientos bruscos en los mercados, aunque en el corto plazo la balanza parece inclinarse a favor de la moneda mexicana.
En conclusión, el arranque de octubre ha demostrado que, en tiempos de incertidumbre política y económica global, el peso mexicano puede beneficiarse de su atractivo relativo. Sin embargo, su fortaleza actual no está garantizada: dependerá de la evolución del conflicto fiscal en Washington y del tono que adopte la Reserva Federal. La volatilidad seguirá presente, pero por ahora, México parece estar jugando sus cartas con ventaja.”
- Análisis de Antonio Di Giacomo, Analista de Mercados Financieros para LATAM en XS






Sé el primero en comentar