El peso pasó en gran medida en modo «espera y evalúa», rondando los 18 por dólar, mientras los operadores equilibraban un pulso de inversión nacional ligeramente más firme con señales de crecimiento global más débiles y un panorama político estadounidense más turbio.
En el ámbito local, la inversión fija bruta de julio del INEGI sorprendió al alza (+1,6 % m/m), impulsada por la maquinaria y los equipos, a pesar del retraso de la construcción, una combinación interna que mantiene viva la narrativa del nearshoring, pero que subraya el impulso desigual entre los distintos sectores.
Los factores externos fueron los que más influyeron. Con el cierre parcial del Gobierno de Washington, que ha suspendido la publicación de datos federales clave, incluido el informe sobre el empleo, los mercados se están volcando en «instrumentos alternativos», lo que debilita la convicción sobre la dirección del dólar y complica la reacción de la Fed. El propio bloqueo de datos se considera cada vez más costoso desde el punto de vista económico cuanto más tiempo persiste, y hace que los operadores se apoyen en indicadores privados y más oportunos.
Los datos del índice ISM de servicios de EE. UU. publicados hoy no han ayudado al optimismo sobre el crecimiento: la actividad se ha deslizado hasta la línea de equilibrio, ya que los nuevos pedidos se han enfriado y el empleo se ha mantenido débil, lo que supone otro empujón hacia una ralentización de la demanda estadounidense en el cuarto trimestre.
Las materias primas añadieron un giro inesperado. El petróleo se estabilizó durante la jornada, pero sigue encaminado hacia una fuerte caída semanal, lo que refleja las expectativas de un mayor suministro de la OPEP+ y una demanda más débil. Para el MXN, el crudo más barato es un arma de doble filo: erosiona los términos de intercambio de México y el flujo de caja de Pemex, pero también alivia la presión sobre el tipo de cambio.”
- Análisis de Felipe Barragán, Estratega de Investigación de Mercados- Pepperstone






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